El PSOE no rehúye la crisis en Cataluña. Es más, las únicas veces que se puede escuchar al presidente del Gobierno hablar de la cuestión es, precisamente, en calidad de líder y candidato socialista en los mítines y alguna entrevista. Trata el asunto todos los días, colocándolo en un lugar prioritario y sin evitar el cuerpo a cuerpo con Quim Torra, el president de la Generalitat. 

En los últimos días, Pedro Sánchez aprovecha el tono mitinero para desplegar su ironía, percibida por algunos como una burla hacia el president. Y, en ese momento, los partidos independentistas reivindican a Torra como representante del Estado en Cataluña al que Sánchez debe lealtad institucional. "Le ha entrado este atracón a llamarme todos los días", dijo Sánchez este martes.

En el equipo de Sánchez creen que en las elecciones del 10 de noviembre tendrán muchísimo peso los posicionamientos de los partidos sobre los asuntos que más relevancia social tengan en ese momento. El PSOE aspira a que la exhumación de Francisco Franco sea uno de ellos, por ejemplo. Pero tampoco se llevan a engaño. Saben que Cataluña seguirá sobre la mesa hasta los últimos días, por lo que Ferraz cree que Sánchez debe estar permanentemente a la ofensiva.

Lo peor ha pasado ya

Lo peor, creen en el PSOE, ha pasado ya. La imagen de un Gobierno que no es capaz de controlar la seguridad en las calles hubiera sido letal. Durante días, ese fue el principal argumento de PP y Ciudadanos, que trataron de apelar al valor del orden y la mano dura, asociados más a la derecha que la izquierda, para avanzar posiciones. Los días mostraron un descenso de la violencia hasta la vuelta a la normalidad, con los Mossos d'Esquadra perfectamente coordinados con el Gobierno central. En Moncloa no se descarta que en las dos semanas que quedan hasta las elecciones vuelvan los disturbios, pero si no es así, confían en haber pagado ya todo peaje por la imagen de inseguridad que el votante más conservador pudiera imputar a los socialistas. 

El orden en la calle preocupaba al PSOE, pero Sánchez se ve como pez en el agua confrontando con Torra. Cree que criticar duramente al president de la Generalitat refuerza su perfil presidencial, su autoridad, y resta espacio a sus oponentes. La visita a Barcelona de este lunes fue todo un ejemplo: Sánchez no se reunió con nadie de la Generalitat. "Ahora, España", que diría su lema electoral. El jefe del Ejecutivo sólo visitó a policías nacionales, en la Jefatura Superior de la Via Laietana, en el centro de Barcelona, y en dos hospitales. 

Sánchez apela al voto de los indecisos y asegura que formará gobierno en diciembre

Este viernes, Sánchez fue un paso más allá al acusar directamente a Torra, el vicepresident Pere Aragonés y el Parlament de Cataluña de querer saltarse la ley. 

Tono más alto

"Cuando Torra, o Pere Aragonés, hablan de que el problema de Cataluña es un problema de democracia, yo lo comparto, pero no el problema de democracia que ellos dicen. Es un problema de democracia porque ahora mismo al frente de las instituciones catalanas hay responsables políticos que no reconocen la legalidad constitucional y estatutaria, que se la quieren saltar. Hacen llamamientos al diálogo y lo que hacen es presentar resoluciones en el Parlament de Cataluña contraviniendo las sentencias del Tribunal Constitucional", lamentó. 

Por si fuera poco, Sánchez acusó a la Generalitat de estar tras el escrache que sufrió en el hospital Sant Pau de Barcelona. Y ante los que creían que el PSOE no enviaría a figuras de primer nivel a la manifestación de Societat Civil Catalana de este domingo, los socialistas enviaron a Miquel Iceta, líder del partido en Cataluña, a Josep Borrell, ministro de Exteriores y próximo jefe de la diplomacia europea, y José Luis Ábalos, ministro de Fomento y muy significado contra el procés. 

No a JxCat, pero ¿ERC?

Sánchez siempre ha dicho que no quiere depender de los independentistas para gobernar, pero tampoco se pilla los dedos. Sus mensajes están enfocados contra Torra y Junts per Catalunya, partido en el que es decisivo Carles Puigdemont y que votó en contra de su investidura. 

Los mensajes son más conciliadores para con ERC, a pesar de que su líder, Oriol Junqueras, es uno de los condenados por sedición, a 13 años en concreto. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, habla regularmente con Aragonés. La portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, mantiene unas excelentes relaciones con su homólogo Gabriel Rufián. Y Sánchez no aclara si renunciará a la investidura si depende de una ERC que en julio y en septiembre anunció su abstención a cambio de nada, antes incluso de que se supiera si habría acuerdo con Unidas Podemos. 

En su entrevista con EL ESPAÑOL, publicada hace dos domingos, Sánchez lo dejó claro. "Si la gobernabilidad depende de que a usted le apoyen los independentistas, porque lo importante es gobernar, no sólo la investidura, ¿usted no será presidente del Gobierno después del 10 de noviembre?" Su respuesta fue clara: "No puede poner a la política en ese callejón sin salida porque, entre otras cosas, primero habrá que esperar a que los españoles hablen y voten". Y luego, ya se verá. Sánchez quiere tener todas las puertas de la Moncloa abiertas. 

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