"Señor presidente: ¿sabe usted cómo es el día a día de una camarera de piso?". Silencio en el hemiciclo. Alguna que otra cara de circunstancias. Hace ahora un mes, la senadora por Gran Canaria María José Santana, de Nueva Canarias, se dirigía directamente a un atento Mariano Rajoy en la sesión de control de la Cámara Alta para hablarle de las kellys. Empleaba un tono sencillo, sin artificios y muy firme que impactó a muchos senadores de distintos partidos. También al presidente del Gobierno, como él mismo reconoció.

"Soy hija de gobernanta de pisos, sobrina de camareras de piso, prima de camareras de piso. He vivido esta realidad con mis propios ojos, de primera mano. Las he visto sufrir. Las he visto aguantar. He sido testigo durante 40 años de ese esfuerzo que ha levantado familias en Canarias. Que ha permitido que personas como yo se formen, estudien y estén aquí trabajando para plantear la defensa de los intereses generales", le dijo. 

La realidad que describía era la situación de en torno a 200.000 mujeres, porque más del 90% son mujeres, que limpian y ponen a punto habitaciones de hotel o apartamentos para que otros los disfruten en el segundo país del mundo que más visitantes recibe al año.

Las contínuas externalizaciones han precarizado su trabajo. Los contratos por semana convierten a una enfermedad en una pesadilla y a un embarazo en una quimera. Las enfermedades que sufren no están reconocidas como laborales y muchas acaban cobrando una pensión no contributiva tras décadas fregando suelos y haciendo camas. Pero la mayoría no llegan a jubilarse en activo. Tienen que dejarlo antes porque no pueden más. 

Las Kellys, "las que limpian"

Son las Kellys, literalmente, "las que limpian", explica a EL ESPAÑOL Myriam Barros, la presidenta de la principal asociación en toda España que este jueves se reunirá, con otras cuatro compañeras, con Rajoy en el mismísimo palacio de la Moncloa. Una de las camareras que participará en la reunión tiene una discapacidad en una mano del 33% nunca reconocida como consecuencia de su actividad laboral. La propia Barros se acaba de reincorporar de una baja de cinco meses por ansiedad severa. "Y en mi hotel estamos mejor. Yo soy una auténtica privilegiada", explica. 

Fue el discurso de López Santana lo que llevó a Rajoy aceptar recibirlas. La reunión será este jueves. En el Senado, Rajoy leía un papel que seguramente le habrían preparado sus asesores. López Santana le hablaba de un día a día que conocía bien y que llevaba mucho tiempo queriendo denunciar desde la primera fila de la política. 

Así es una "huelga a la japonesa diaria"

"Se empieza limpiando las zonas comunes: recepción, piscina, pasillo, restaurante, cafetería. Luego, cada camarera tiene que limpiar unas 20 habitaciones y mover y hacer más de 40 camas en un día. Para poder hacerlo, empujan un carro de más de 100 kilos. Esto, las que tienen suerte. Las hay que tienen que cargar con un cubo con seis botellas de un litro con lejía, quitagrasas, friegasuelos, ambientador... y en el otro brazo una bolsa con papel higiénico industrial, trapos de limpiar, paños de cocina y añadir la ropa limpia con la que van a vestir las habitaciones en menos de 12 minutos".

Según López Santana, una camarera de Gran Canaria contó con una aplicación los pasos de una jornada laboral: 17:000. 12 kilómetros y medio. "La jornada laboral de la camarera de piso es una huelga a la japonesa diaria", denunció. López Santana no participará en la reunión, ya que quiere que las cinco mujeres se vean con Rajoy "sin tutelas". 

Encabezará la delegación Barros, presidenta de las kellys de Lanzarote y de España, que no es muy optimista. "Creemos que nos recibe por electoralismo, como un acto de precampaña. Pero hasta estas ocasiones hay que aprovecharlas. Cuando hemos explicado en muchos foros cómo trabajamos hemos escuchado cómo se nos decía que nuestra realidad no se conoce", explica.

Son tres las reivindicaciones principales: la reforma del artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores que regula las subcontrataciones para limitar las externalizaciones que han hecho a algunas trabajadoras ver recortado hasta en un tercio su salario. "Si un hotel vende habitaciones limpias, necesita camareras. No puede externalizarlas, es una parte esencial de la empresa", explica Barros. Los problemas son varios. Para empezar, un sueldo cada vez más bajo, pero también los riesgos para las trabajadoras. 

"No se trata sólo de cobrar lo mismo. Cuando estamos externalizadas se nos hacen contratos de semana en semana. Si yo comunico que estoy enferma o embarazada, no me van a contratar. Las externalizadas no pueden sindicarse porque si te apuntas no te llaman. Si te quejas, la semana que viene no vuelves", lamenta.

La segunda de las reivindicaciones es la ampliación del cuadro de enfermedades profesionales para que se incluyan la lumbalgia, la hernia discal, la ciática y las complicaciones de cervicales, muy frecuentes. "Ahora, si estamos enfermas, o trabajamos igual o se nos da la baja como enfermedad común, no laboral. Así, nos descuentan un pastón", explica. La situación hace que muchas kellys acudan fuertemente medicadas a sus trabajos. A la larga, las complicaciones añadidas acaban siendo más serias que la propia enfermedad inicial.

Jubilaciones dignas

La última gran reivindicación tiene que ver con la jubilación. "Con estos contratos de semana por semana cotizamos mucho menos. El 95% de camareras se tienen que prejubilar antes de lo que les tocaría. No llega ninguna a la edad de jubilación", explica Barros. La pensión más habitual es la no contributiva. 

Según Barros, sus demandas tienen una gran aceptación social. "A veces, algunos turistas nos dicen en voz baja que no les hagamos la habitación, que conocen nuestros problemas, que están con nosotros. Eso nos ayuda a sobrellevar el estrés y la ansiedad que tenemos casi siempre por limpiar a toda velocidad las habitaciones, siempre con alguien detrás controlándote o metiéndote prisa, trabajando en teoría seis horas pero en la práctica una jornada completa", explica. 

Este jueves, se lo explicarán a Rajoy confiando en que su espíritu reivindicativo dé sus frutos. "Luchamos como gatas, no como leonas. Estamos seguras de que no volveremos con las manos vacías", espera.

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