Manuel Valls vuela solo. En la mañana del lunes, el candidato a la alcaldía de Barcelona reconoció haber "fracasado" en su apuesta por hacerse con el bastón de mando de la ciudad condal tras haber sumado un concejal a los que en 2015 logró Ciudadanos. Al líder de la formación, Albert Rivera, le advirtió de que todo pacto con Vox en el resto de España podría provocar su marcha.

Valls se ha convertido en alguien incómodo para Rivera e Inés Arrimadas, todavía líder del partido en Cataluña, por su cruzada contra la extrema derecha. Él pide que se le otorgue credibilidad como ex primer ministro de Francia, país donde conoce de primera mano el avance de Marine Le Pen, que este domingo ganó las elecciones europeas a Emmanuel Macron, el presidente de la República. "Cualquier acuerdo con Vox para conquistar una comunidad autónoma o una gran ciudad, y pienso en la capital de España, sería una ruptura total y definitiva con un partido", advirtió. 

Al candidato le gusta ejercer su autonomía y ésta podría ser vital para que en Barcelona no haya un gobierno independentista. ERC, con Ernest Maragall a la cabeza, ganó las elecciones aunque empató a 10 concejales con Ada Colau, de Barcelona en Comú. ERC y Junts per Catalunya, que con Elsa Artadi logró cinco, suman 15 de los 41 concejales. Las opciones defensoras de la autodeterminación unilateral y de superar la Constitución no son, ni mucho menos mayoría. 

¿Alcalde independentista o no?

En un pleno municipal muy fragmentado, la primera pregunta que tendrán que responder los concejales es si el próximo alcalde será o no independentista. Maragall no piensa renunciar a la alcaldía y por eso busca un acuerdo, en primera instancia con Colau y JxCat. 

¿Está dispuesta Colau a apoyar a Maragall? Las discrepancias entre ambos vienen por el tercer socio imprescindible. Mientras que Maragall quiere a JxCat para reforzar el carácter independentista del acuerdo, Colau quiere al PSC para afianzar el peso de la izquierda.

El anuncio de Colau de iniciar conversaciones "discretas" con ERC y PSC más parece una forma de ganar tiempo y llega horas después de que el líder del PSC, Miquel Iceta, advirtiese a Maragall de que no cuente con sus votos. "Haremos lo que haga falta para que Barcelona no tenga un gobierno independentista", en palabras de Iceta. 

Las cartas están echadas. Colau debe decidir: si apoya a Maragall, la investidura del candidato independentista está sellada, pero el espacio de Barcelona en Comú probablemente herido de muerte. No en vano, la alcaldesa en funciones se ha caracterizado por una equidistancia exquisita entre el independentismo de izquierdas y el PSC, hasta tal punto que unos le reprochan su falta de compromiso con la república y otros que siempre opta por las tesis separatistas cuando está entre la espada y la pared.

Para que haya un gobierno no independentista en Barcelona tendrían que aliarse Barcelona en Comú, el PSC y Manuel Valls. La mayoría absoluta está en 21 escaños y entre los tres suman 24. Pero los tres tienen que comprometerse, ya que si no logran la mágica cifra, Maragall sería proclamado alcalde de manera automática por la legislación sobre las corporaciones municipales. 

Subirats, ¿opción de consenso?

Fuentes cercanas a Valls consultadas por EL ESPAÑOL aseguran que está dispuesto a apoyar a Colau para un segundo mandato si rompe claramente con el independentismo, una operación para la cual sería imprescindible el concurso del PSC. El propio Valls es el que duda de que Colau participase en una operación así y cree que la alcaldesa necesita más bien una salida digna para abandonar el Ayuntamiento en busca de nuevas aventuras políticas. Esa salida puede ser el salto a la política del conjunto de Cataluña, donde se avecinan unas elecciones autonómicas, o a la política nacional. 

Valls tendría más fácil apoyar a un candidato como Joan Subirats, número dos de Colau en la lista y de perfil menos soberanista. Podría ser una solución de compromiso que evitaría que Colau vinculase ya definitivamente su espacio al independentismo, algo con consecuencias electorales potencialmente catastróficas por las dificultades para distinguirse de ERC.

Si Colau rechaza a Maragall, se abre el juego para el PSC

Puede que Valls sea un actor imprescindible en la operación, pero no lo es menos Jaume Collboni, candidato del PSC, que ha doblado el número de concejales que logró en 2015. Su perspectiva es justo la contraria. Si Colau decide no apoyar al candidato independentista, el PSC podría hacerse con la alcaldía. 

A Collboni le separan dos concejales de Colau, pero los socialistas creen que sólo el PSC podrá ser quien de fraguar un pacto entre las tres formaciones. En el equipo de Collboni y todo su partido aún escuece la expulsión del equipo de gobierno municipal de Colau por apoyar la aplicación del artículo 155 de la Constitución y recuerdan que tanto Collboni como Valls se presentaron como alternativa a la actual alcaldesa. No confían en ella.

Por eso Collboni tiene también una oportunidad si logra convencer a Valls y a Colau de que siempre será mejor un acuerdo de centroizquierda no independentista que dejar que gobierne Maragall por ser la lista más votada.

En Ferraz apuestan fuerte y creen que Collboni tiene una oportunidad. Los socialistas harán lo que puedan para evitar que la alcaldía pase "a manos independentistas ni condescendientes con el independentismo", dijo el secretario de Organización, José Luis Ábalos, en referencia a Maragall y Colau.