El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha pasado de gobernar la región con Podemos a un pacto global para gobernar en los principales municipios con Ciudadanos. El presidente regional hacía tiempo que no ocultaba su disposición a pactar con el partido de Albert Rivera y se planteaba incluso hacerlo en la comunidad. Pero en las elecciones autonómicas, Page logró la mayoría absoluta mientras Podemos desaparecía del parlamento regional.

El verdadero partido bisagra es el PSOE de Castilla-La Mancha. Todo ello aumentando su poder territorial y pese a las graves discrepancias mantenidas en el pasado con Pedro Sánchez. El PSOE gobernará en las cinco capitales de provincia. En tres de ellas, Toledo, Guadalajara y Cuenca, el alcalde socialista lo será los cuatro años. Mientras, en Albacete y Ciudad Real se turnará con los candidatos de Ciudadanos, dándose estabilidad el uno al otro. Así, el PSOE arrebata al PP las alcaldías de tres de las cinco capitales de provincia: Guadalajara, Albacete y Cuenca. 

El pacto es global y abarca 20 municipios en los que o bien el PSOE pactaba con Ciudadanos o bien gobernaba el PP, Ciudadanos y Vox. El acuerdo desafía la máxima, muy coreada dentro del PSOE, de que "las tres derechas" pactan allá donde pueden. En este caso, las negociaciones lideradas por Page y su secretario de Organización, Sergio Gutiérrez, no sólo han permitido que Vox no sea decisivo en muchos e importantes municipios sino conservar y ampliar considerablemente la cuota de poder en el PSOE. 

Responsabilidad de evitar a Vox

"La responsabilidad del PSOE en la región ha sido esa. No abandonar a los municipios a las políticas extremas del PP con Vox, e intentar gobiernos de progreso", dijo Gutiérrez en una comparecencia pública. Según él, había "riesgo" de que Ciudad Real y Guadalajara dependieran de la "radicalidad de Vox". "Podrían haber entrado en una dinámica de cuestionar la igualdad de oportunidades o las políticas sociales", alerta. 

El abrazo de PSOE y Ciudadanos recuerda al pacto sellado por Pedro Sánchez y Albert Rivera en 2016 para tratar de gobernar España. Hoy parece ciencia ficción pero, a medida que han ido pasando las semanas, se demuestra que ha las fórmulas de gobernabilidad son diversas y pueden trascender tanto las dinámicas nacionales como los bloques ideológicos. 

Nada de "Con Rivera, no"

Por ejemplo: en la Comunidad Valenciana, Ximo Puig liderará un tripartito con Compromís y Unides Podem, este último con vicepresidencia en el Ejecutivo. Mientras, en Castilla-La Mancha el pacto es con Ciudadanos. En la comunidad de Page se escuchó con excepticismo el grito de la calle Ferraz, el 28 de abril, cuando varios cientos de militantes proclamaron que "con Rivera no" había que pactar. 

El presidente castellanomanchego ha sido en varias ocasiones un defensor de pactos diversos y un detractor de los vetos. Tras gobernar con Podemos y pasar a hacerlo con Ciudadanos, demuestra que es posible lo que en otros ámbitos parece una quimera. Y todo ello con evidentes beneficios para su partido.