Diez años al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en tiempos convulsos para la política y la seguridad española. El auge del yihadismo, la creciente amenaza en el mundo ciber -ya equiparable a los clásicos medios de espionaje-, el desafío independentista catalán... y la difícil gestión de la retirada de Juan Carlos I, que ha depositado en él toda su confianza.

El general Félix Sanz Roldán se marcha del CNI. Le quedan tres semanas al frente de los servicios secretos para atar los últimos flecos y dejar encarrilada su sucesión. Sobre el calendario, la fecha marcada en rojo es el 4 de julio. Es más que probable que por esas fechas no haya un Gobierno formado y que la interinidad altere los plazos para designar a un nuevo director del centro. ¿En manos de quién quedará?

Pero no es la única incógnita que planea sobre la carretera de la Coruña, como informalmente se conoce -por su ubicación- a las oficinas principales del CNI. ¿Se baraja algún nombre en la sucesión de Sanz Roldán? ¿Será un civil o un militar? ¿Los servicios secretos seguirán dependiendo orgánicamente del Ministerio de Defensa o volverá a Presidencia del Gobierno?

Algunas preguntas tienen respuestas más sencillas que otras. La más urgente: Paz Esteban López, secretaria general del centro, lo dirigirá de forma provisional hasta que se forme un nuevo Gobierno.

El desembarco del general

"El secretario de Estado ha trabajado para dar una estabilidad al CNI que antes echábamos de menos", señalan fuentes internas consultadas por EL ESPAÑOL. Recordemos que el general, que había sido Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), tomó las riendas del centro en un momento de turbulencias.

Antes que él, Alberto Saiz dirigió los servicios secretos. Un perfil cien por cien político, "como también lo fue su gestión", advierten las mismas fuentes. Informaciones periodísticas pusieron en duda la administración que hizo de los recursos económicos del centro: "Agentes del CNI acusan al director de cazar y pescar con dinero público", apuntaba una portada de El Mundo.

Alberto Saiz llegó al CNI en 2004 de la mano de José Bono y abandonó la agencia en 2009. EFE

Saiz se defendió en el Congreso diciendo que "jamás" utilizó ningún dinero público para sus gastos privados. Sin entrar a valorar el fondo de las acusaciones, miembros de los servicios de inteligencia definen aquellos años de "aguas revueltas".

Así las cosas, Rodríguez Zapatero recurrió en julio de 2009 a un perfil "más relacionado con la vieja escuela". Un hombre militar que hubiese desempeñado un cargo de primer nivel, que gozase de la confianza de las esferas de Gobierno y que dirigiese la casa lejos de los focos mediáticos.

Así surgió el nombre de Félix Sanz Roldán.

Carme Chacón, entonces ministra de Defensa, dio la bienvenida al general. Destacó lo que esperaba de él: "Trabajo" y "discreción".

La confianza de Juan Carlos I

Diez años han pasado desde entonces. Frente a los ojos de Sanz Roldán han pasado gobiernos populares y socialistas. Zapatero, Rajoy y Sánchez le han mantenido en el cargo. ¿El motivo? Además de no querer turbar la necesaria estabilidad del centro, un presidente tras otro sabían que el general era hombre de confianza de Juan Carlos I.

Los asuntos relacionados con la Corona han ocupado una parte importante en la gestión del secretario de Estado, admiten fuentes del CNI. Han sido años agitados en Zarzuela. La caída de Botswana, el salto a los medios de Corinna zu Sayn-Wittgenstein... propiciaron la abdicación de Juan Carlos I en favor de su hijo Felipe VI.

El rey emérito Juan Carlos I.

Todos esos movimientos, en mayor o menor medida, requirieron la intervención inmediata del CNI, con Sanz Roldán a la cabeza. Terreno árido. El ex comisario José Villarejo, imputado por varias causas relacionadas con la corrupción, acusó duramente al general de estar tras las maquinaciones sobre Corinna y otros asuntos personales del monarca.

Félix Sanz Roldán no respondió al ex comisario en público, pero sí en los tribunales: el pasado verano le denunció por injurias. El caso aún está abierto.

