La volatilidad del voto (o promiscuidad política del elector) es un hecho desde que en España emergió un sistema multipartidista, pero el reparto de buena parte del poder en España en dos citas electorales celebradas en menos de un mes deja más de una certeza.

La primera es que los electores varían mucho su voto entre elecciones incluso aunque estén muy próximas en el tiempo y los planteamientos generales de las campañas no cambien. Ya no hay miedo a fluctuar de una papeleta a otra. La segunda es que PP y PSOE, los partidos tradicionales, siguen manteniendo ventaja en las elecciones autonómicas, probablemente gracias a su profunda implantación territorial.

Entre una y otra conclusión se halla Ciudadanos, que en las elecciones generales superó en votos al PP en cinco comunidades, incluyendo Madrid y Andalucía, pero que en las autonómicas en Madrid volvió a situarse claramente por detrás de la formación que lidera Pablo Casado. En el partido de Albert Rivera incidió además un fenómeno más difícil de anticipar: la abstención de parte del electorado que confió en la opción naranja, lo que no le impidió superar sus cotas de apoyo de 2015, cuando el partido apenas echaba a andar en el ámbito nacional. 

Transferencias de votos entre partidos.

Esas son algunas de las conclusiones de un estudio de SocioMétrica para EL ESPAÑOL sobre la Comunidad de Madrid que tiene en cuenta tanto los resultados de los dos comicios como el CIS y el seguimiento o tracking de la propia SocioMétrica, estudios de opinión que permiten analizar el comportamiento del electorado de cada partido y sus cambios. 

Las transferencias de voto entre partidos son habituales y para comparar dos elecciones hay que recordar que los candidatos y la gestión son evaluados de forma diferente, aunque haya condicionantes generales. 

El PP, con electorado más fiel

En cualquier caso, el PP ha sido el partido que mantuvo un porcentaje del electorado más fiel entre ambas elecciones en la Comunidad, entre otras cosas porque la erosión causada por Vox y Ciudadanos dejó a la formación de Pablo Casado con una mayor proporción de fieles y convencidos.

Sólo el 64% de los que votaron socialista en las generales volvieron a hacerlo en las autonómicas por Ángel Gabilondo, algo que se explica por la fuerte marca de Más Madrid, que se lleva el 14% de su voto de las generales, y que Unidas Podemos haya resistido con Isa Serra al frente. Los electores de izquierdas tenían mucha oferta a la que votar. 

En el caso de Ciudadanos, llama la atención que un 32% de sus votantes en las generales se marchasen a la abstención. Rivera también sufrió agujeros que derivaron voto hacia PP y PSOE. En eso puede haber influido desde una menor fortaleza del cartel autonómico, encabezado por Ignacio Aguado, frente a la proyección de Rivera e Inés Arrimadas hasta la sensación en el electorado conservador de que dividir el voto beneficiaba a la izquierda.

Unidas Podemos sufrió una importante sangría hacia Más Madrid y, en menor medida, hacia el PSOE. Mientras, un buen número de votantes de Vox se fueron a PP y Ciudadanos. Según los cálculos de SocioMétrica, a razón de 81.000 para cada una de las dos formaciones. 

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El PSOE, partido más votado con diferencia, actuó como polo ante los descontentos de Unidas Podemos, de quien recibe 83.222 votos de las generales, pero son muchos menos que los que recorren el camino contrario, especialmente hacia las filas de Íñigo Errejón. 

Al PSOE le ha valido con mantener la estrategia de las generales y exhibir a Gabilondo, un candidato que no genera animadversión entre votantes potenciales que puedan proceder de otros partidos. Es la fuerza más votada, sí, pero por el desplome del PP. Logra el mismo número de diputados que en 2015, a pesar de que el PSOE ha aumentado su voto en casi toda España en las autonómicas. La competencia en la izquierda, especialmente por el buen cartel de Errejón, han incidido en el voto socialista. 

