La guerra ha estallado en Sarunia, un Estado ubicado en el extremo oriental del África subsahariana. La inestabilidad en el país vecino de Celego ha hecho que cientos de miles de personas hayan huido hasta territorio saruniano, provocando graves enfrentamientos con la población local. El Grupo Revolucionario del Cielo, una guerrilla de tintes religiosos liderada por un señor de la guerra, azuza el conflicto. La inestabilidad se ha trasladado hasta el mar: los piratas asaltan los barcos cargados de ayuda humanitaria para los refugiados. La intervención militar española es fundamental para que esta ayuda llegue a su destino.

Se trata de una guerra a todos los efectos que estos días el Ejército español recrea en las aguas que bañan las costas de Rota (Cádiz). Sobre el papel podría guardar ciertos paralelismos con la situación que se vive en Somalia desde hace dos décadas. Maniobras de guerra bautizadas con el nombre de Milex 18, imprescindibles para alcanzar uno de los objetivos clave a los que aspiran las Fuerzas Armadas.

¿Cuál es el fin de estos ejercicios? Toda base militar requiere demostrar que es capaz de atender una crisis de este nivel para convertirse en Cuartel General Operacional (OHQ) de la Unión Europea, calificación que la Armada española aspira obtener para las instalaciones de Rota.

Pero las aspiraciones no acaban ahí. En una fase final, Rota pretende convertirse en el centro de mando de la Operación Atalanta que la Unión Europea tiene desplegada en aguas del Índico de lucha contra la piratería. Actualmente esta responsabilidad recae en el cuartel de Northwood, en el Reino Unido, pero la ruptura del Brexit ha obligado a la UE a buscar un nuevo emplazamiento. Es aquí donde Rota entra en juego.

No es casualidad que los ejercicios del Milex 18 recreen el escenario de Sarunia, un país ficticio africano azotado por la inestabilidad interna, el terrorismo y los señores de la guerra; una guerra que se traduce en la actividad frenética de los piratas, ávidos por hacerse con los botines de los barcos que trasladan ayuda humanitaria. Esa descripción encaja a la perfección con los acontecimientos que han sacudido Somalia y sus aguas en las últimas décadas.

Para demostrar estas capacidades, la Armada ha desplegado frente a Rota a sus efectivos. En total, 44 militares intervienen desde tierra como base de operaciones y otros 62 viajan a bordo del buque Castilla, en movimientos similares a los que se encontrarían en Somalia. Todas estas acciones se trasladan a otro grupo de efectivos que estos días se encuentran en Bruselas. Este lunes, además, en presencia de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal y otros altos cargos castrenses, se desplegarán más efectivos.

Práctica como prevención. Para que, llegado el momento de intervenir, el engranaje funcione con suavidad.

Las bazas de Rota

La candidatura que España -con el apoyo de Francia- ha presentado para hacerse con el cuartel de la Operación Atalanta pugna con la de Italia, que también ostenta el cuartel de la Operación Sophia de lucha contra el tráfico de seres humanos en el Mediterráneo.

España, para reforzar su candidatura -supervisada por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Fernando Alejandre-, pone el foco en una serie de datos: el Ejército español ha sido el único que ha permanecido de forma constante en la operación Atalanta desde su despliegue en 2008. Desde entonces, 37 embarcaciones españolas han participado en el operativo; 31 rotaciones del Ejército del Aire han prestado apoyo a la misión desde Djibouti.

Con esa carta de presentación, Rota se postula como Cuartel General Operacional (OHQ) de la Unión Europea y, en última instancia, para convertirse en el cerebro de la operación Atalanta. La guerra de Sarunia es su prueba de fuego para alcanzar estas aspiraciones.

Fragata 'Victoria'. Participación en operación Atalanta en 2016