Pedro Sánchez está de vuelta en la casilla de salida. La del día de las elecciones, hace ya 45 días, o incluso la de la moción de censura, hace poco más de un año. Su investidura como presidente del Gobierno depende, casi sin variaciones, de una aritmética muy similar a la que le permitió desalojar a Mariano Rajoy: Unidas Podemos, PNV y los partidos independentistas. 

La última semana ha servido para constatar lo obvio y lo difícil de las extrañas operaciones. Lo obvio es que PP y Ciudadanos no están dispuestos a abstenerse para facilitar la investidura del líder del PSOE. Este martes, tanto Pablo Casado como Albert Rivera lo dejaron claro pese a los argumentos que invitaban a lo contrario: la correspondencia con la abstención del PSOE en 2016, la posibilidad de erigirse como partidos que evitaron que la investidura dependiera de formaciones independentistas o incluso acuerdos políticos en materias concretas que, por otra parte, el PSOE tampoco les ofreció. 

La extraña operación era la conocida como "vía navarra": un intercambio del Gobierno de la comunidad foral y la investidura de Sánchez. En esa operación, sugerida la semana pasada por el líder de Unión del Pueblo Navarro (UPN), Javier Esparza, serían imprescindibles los dos diputados de la formación en el Congreso, pero acabó siendo descartada por el PSOE. Consistiría en lograr 173 síes (PSOE, Unidas Podemos, PNV, PRC y Compromís), frente a 172 noes (PP, Ciudadanos, Vox, ERC, JxCat y Bildu, descontando los votos de tres diputados suspendidos de JxCat) y las dos abstenciones de UPN. 

Iglesias acepta un "gobierno de cooperación" en el que insiste en entrar

Sumas y restas

"Lo que te suman dos te lo restan seis por el otro", aclaró Lastra este martes, en referencia a que dar a UPN el Gobierno de Navarra haría perder a Sánchez los seis escaños del PNV que necesita a toda costa. En paralelo, los socialistas reactivan la investidura de su candidata en la comunidad, María Chivite, aunque ésta necesitaría la abstención de EH Bildu. Si ella es presidenta, UPN no tendrá ningún motivo para facilitar nada a Sánchez. 

Sin PP y CS ni "vía navarra", a Sánchez le queda Pablo Iglesias y los partidos que le hicieron presidente. Su reunión de este martes fue "bien", según el líder de Unidas Podemos. "Estamos muy satisfechos", dijo Lastra por su parte. Eso sí, no trascendió nada de lo hablado más allá de una nueva expresión, "Gobierno de cooperación", que sirve a Unidas Podemos para seguir reclamando una coalición, aunque sin ese nombre, y al PSOE para descartarla, aunque no puedan hacerlo explícitamente. 

Pero, sobre todo, esa expresión sirve para no escenificar una ruptura antes de empezar a negociar y para entretener a los medios de comunicación, que intentaron sin éxito traducir a términos concretos las dos palabras. 

Los "fascículos" de Arrimadas

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez ganan tiempo sin explicar de qué hablaron en realidad durante la reunión y tampoco sin ocultar que sólo con PNV y partidos independentistas podrán superar los "noes". 

Según Inés Arrimadas, todo se encamina a esa fórmula y lo que Sánchez hace es ir vendiendo "por fascículos" las decisiones. Desde este martes ya puede culpar a PP y Ciudadanos de no colaborar y de abocar a Sánchez a apoyarse en partidos independentistas. La decisión de Sánchez de someterse a una investidura en julio incluso aunque no tenga la mayoría absoluta deja todo abierto y al albur de la decisión de ERC, JxCat y Bildu, con los que los socialistas aseguran que no pactarán nada.