¡Vox ha tocado techo! ¡Está bajando! Se habían publicado tantas encuestas que, en las últimas semanas, no ha sido muy fácil identificar qué significa a ciencia cierta esa frase, desde dónde cae Vox y cuánto. Su irrupción en política nacional se da por segura, pero al ser la primera vez que la formación está llamada a cosechar porcentajes de voto relevantes, que impliquen obtener representación parlamentaria, ponerle el cascabel al gato se ha convertido en todo un reto para la cocina de los sondeos. En la capacidad de las casas de encuestas para identificar cuánto hay de apoyo real y cuánto no reside, en realidad, su justificación como empresas.

Si se atiende a los promedios del conjunto de encuestas, Vox está en torno al 10%. En algunas supera ampliamente ese porcentaje y en otros se queda a las puertas, pero en la mayoría se aprecia un leve descenso desde hace un mes. ¿En todas? No.

El Centro de Investigaciones Sociológicas publicó este martes su macrobarómetro preelectoral, esta vez con cocina (es decir, sin los datos en bruto, como en barómetros previos) y metodología capitaneada por su presidente, José Félix Tezanos. Vox está en el 11,9% de los sufragios, superando en diputados a Unidas Podemos y pisándole los talones a Ciudadanos, con quien no pocas voces sugieren que competirá en la práctica por convertirse en el tercer partido de España. 

Los resultados distan mucho de los publicados hace un mes, cuando el CIS aseguraba que un 5,9% de los electores españoles optaban por el partido que lidera Santiago Abascal. En tan solo un mes, mientras las casas de encuestas privadas mostraban un leve descenso de Vox, el instituto dirigido por Tezanos apunta a que no sólo avanza sino que dobla sobradamente sus apoyos. No es fácil encontrar precedentes de una progresión similar, especialmente en un partido de esas dimensiones y cuando todas las demás casas de encuestas apuntan de forma agregada a una leve caída. 

Con la cocina tradicional Vox está en el 9%

De haberse aplicado la cocina tradicional del CIS, basada en el recuerdo de voto y exclusivamente los datos del propio instituto público, Vox se situaría en el 9%, es decir, 2,9 puntos menos de la estimación publicada por Tezanos. La cifra encajaría más no sólo con el resto de encuestas sino que haría menos abrupta la subida de Abascal en tan solo un mes, aunque seguiría siendo pronunciada. 

El PP, por su parte, estaría 2,9 puntos más alto (los mismos que el CIS otorgó de más a Vox), situándose en el 20,1% de los votos, según estudios demoscópicos hechos tras la publicación del macrobarómetro y consultados por este diario.  

Vox en el debate menos de 24 horas después

Menos de 24 horas después, el PSOE hacía público su anuncio. "El Comité Electoral del PSOE anuncia la disposición de Pedro Sánchez a debatir el próximo 23 de abril con los candidatos de PP, Podemos, Ciudadanos y VOX".

¿Por qué un debate a cinco y no un cara a cara o uno sin Vox, para el que en teoría el PSOE quiere el menor espacio posible en la vida pública española? Se trata de "fuerzas políticas que presentan candidaturas en todas las provincias de nuestro país y que, según la encuesta preelectoral del CIS conocida esta semana, superan el 10% de intención de voto a nivel nacional". ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Va Vox al debate por haber superado el 10% o ha superado el 10% para ir al debate?

El PSOE, que durante semanas aseguraba que no aclaraba su participación en los debates por cuestiones de estrategia, esperó al CIS para revelar su decisión. Con la cocina tradicional del sondeo y el requisito explicado en el comunicado oficial, el PSOE no podría haber invitado a Abascal a debatir, a pesar de que puede convenirle para dividir a la derecha y movilizar a sus propios votantes. 

Conviene al PSOE, "pero al país no"

Así lo confesó el número tres de los socialistas, José Luis Ábalos, en una entrevista concedida esta semana a 20minutos. "¿Debatir con Vox?", le preguntan en el diario. "No lo tenemos decidido. Es una amenaza democrática, una alternativa neofranquista y un problema de la derecha. A nosotros electoralmente nos podría venir bien, pero al país no", dijo.

Sánchez lleva desde principios de octubre alertando del peligro de la ultraderecha, un factor que los estrategas de Ferraz consideran determinante en la movilización de su electorado más tradicional y en el acceso al centro, haciendo que vuelvan los electores de un Ciudadanos más empeñado en ser alternativa al presidente y competir con el PP. 

Invitar a Vox al debate contradice todo el discurso público del PSOE, que dice no querer legitimar a Abascal como interlocutor y asegura que nunca se sentará en una mesa con él. Pero en el debate del 23 de abril, Sánchez compartirá espacio en igualdad con el líder del partido de extrema derecha, que lo podrá tratar de tú a tú. Si Abascal lo hace bien, la necesidad de los socialistas de pararlo en las urnas se acrecentará mientras menguan los votos a PP y Ciudadanos.