Pedro Sánchez siente la necesidad de exteriorizarlo. Este viernes, en la tradicional recepción en el Congreso de los Diputados por el día de la Constitución, el presidente del Gobierno aseguró estar "esperanzado" y "con ilusión" por el Gobierno de coalición que ha pactado con Pablo Iglesias, sobre el que se deshace en elogios por su disposición y seriedad.

Sánchez se prodiga muy poco en los medios de comunicación desde el día de las elecciones. Tan solo ha comparecido tres veces ante la prensa y todas ellas en contextos de cumbres y citas internacionales en las que o bien era el anfitrión de otro mandatario o sería impensable no responder a preguntas por la comparación con el resto de líderes. 

Por ese motivo y por el suspense sobre la investidura, los tradicionales corrillos (o conversaciones informales de políticos y periodistas) con el presidente estaban este viernes rodeados de una mayor expectación. Sánchez, sin que nadie le preguntara, aprovechó para agradecer a Iglesias su colaboración. 

No hay quién reconozca a Sánchez. Fuentes cercanas a él aseguran que su transfiguración en la noche electoral fue completa e instantánea y que, cuando al día siguiente citó en secreto a Iglesias en Moncloa, ya parecía otro. En la reunión desplegó cordialidad y hasta complicidad hacia el líder de Unidas Podemos que tan solo cuatro días antes se había hasta burlado de él imitando su voz.

Sánchez, por su parte, había asegurado que "no podría dormir por las noches" si hubiera aceptado las demandas de coalición de Iglesias, como el "95% de los españoles". Pelillos a la mar. Según explicó el propio Sánchez, la situación en Cataluña y el veredicto de las urnas (el PSOE perdió votos y escaños, como Unidas Podemos, mientras subían PP y Vox) le llevó rápidamente a aceptar lo hasta ese momento inaceptable. 

Fuentes de Unidas Podemos aseguran que el contacto entre ambos líderes es constante. "Se ven todas las semanas", explica uno de los más cercanos asesores de Iglesias, que reconoce que muchas veces se entera a posteriori de la celebración de unos encuentros marcados por la absoluta discreción. Suelen celebrarse en Moncloa y en las últimas semanas han logrado cerrar la composición del Consejo de Ministros. Lo confirmó el viernes el propio Sánchez en conversación con los medios.

Estructura de Gobierno perfilada

La estructura del Gobierno ya está más que perfilada y se da por hecho que, además de Iglesias como vicepresidente, habrá otros cuatro ministros de Unidas Podemos. Irene Montero, portavoz parlamentaria y número dos de facto de la formación, así como Yolanda Díaz, de la confluencia Galicia en Común, tienen junto a un representante de En Comú Podem muchas papeletas de acabar en el Ejecutivo. Los nombres, de momento, tendrán que esperar. 

En cuanto al PSOE, se da por hecho que Carmen Calvo, Nadia Calviño (asumiendo la vicepresidencia económica), Margarita Robles, José Luis Ábalos, María Jesús Montero y Teresa Ribera seguirán en el Consejo de Ministros, pero el propio presidente avanzó que habrá sorpresas también en cuanto a los nombres socialistas del nuevo Ejecutivo, con entradas y salidas. El extremo fue confirmado por uno de los más cercanos asesores a Sánchez. 

Montero y Echenique, el programa

Donde parece haber estar habiendo mayor intensidad negociadora es en el programa de gobierno que aplicará la coalición. La aritmética hace que sean las medidas del PSOE las que mayor peso tengan, pero Unidas Podemos puja por colocar algunas banderas que le permitan justificar su presencia en el Ejecutivo. De lo contrario, el electorado morado podría interpretar que los dirigentes priorizan los puestos a las políticas. 

Los encargados de pilotar esta fase son dos personas que hasta ahora se presuponían en un segundo plano, pero que no lo están. Se trata de Pablo Echenique, ex secretario de Organización y jefe de los negociadores en la anterior investidura, y María Jesús Montero, la ministra de Hacienda. Ellos estuvieron también en el corazón de la negociación de los Presupuestos que no llegaron a ser tramitados por la oposición de ERC, algo que llevó a Sánchez a convocar las elecciones del 28 de abril. 

Montero reconoce que ha habido dificultades y que el pacto de Presupuestos, firmado con solemnidad en Moncloa por Iglesias y Sánchez hace 14 meses, ha tenido que sufrir muchas modificaciones. 

"Gobernabilidad" igual a "Presupuestos"

Adriana Lastra, la número dos del PSOE al mando de las negociaciones con ERC, advierte de que el pacto de investidura tiene que ser también de "gobernabilidad", dando por hecho, como hizo la propia Montero la semana pasada, que la "música" de los Presupuestos, las "grandes líneas", tienen que estar en el acuerdo al que se llegue con los independentistas. 

Desde los partidos que puedan apoyar a Sánchez y desde los que han avanzado que se opondrán se concluye unánimemente que una investidura sin Presupuestos alumbrará un segundo calvario de negociaciones para el PSOE. Con las cuentas públicas que Cristóbal Montoro diseñó en 2018, malamante podrán abrirse camino las reformas de izquierdas que abanderará el nuevo Ejecutivo.

Del mismo modo, amarrar unos Presupuestos que sean presentados en un breve plazo de tiempo después de la investidura daría a Sánchez mucho oxígeno. Las cuentas podrían estar ya diseñadas para durar más del ejercicio de 2019, en el que comenzarían a aplicarse bien entrado el año, y dar así dos o hasta tres años de margen a Sánchez, a expensas del devenir económico y las sorpresas que pueda traer. 

Hacienda asegura no saber cuánto tiempo tardará en presentar el Proyecto de Presupuestos al Consejo de Ministros, aunque se da por hecho que sería en cuestión de semanas una vez el nuevo Gobierno haya tomado posesión.