Y Albert Rivera volvió a ser Albert Rivera. Al menos, el Rivera en el que siempre creyeron algunos de los dirigentes y referentes que en los últimos meses le habían pedido que abandonase su oposición frontal a Pedro Sánchez y negociase, aunque fuese con taxativas condiciones, un posible pacto. Es el caso de Toni Roldán, ex responsable de Economía, o Luis Garicano, portavoz en la Eurocámara, distanciado en los últimos meses de la dirección.

Ambos elogiaron en los términos más enfáticos la decisión del líder de Ciudadanos de impulsar una abstención conjunta del partido naranja y del PP a cambio de tres condiciones: una coalición constitucionalista en Navarra que incluyese a Navarra Suma, planificar la aplicación del artículo 155 de la Constitución por si los partidos independentistas incumplen la ley como reacción a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés y no subir los impuestos. 

Hay quien cree que Rivera lo que intenta es recuperar parte del terreno que algunas encuestas auguran que ha perdido en la calle. Otros, que es el reconocimiento de que su "no es no" a Sánchez e incluso el tono de su dura oposición no fue la mejor estrategia. Y, en verdad, Rivera se enmienda a sí mismo.

Una enmienda a sí mismo

La semana pasada pidió a Sánchez una reunión para aplicar sin dilación el artículo 155 y ahora sólo pide planificar su ejecución si finalmente resulta necesario. Desde el 28 de abril, Rivera se había borrado de toda solución para la gobernabilidad de España y, a diferencia de Pablo Casado, que ofreció múltiples pactos de Estado a Sánchez, insistió en que el líder del PSOE iba a pactar con Unidas Podemos y los partidos nacionalistas. Incluso, que debía hacerlo para evitar las elecciones. 

En el último minuto, Rivera recuperó el centro del tablero tratando de hacer valer algunas de las demandas de sus electores. En el PSOE no tardaron en reaccionar, asegurando que las condiciones que demanda Rivera ya se cumplen

"No hay ningún obstáculo real para que PP y Ciudadanos se abstengan", dijo Sánchez en una comparecencia en Almansa (Albacete), adonde se había desplazado para seguir el operativo de lucha contra los efectos del temporal. En Navarra ya hay un Gobierno constitucionalista encabezado por el PSOE, y no un pacto con Bildu, según Sánchez. Todo ello pese a que los socialistas gobiernan en coalición con partidos nacionalistas y María Chivite, la presidenta foral, no habría sido investida si EH Bildu no se hubiese abstenido. En Cataluña, el Gobierno actuará contra los independentistas y, en cuanto a los impuestos, lo que quieren hacer los socialistas es bajarlos, advirtió. Un comunicado a última hora trató de reforzar esas posiciones. 

Temor del PSOE a las elecciones

Pero, en realidad, en el PSOE hay cierto temor a las elecciones. En la última semana, tanto Pablo Iglesias como Rivera han mostrado a Sánchez que hay alternativa a llamar a los españoles a votar. Y precisamente eso, quién es el responsable de que los ciudadanos tengan que acudir de nuevo a las urnas, será uno de los principales asuntos de la campaña. 

Los socialistas aseguran en privado que Rivera está "desesperado". Que sólo busca rehacer su imagen ante la inminencia de una convocatoria electoral. Pero no ocultan que el discurso de Sánchez se complica. Si el PSOE ya cumple las medidas de Rivera, ¿qué le impide a Sánchez negociar con Cs su abstención o, quién sabe, su apoyo? La suma de PSOE y Ciudadanos suma 180 diputados, es decir, holgadamente la mayoría absoluta, que además daría la estabilidad al Ejecutivo que Sánchez buscará en las urnas. 

Los argumentos de campaña

Así, de esa manera, Rivera podría haber neutralizado otro de los argumentos de campaña del PSOE. Si los socialistas aseguran que no pueden gobernar a cualquier precio porque no garantizaría la estabilidad, ¿cómo decir que no a tan siquiera explorar las condiciones de Ciudadanos, el partido que puede sellar una legislatura para cuatro años?

Sánchez se dirigirá este martes al Palacio de la Zarzuela. La cita con el Rey, la última de los 15 representantes políticos con el monarca, es a las 18:00. En ella, Sánchez tendrá que explicar tanto por qué no quiere la coalición con período de prueba que le ofrece Iglesias desde el jueves y que sellaría su investidura. También tendrá que justificar por qué rechaza la abstención que Rivera busca con el PP y que sellaría su investidura. Tendrá que explicar por qué quiere elecciones. Y después de al Rey, al país. 

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