En 2016, Pedro Sánchez dimitió como líder del PSOE. Aunque en la memoria colectiva sobrevive la durísima pugna por el poder dentro del partido, uno de los detonantes de la tormenta perfecta del socialismo fue el anuncio del entonces líder de intentar un gobierno con partidos independentistas, un plan que quería someter a un congreso exprés de la formación política. 

Sánchez se fue, forzado por sus compañeros, y volvió aupado por la militancia. La moción de censura de 2018 confirmó que la aritmética que había planteado dos años antes podía articularse y, en ese caso, el detonante fue una sentencia sobre la trama Gürtel que afectaba al PP. 

En febrero de este año, el Gobierno socialista presentó unos Presupuestos Generales del Estado que esperaba aprobar con los votos de la moción de censura. Sucumbieron en medio de una negociación sobre el futuro político de Cataluña y el jefe del Ejecutivo convocó elecciones. ERC, primer partido en presentar una enmienda a la totalidad al proyecto de cuentas públicas, había dado la puntilla a la legislatura a pesar de haber estado trasladando la impresión de que podría darle fuelle. 

Ahora, Pedro Sánchez está de nuevo en la casilla de salida. La de 2016, que acabó con su liderazgo, la de 2018, que lo resucitó definitivamente, o de las últimas elecciones generales, una especia de moneda al aire que acabó cayendo de cara para el PSOE. En todos esos momentos, los partidos independentistas fueron decisivos. En especial, ERC, partido con el que en principio los socialistas mantienen una afinidad ideológica. 

Más noes que síes

La investidura de Sánchez es en estos momentos incierta. Cuenta con "noes" muy tajantes de PP, Ciudadanos, Vox y Coalición Canaria. Los de Unión del Pueblo Navarro (UPN) también son más que probables. De nuevo, Sánchez deberá recibir el apoyo de partidos independentistas para gobernar. 

Este jueves, la vicesecretaria general del PSOE y portavoz parlamentaria, Adriana Latra, se reunió con los portavoces de JxCat y ERC, Laura Borràs y Gabriel Rufián, respectivamente. 

Al salir, los tres quedaron en seguir hablando. "Diálogo, diálogo, diálogo y veremos", resumió Rufián. En esta ocasión, una abstención de ERC, que tiene 15 escaños, sería suficiente para que Sánchez fuera investido con los "síes" del PSOE, Unidas Podemos y el PNV. 

¿Sobre qué dialogar?

Pero, ¿sobre qué dialogar? Y, sobre todo, ¿en qué se diferencia eso de una negociación? Rufián no fue claro acerca de sus condiciones: citó la investidura del próximo alcalde de Barcelona, que probablemente será de nuevo Ada Colau en detrimento de Ernest Maragall, de ERC; la salida del Gobierno de Josep Borrell, asuntos de política social y el derecho a decidir que según él Cataluña tiene. Pero no fue taxativo en cuanto a sus líneas rojas o peticiones irrenunciables. 

Borràs, por su parte, hizo hincapié en la situación de tres de los diputados suspendidos, que son de su partido. Pero tampoco avanzó mucho más. 

"No hay ninguna negociación", dijo por su parte Lastra. "No hemos iniciado ninguna negociación. Lo que hay es diálogo porque es lo que nos toca a los portavoces parlamentarios para sacar adelante una investidura". Pero, si se trata de un diálogo encaminado a lograr una posición política de ERC o JxCat, ¿en qué se diferencia de una negociación?

"Lo que les pido a todas las fuerzas políticas es que se abstengan o que no bloqueen". "O que se abstengan o voten a favor. Pero que no voten en contra", se limitó a decir Lastra. 

Iceta rechaza a los independentistas

Demasiadas preguntas flotan en el ambiente, pero tan solo una certeza. Salvo un nuevo giro de guión, Sánchez no tiene otra opción que depender de los partidos independentistas. De ellos, el PSOE ha dicho que no son de fiar y que nunca haría depender la gobernabilidad de España. 

El último en hacerlo fue Miquel Iceta, líder del PSC, en una entrevista con EL ESPAÑOL. "El independentismo no puede dar estabilidad a un Gobierno", según él. "Sería muy temerario algo así. No están en condiciones de dar estabilidad. Ya no es cuestión de voluntad. Se trata de su situación política, el juicio… todo lo impide. Están en una situación en la que aún no han sido capaces de asumir públicamente que se van a ajustar a la legalidad", dijo el líder del PSC.