Los retos

¿Y cuáles han sido los principales retos que ha afrontado el CNI en la última década en materia de seguridad? La creciente amenaza yihadista ha sido la principal. Los servicios secretos han dado apoyo a Policía Nacional y Guardia Civil en muchos de sus operativos. Una información del centro propició la captura de un joven el pasado mes de abril que empezaba a pergeñar un plan para atentar en Sevilla.

La lucha antiterrorista, a su vez, ha tenido una derivada para el CNI: mejorar las relaciones y la comunicación con Marruecos. Los vecinos del sur presumen de tener informes únicos sobre los movimientos de los yihadistas. Las relaciones diplomáticas Madrid-Rabat, no obstante, han tenido sus altos y sus bajos. El centro ha tratado de mantener siempre un hilo estable con sus homólogos marroquíes.

"Pero no podemos olvidar la amenaza en el mundo de la ciberseguridad", señalan miembros de los servicios secretos. Lo que hace una década apenas comenzaba a vislumbrarse, ahora es uno de los puntales sobre los que se sostiene la seguridad.

Y ofrecen unas cifras: en 2018, el Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT), adscrito al CNI, detectó 38.192 incidentes en el ámbito ciber, un incremento del 43,65% respecto al anterior. El 2,7% de esos incidentes tenían una peligrosidad "muy alta" o "crítica".

Los ataques contra infraestructuras críticas o empresas del sector privado irán en aumento en los años venideros. Hace tiempo que los servicios de inteligencia españoles están formando a sus miembros para hacer frente a esta amenaza.

¿Quién quedará al frente?

Sobre el papel, no hay impedimento para que Félix Sanz Roldán renueve otro mandato al frente del CNI. Pero su tiempo ya se ha agotado. Ni él ni nadie en la Moncloa contemplan la opción de prolongar su dirección. 

Sus 74 años son el principal impedimento, pero no es el único: una década coordinando los servicios secretos "son tiempo más que suficiente" para pensar en la jubilación, señalan fuentes de seguridad. La imagen de Sanz Roldán está estrechamente relacionada con Juan Carlos I y se considera que es el momento de cambiar la jefatura -sin ser especialmente disruptivos- en la carretera de la Coruña.

Pedro Sánchez debe sumar los apoyos para mantenerse en la Moncloa. EFE

¿Cuáles son los siguientes pasos? El mandato del general concluye el próximo 4 de julio. La ley apunta que Paz Esteban López, actual secretaria general del CNI, asumirá el control de forma interina hasta que haya un Gobierno en la Moncloa que rubrique un nuevo nombramiento.

Mal se le tienen que dar las cuentas a Pedro Sánchez para no revalidar la presidencia. Cuando lo haga, caerán las piezas en el tablero de los servicios secretos.

Aún es una incógnita saber dónde se ubicará orgánicamente el CNI. La corriente de mayor agrado dentro del centro es la de regresar a Presidencia del Gobierno y tener una mayor autonomía respecto al Ministerio de Defensa, donde está ahora integrado.

Desde Moncloa ya esbozan el perfil de quien tomará las riendas. Hay cargos militares especialmente bien valorados por Pedro Sánchez, como el del general Miguel Ángel Ballesteros, que ha dirigido el Departamento de Seguridad Nacional. Pero hay pocas opciones de que la responsabilidad recaiga en el mundo castrense.

La idea es nombrar a un civil que conozca bien las estructuras internas y haya desempeñado labores de responsabilidad en materia de Seguridad y Defensa. Ahí es donde irrumpe con fuerza Esperanza Casteleiro, jefa de gabinete de la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles. Ingresó en el CESID hace más de 30 años, apunta El Confidencial, y tiene profundos conocimientos sobre diplomacia y estrategia internacional, señalan fuentes próximas a este diario.

Aires nuevos para afrontar una nueva etapa sin Sanz Roldán. El general, en un seminario sobre seguridad celebrado esta semana en Toledo, entonó un discurso que sonaba a despedida: "Los militares no debemos ni pedir, ni rehusar. [...] Si hubiera otra vida, me gustaría vivir algo similar". Sea como fuere, el director del CNI se marchará sin aspavientos políticos y dejará el camino despejado a su sucesor (o sucesora).