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Pablo Casado celebró junto a Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, sus candidatos en la Comunidad y en el Ayuntamiento de Madrid, sus resultados del 26 de mayo casi como si hubiera ganado las elecciones generales. Y eso que en la Comunidad de Madrid se dejó más de 300.000 votos respecto a 2015. 

El liderazgo de Casado parecía verse amenazado por un fuerte retroceso en las generales, pero en las autonómicas amortiguó la caída al configurarse una aritmética que permite un pacto de centro-derecha, como en Andalucía, con el PP en cabeza, Ciudadanos y Vox. Muchos votantes de Vox, hasta 81.000, se decantaron por el PP. O, acaso, volvieron a la casa madre. Una de las explicaciones puede estar en el voto útil ante lo ocurrido en las generales, cuando elegir a Vox no fue sinónimo de cambio en la Moncloa. De los que votaron a Ciudadanos, 75.239 se fueron al PP, probablemente por idéntico motivo. Aun perdiendo muchos votos, el PP puede vender que ha resistido y contenido la sangría. 

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Ciudadanos obtuvo nueve diputados más en la Asamblea de Madrid que los logrados en 2015, lo cual permitió a Rivera reivindicar un avance. Sin embargo, se quedó muy lejos de tener opciones reales de encabezar el Gobierno regional. 

El gráfico explica bien por qué. La proporción de votos que permanecieron fieles desde las generales a las autonómicas es mucho menor que en el PSOE o el PP. Hay considerablemente más colores. Tanto es así que prácticamente la mitad de su voto procede de otras opciones o de la abstención. El electorado de Rivera en las generales no acompañó a Aguado. Y eso que recibió importantes bolsas de voto de PP o Vox. 

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El gráfico de Más Madrid puede engañar. La coalición de Íñigo Errejón y Manuela Carmena no se presentó a las generales, por lo que el color de su bolsa de votantes más grueso es morado: son los electores de Pablo Iglesias. De ahí y de una parte del electorado socialista que se identifica más con Errejón (probablemente un electorado más joven y urbano) vienen sus votos. 

La exdirigente de Podemos Carolina Bescansa, una de sus fundadoras, considera que el espíritu original del partido resiste en formaciones que no llevan la marca que encabeza Pablo Iglesias. Es decir, que en Madrid la fuerza de Podemos se la ha quedado Errejón, mientras que Unidas Podemos viene a representar lo que en otras épocas fue Izquierda Unida. 

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Los datos analizados por SocioMétrica parecen darle la razón a la fundadora de Podemos. No sólo por los resultados definitivos sino por su desglose. Menos de dos terceras partes del voto de Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid vienen de las generales, a pesar de que Serra contaba con el aval de Pablo Iglesias, que además es madrileño, como Irene Montero, otra de las referentes de la formación. 

Unidas Podemos también recoge parte del electorado del PSOE, pero mucho menos que Errejón, percibido como más cercano ideológicamente por los socialistas, además de ser mucho más conocido que Serra. 

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El electorado de Vox en la Comunidad de Madrid proviene, sin apenas matices, del electorado de Vox en las generales. Los procedentes de otros partidos son testimoniales. 

El problema de Vox no fue la composición de su electorado el 26-M, ya que es homogéneo y parece que se trata de convencidos defensores de Santiago Abascal, sino los que se fueron al PP. De haber retenido a los que optaron por Isabel Díaz Ayuso, una candidata con un perfil duro, Vox habría tenido más de 360.000 votos. Aun así, Vox pasó de no tener ningún diputado en la Asamblea a lograr 12 y la llave del Gobierno de Díaz Ayuso. Puede ser un mal resultado respecto a las expectativas creadas en las generales, pero al mismo tiempo es excelente viniendo de la nada. 

Metodología

Para los cálculos, se ha utilizado un ajuste matricial interactivo entre el voto recordado en las generales y voto estimado a las autonómicas, corregido con el voto real ocurrido en ambos comicios. La matriz de partida ha sido una fusión entre la obtenida por el CIS en el preelectoral autonómico y la correspondiente al tracking propio de Sociometrica para El Español, publicada el día 20 de Mayo.