La Policía Nacional seguía desde un año antes de los atentados del 11-M a Serhane Ben Abdelmajid, conocido como El Tunecino, uno de los principales autores del ataque que dejó 191 víctimas mortales en Madrid. En total, los agentes practicaron 132 vigilancias sobre él y otros presuntos yihadistas. Incluso intensificaron dos meses antes de los atentados  las guardias en su trabajo y en su casa, ante la sospecha de que había escapado o estaba residiendo fuera de su vivienda habitual.

Sin embargo, un mes antes del ataque a los trenes esa vigilancia se redujo notablemente, hasta extinguirse el 8 de marzo de 2014, tres días antes de la jornada fatídica. ¿El motivo? Según confirman a EL ESPAÑOL varias fuentes relacionadas con la Seguridad del Estado, parte de los efectivos de la Brigada Provincial de Información, encargada entonces de investigar a El Tunecino por mandato de la Audiencia Nacional, fue destinada a garantizar la seguridad de la boda de Felipe VI con Letizia.

El enlace estaba fijado para el 22 de mayo de 2004, pero los preparativos de seguridad comenzaron mucho antes. España se jugaba mucho en ese acto, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Las televisiones batieron récords de audiencia y 25 millones de personas siguieron el enlace, un dato nunca alcanzado hasta entonces en España. El dispositivo de seguridad tenía que estar a la altura del acontecimiento. El 17 de febrero de 2004, un mes antes de los atentados, los efectivos que investigaban a El Tunecino recibieron la orden directa de dedicarse al enlace real.

Había que vigilar la zona con semanas de antelación, planear rutas de escape, controlar a los movimientos radicales, la inviolabilidad del subsuelo, garantizar la existencia de inhibidores electrónicos suficientes para frustrar posibles ataques remotos, velar por la seguridad de todos los invitados y, sobre todo, anular las principales amenazas para la Seguridad que tenía el país -la banda terrorista ETA y el terrorismo islámico- para que no aprovecharan el evento para atentar.

Aquel trabajo, junto con todas las labores de Inteligencia, recibió el nombre en clave de operación Axis, mientras que la seguridad de los invitados y el control sobre el terreno fue apodado operación Lazo. Según datos oficiales, ese dispositivo de seguridad costó en total siete millones de euros e involucró a 20.000 agentes.

La casa de Morata de Tajuña

La mayoría de los agentes de Información de la Policía Nacional en Madrid fueron destinados aquellas semanas a participar en el operativo de la boda. Eso afectó a las diligencias previas 230/03 de la Audiencia Nacional, la causa en la que estaba siendo investigado El Tunecino. No fueron las únicas. 

El 28 de septiembre de 2004, el Gobierno presentó ante la comisión de investigación de los atentados en el Congreso un informe de la Guardia Civil que revelaba que el instituto armado había controlado la casa de Morata de Tajuña, donde se elaboraron los explosivos, hasta un día antes de la comisión de los atentados. Tampoco detectaron nada. Fuentes consultadas por EL ESPAÑOL reconocen que, en esa fechas, también los agentes de Información de la Guardia Civil en Madrid estaban centrados en gran medida en la seguridad de la boda de Felipe VI.

Sin embargo, las mismas fuentes reconocen que hace 15 años la especialización de los agentes sobre terrorismo islamista era menor que la actual, y sobre todo su número. En 2004, ETA todavía atentaba y, de hecho, se cobró 12 víctimas mortales hasta 2011 , cuando decidió hacer público el cese de la violencia. Por eso, en marzo de 2004 la mayoría de los agentes de Información e Inteligencia estaban especializados en el terrorismo etarra, después de años de atentados y asesinatos. Algo que cambió tras el 11-M.