El político y expresidente del PNV, Xabier Arzalluz, ha fallecido este jueves a los 86 años de edad en Bilbao. El PNV lo confirmado en un tuit en el que ha lamentado la pérdida de una "persona, un jeltzale y un abertzale ejemplar".

Arzalluz se afilió al PNV en 1968 y fue elegido diputado nacional por Guipúzcoa en la legislatura constituyente de 1977, cargo en el que fue reelegido en los comicios de 1979. Fue nombrado presidente de la Ejecutiva del partido en 1980 y se mantuvo en el puesto hasta 2004.

Jefe indiscutible de partido

Arzalluz nació en 1932 en la Gipuzkoa profunda, en Azkoitia, pueblo euskaldún, religioso, en el seno de una familia carlista. Con esta crianza, sus primeros pasos estaban casi predestinados: A los diez años ya entró en el seminario de Durango y luego en el de los jesuitas.

Su paso por la compañía de Jesús le concedió una sólida preparación intelectual -abogado, amplió estudios, como hacían muchos jesuitas en aquella época, en Alemania, y hablaba cinco idiomas-, la base de sus discursos futuros llenos de citas.

Dejó los jesuitas en 1967, se casó, tuvo tres hijos, y en los últimos años del franquismo dio clases en la universidad de Deusto, mientras ya formaba parte de las ejecutivas clandestinas del PNV.

Fue en la transición cuando su figura emergió a la luz pública, ya que fue el portavoz del PNV en el Congreso en las Cortes Constituyentes. En aquellos años, entre 1977 y 1979, cuajó su relación con los que luego fueron los "popes" de la política española, desde Suárez a Felipe González, pero también una rivalidad: la de Carlos Garaikoetxea, su enemigo íntimo.

Arzalluz era un hombre de partido: el único cargo público que tuvo fue el citado de diputado, que dejó en 1980, para ser presidente del PNV. De hecho, fue el artífice de la dicotomía que sigue practicando el PNV: los cargos del partido y del gobierno vasco son incompatibles, y mandar, manda el partido, el gobierno gestiona.

Esa fue una de las razones de su enfrentamiento con el entonces lehendakari, Carlos Garaikoetxea, que estaba en la cima de su popularidad y quería el poder. Acabó como el rosario de la aurora, con Garaikoetxea creando la escisión, Eusko Alkartasuna.

Fue entonces cuando Arzalluz aguantó el tirón, sostuvo al PNV y se convirtió en el jefe indiscutible del partido durante quince años. Dejaba gobernar a Ardanza, que "se maneja muy bien entre tanto papel", decía Arzalluz.

Sus adversarios le temían por sus conocimientos, e incluso le tachaban de soberbio, pero sus compañeros de partido le adoraban por lo mismo, y porque en los mítines se remangaba la camisa hasta el codo, como si estuviera todavía en la plaza de Azkoitia, alzaba las manos y enardecía a las masas con su verbo afilado.

Un espectáculo en los mítines, un pragmático en los despachos: pasó de negociar con Felipe González a lograr un pacto con José María Aznar cuando éste llegó al poder, entre elogios mutuos que hoy suenan tan lejanos.

Y es que durante los años ochenta y casi todos los noventa Arzalluz fue un moderado: defendió el "espíritu del Arriaga" en el que reconocía el pluralismo de la sociedad vasca, y el PNV gobernó en Euskadi largos años con el PSE.

No faltaron algunas frases polémicas, como aquella de "unos sacuden el árbol, otros recogemos las nueces", en referencia al terrorismo, pero era un figura muy respetada.

Fue a finales de los noventa cuando Arzalluz, que había apadrinado la subida de Ibarretxe a la presidencia vasca, asumió las tesis de éste y apostó por la autodeterminación. Entonces dejó otra frase: tildó de "michelines" del partido a los que se oponían al soberanismo.

Fueron años muy complicados, y Arzalluz dejó la política en 2004. Él, que lo había sido todo, fue aparcado por una generación joven. Una escena en un Alderdi Eguna resumió el relevo: Ibarretxe le dio una abrazo y le dijo "Xabier, te queremos". Arzalluz le miró atónito, incrédulo ante lo que sonó a un relevo en público.

Así fue: en 2004 dejó la presidencia del partido. Se retiró un poco desencantado. No ejerció ninguna tutela y sus apariciones públicas y sus entrevistas fueron contadas. Se fue de verdad.

"Guía de la construcción nacional"

El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha expresado su pesar por el fallecimiento del expresidente del PNV, al que ha definido como "guía de la construcción nacional y social de Euskadi durante la transición y la democracia".

Urkullu, a través de un mensaje publicado en las redes sociales, ha definido a Arzalluz como "una gran persona" y como un "trabajador militante siempre en defensa de Euskadi".

El lehendakari ha subrayado que el expresidente del PNV fue "una mente brillante", y que se caracterizó por "una personalidad arrolladora y una entrega absoluta a favor de la causa del Pueblo vasco".

"Arzalluz  fue un abertzale, militante y dirigente ejemplar para toda una generación". "Nos ha legado su pasión por Euskadi y su constancia en la construcción nacional y social de nuestro país", ha subrayado.

El lehendakari, que ha mostrado su solidaridad a los familiares y allegados de Arzalluz, así como a todos los 'jeltzales', ha señalado que el expresidente del PNV fue el "guía de la construcción nacional y social de Euskadi durante la transición y la democracia".