Difícil sorprender a los funcionarios de prisiones, curtidos -a su pesar- en las situaciones más extremas. Los reclusos emplean sus argucias para saltarse las normas y lograr sus fines al margen de la ley. En los últimos tiempos han encontrado un aliado en la tecnología, con la que mantienen sus vínculos con el exterior. Hablamos de micromóviles del tamaño de la tapa de un bolígrafo y de relojes inteligentes. También se investiga el posible uso de drones para introducir droga en las cárceles.

Se dicen desbordados. Los funcionarios de prisiones reivindican más medios para mantener a salvo su propia seguridad y la de los reclusos. El día a día entre yihadistas, traficantes de drogas y criminales baila sobre una frágil tensión que en cualquier instante puede convertirse en conflicto. 

Las normas claras, pero los delincuentes se las ingenian para encontrar subterfugios. También en lo referente a la comunicación con el exterior. Así lo atestiguan los funcionarios de la cárcel de Tenerife II, que en los últimos meses han intervenido varios micromóviles del tamaño de una tapa de bolígrafo o de un mechero.

Los familiares de los presos aprovechan los vis a vis para introducir los terminales. Según explica Rafael Paniza, de la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP), en agosto se intervino un micromóvil a una mujer que acudía al centro para reunirse con uno de los presos. Lo llevaba dentro de su ropa interior y fue detectado por los escáneres.

Son teléfonos que, en buena medida, están construidos en plástico, por lo que no siempre es fácil detectarlos. Son fáciles de esconder por su pequeño tamaño y se venden en webs de Internet por precios bajos, poco más de 10 euros. Se cargan fácilmente con pilas gracias a un adaptador.

Estos terminales ya han causado serios problemas de seguridad en prisiones de países vecinos. El diputado británico David Lidington alertó de su peligro a finales de 2017 en un debate sobre los centros penitenciarios del país: "Pido a los vendedores online que retiren los productos en sus plataformas que están claramente destinados a ser utilizados para evadir las medidas de detección en prisión".

Relojes inteligentes... de uso ilegal

Cualquier sistema de comunicación con el exterior está estrictamente prohibido en los centros penitenciarios, pero los reclusos se las ingenian para mantener abiertas sus vías. En una línea muy parecida a lo que ocurre con los micromóviles, desde APFP denuncian un recurso cada vez más frecuente entre los presos: los smartwatch.

Los relojes no están prohibidos. Y existen relojes inteligentes con sistemas de comunicación que fácilmente pueden pasar por relojes corrientes. En las cárceles ya se han intervenidos algunos modelos de la marca Apple antes de que los familiares se los entregaran a los reclusos.

Drones para el envío de drogas

La investigación está abierta. Los hechos pueden guardar una relación que despierta las inquietudes de los funcionarios. Ocurrió recientemente en el módulo 9 del centro penitenciario de Alhaurín. Los funcionarios localizaron dos bolsas en cuyo interior se escondían 300 gramos de hachís y un teléfono móvil. Los paquetes estaban atados con dos anillas cada uno.

"Los funcionarios y funcionarias del centro penitenciario de Alhaurín sospechan que la introducción de dichas bolsas puede ser debido a que durante el día anterior se divisaron varios drones por el perímetro y puedan ser presuntamente los que hayan lanzado las dos bolsas al patio del módulo 9", señala APFP en un comunicado.

Desde la asociación exigen refuerzo de personal para afrontar sus funciones en "buenas condiciones": según sus cifras, en junio de 2018 había 3.479 plazas sin cubrir. Piden más manos para detectar los agujeros de seguridad que los avances tecnológicos -entre otros- les brindan a los presos.