Tras seis meses de prisión preventiva en la cárcel de Brians 1, Manuel Murillo Sánchez, el exatleta y supuesto francotirador detenido en Tarrasa el pasado 19 de septiembre por amenazas contra el presidente del Gobierno, empieza a asumir que su caso no se resolverá por la vía rápida.

Según fuentes penitenciarias que han tenido contacto con el recluso, Murillo se siente utilizado por Vox. "Es lógico", afirman dichas fuentes. "Vox lo denunció por lo que él considera una fanfarronada sin trascendencia y gracias a esa denuncia el partido de Abascal pudo presentarse en público como una formación limpia y alejada de cualquier extremismo". 

Murillo ha asumido también que su prisión preventiva se alargará con mucha probabilidad hasta los dos años máximos que determina la ley. "Los dos años de preventiva se los va a comer casi seguro porque, por muy rápido que se desarrolle la instrucción del juicio, un año o un año y medio no se lo quita nadie", afirman las mismas fuentes. "Y cuando la imputación es por homicidio, o por narcotráfico a gran escala, o por asesinato, o por atentado contra el presidente del Gobierno… pues ya puedes imaginarte".

Según explican los trabajadores de la prisión, Manuel Murillo, preso en el módulo 4 de preventivos de la prisión Brians 1, en Sant Esteve de Sesrovires, a unos cuarenta kilómetros de Barcelona, tiene un comportamiento impecable. "Tiene comunicaciones familiares y de bis a bis, y le van visitando sus familiares y otros allegados. Habla en catalán con los trabajadores de la cárcel y su actitud es inmejorable. Gracias a ello le han concedido algunas comunicaciones extraordinarias". Y añaden: "Está bien adaptado y comparte celda con un hombre mayor que él".

"Se hizo el fanfarrón"

Manuel Murillo, vigilante de seguridad, fue detenido por los Mossos d'Esquadra después de que amenazara al presidente del Gobierno en un chat de WhatsApp que compartía con otras seis personas. "Necesito algún periodista que me pase información de la agenda de Pedro Sánchez. Pienso alquilar un piso cerca y preparar todo como en la peli Una bala para el Rey. Soy bastante bueno disparando. Sería lo más rápido para que hubiese elecciones ya y sacar a ese hijo de puta de en medio", escribió Murillo en el chat. Una de las participantes en él, coordinadora local de Vox en Barcelona, juzgó creíbles sus amenazas y le denunció a la Policía.

Tras su detención, los Mossos informaron al servicio de seguridad de Moncloa, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. El Juzgado de Instrucción número 4 de Tarrasa decretó su ingreso en prisión el 21 de septiembre tras acusarle de homicidio con agravante de autoridad, conspiración para atentar contra autoridad con uso de arma, tenencia ilícita de armas, delito de odio y amenazas graves. La Audiencia Nacional descartó, sin embargo, el delito de terrorismo

"Él mismo ha asumido que por hacerse el fanfarrón le puede caer la del pulpo. También dice que no pretendía atentar contra Pedro Sánchez ni nada remotamente parecido. Además, asume que le condenarán por tenencia ilícita de armas, porque es cierto que no las tenía registradas legalmente, pero niega cualquier otro delito" explican fuentes penitenciarias. 

En realidad, Murillo tiene motivos para un cierto optimismo. "Durante el juicio oral le podría ocurrir como a Sandro Rosell", dicen desde prisión. "Dependiendo de las conclusiones a las que se llegue, si la Fiscalía rebaja penas, al final el propio juez acabará sacándole de la prisión porque… ¿por qué se mantiene a un preso en prisión? Porque hay una previsión de que le van a caer siete, ocho o diez años. Pero si la previsión es que le caigan seis, cinco o cuatro, lo normal es que le liberen mientras se desarrolla el juicio".

Sin militancia conocida

La detención de Manuel Murillo no trascendió hasta dos meses después de su ingreso en prisión. Campeón de España de ultramaratones (100 kilómetros) en la década de los noventa, tirador aficionado y fabricante de balas y flechas, Murillo almacenaba un arsenal de dieciséis armas en su casa que, según el análisis de varios expertos, no se correspondían ni por asomo con los de un tirador profesional y cuyo valor a duras penas alcanzaba los siete u ocho mil euros. 

Murillo no tiene antecedentes penales. Tampoco tiene problemas psicológicos, ni milita en ningún colectivo radical o de extrema derecha, ni se le conoce plan alguno para atentar contra el presidente más allá de la amenaza vertida en el chat, de la que Murillo siempre se ha defendido diciendo que sólo estaba faroleando con el objetivo de impresionar a sus interlocutores.

Independientemente de los cargos derivados de las amenazas vertidas en el chat, la posesión de un fusil CETME de coleccionismo modificado podría acarrearle a Murillo una pena de entre uno y tres años de cárcel, aunque primero debería demostrarse que este estaba operativo.

La ballesta con dardos de madera de fabricación casera que obraba en su poder es, por su lado, un arma deportiva que requiere de un permiso de tipo E. Murillo disponía de él, aunque no había declarado el arma. En este caso, la sanción para el acusado sería meramente administrativa y se solventaría con una simple multa. El resto de las armas que obraban en su posesión son intrascendentes a efectos penales.