Ana Pastor va por libre. La presidenta del Congreso invitó el lunes al president de la Generalitat, a debatir en el Congreso de los Diputados su proyecto para Cataluña. Lo hizo como tercera autoridad del Estado, no como diputada del PP. Su propio partido calificó la decisión de la presidenta de la Cámara Baja como una iniciativa personal, con "buen criterio" pero que no iba a servir para nada, según explicó la portavoz popular, Dolors Montserrat. Torra, a través de la portavoz del Govern, Elsa Artadi, reconoció su sorpresa por el "titular" y ganó tiempo pidiendo a Pastor "más detalles" sobre un debate al que el president "no se cierra". 

Este miércoles, el entorno de Ana Pastor explicó que la presidenta está dispuesta a recibir a Torra incluso para un debate que no incluya una votación al final en la que el Congreso se pronuncie sobre el proyecto independentista, según fuentes de su equipo citadas por EFE y Europa Press. 

La iniciativa personal de Pastor contrasta enormemente con las contundentes posiciones del PP y Ciudadanos frente a Torra. Este mismo miércoles, la portavoz popular en la Comisión de Política Territorial del Congreso, Alicia Sánchez Camacho, consideró una "farsa" el diálogo con la Generalitat, algo "imposible" por más que sea bienintencionado. Lo hizo en respuesta a la "debilidad" y la "ingenuidad" del Gobierno de Pedro Sánchez, al que advirtió de que los independentistas son "insaciables". 

Ana Pastor junto a Pablo Casado el pasado lunes. Fernando Alvarado Efe

En el Gobierno no tienen muy clara la estrategia de Pastor. Tanto es así que les cogió por sorpresa su anuncio. "El Gobierno se enteró cuando lo anunció Pastor" en un desayuno informativo, explican fuentes oficiales, que recuerdan que desde el Ejecutivo no se ha hecho "ninguna valoración ni en público ni en privado".

Todo ello a pesar de que la iniciativa bien podría venir a complementar sus propios esfuerzos. El PSOE siempre ha defendido una comisión territorial en el Congreso para negociar una solución para Cataluña, aunque fue boicoteada por Unidos Podemos y los nacionalistas. Desde su llegada al poder, el PSOE ha pretendido liderar un diálogo entre Gobiernos con el que pretende evidenciar precisamente su distancia respecto al PP. 

La letra pequeña del debate

Un debate en el Congreso tiene sus intríngulis. Para empezar, porque hay que decidir el orden del día y los tiempos de los oradores, pero también si se acompaña de alguna resolución que se pueda someter a votación. A falta de encontrarle anclaje concreto en el reglamento, Artadi ya ha expresado sus dudas sobre los temas que se deberían tratar. "No sabemos si la idea es que haya un monográfico sobre la situación catalana, sobre las demandas de los catalanes, pero también la falta de democracia, la vulneración de derechos o la represión", dijo el lunes. 

La ausencia de votación a la que parece estar dispuesta Pastor (aunque no se ha pronunciado aún en público sobre eso) marcaría una diferencia con iniciativas sobre el Plan Ibarretxe para Euskadi, que fue escuchado en la Cámara Baja y rechazado por los parlamentarios. El equipo del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero todavía se enorgullece de esa gestión para encauzar, pero también neutralizar, una posible amenaza a la integridad territorial. 

Puigdemont no quería votación

El Congreso también ofreció a Carles Puigdemont un debate, pero éste lo rechazó siempre porque no quería que su voz fuese contrarrestada por la de la mayoría de los portavoces, que entonces como ahora rechazan la independencia, especialmente la unilateral. Puigdemont no estaba, bajo ningún concepto, dispuesto a acudir a una sesión plenaria en la que una votación evidenciase los limitados apoyos en la cámara de representación.

La iniciativa de Pastor sorprende especialmente en una semana en la que Torra ha anunciado, desde un teatro a falta de un hemiciclo (el catalán está cerrado por desacuerdos entre fuerzas independentistas) que no dará un paso atrás y no acatará las sentencias del Tribunal Supremo salvo si absuelven a los políticos independentistas.