"¿Cómo se definiría usted?", le preguntó una periodista para una entrevista televisada. Enrique Tierno Galván, nacido en Madrid el 8 de febrero de 1918, hace 100 años, respondió con una humana frase que lo definía a la perfección: "Como un escéptico con entusiasmo: una pura contradicción".

El académico, prolífico ensayista y finalmente alcalde de Madrid (1979-1986) decía ser "un escéptico que tiene una gran dosis de pragmatismo, que ve la realidad como es, que no quiere exagerar, que no quiere ponerse al lado de los radicalismos ingenuos, como decía Lenin, los radicalismos infantiles o los sarampiones revolucionarios", pero que al mismo tiempo presumía de "un gran entusiasmo juvenil por la revolución y por el cambio".

Fue un marxista que se integró en el PSOE cuando hacía años que la formación había renunciado a esta ideología. Un republicano por principios que abrazó la monarquía con posibilismo, un abogado defensor de los próximos a ETA y de destacados empresarios. El que tenía en su despacho, como cuenta José Bono en EL ESPAÑOL, dos retratos que iba alternanto según viniera la Policía o sus compañeros de partido: el de Juan XXIII y el de Pablo Iglesias. Por si acaso. 

Fundó primero el Partido Socialista del Interior (PSI), en contraposición al PSOE, cuyos miembros estaban en su mayoría en el exilio. En 1974, el año en que el PSOE donde despuntaba Felipe González abandonó el marxismo, fundó el Partido Socialista Popular (PSP), partido también de Raúl Morodo, José Bono, Francisco Sosa Wagner, Miquel Iceta, José Blanco o Javier Nart.

Los malos resultados electorales, las deudas y la oportunidad de una izquierda mayoritaria lo hicieron confluir con el PSOE en 1978. Un año antes, había obtenido seis diputados en las elecciones a las Cortes Constituyentes, convirtiéndose en diputado. 

Tierno Galván en un mitin en 1977 Efe

Lucha antifranquista

Tierno Galván era conocido como el Viejo profesor desde los tiempos del franquismo durante el que protagonizó una exitosa carrera académica a pesar de haber defendido activamente la república durante la Guerra Civil. Desde las universidades de Murcia y Salamanca contribuyó a difundir el europeísmo en tiempos de autarquía.

En 1965, fue expulsado de la Universidad de Salamanca tras doce años de docencia por ponerse al lado de los estudiantes en sus protestas contra el régimen. Después, se ganó la vida dando clases en Princeton (EEUU), traduciendo por primera vez importantes obras del alemán o formando a aspirantes a la carrera diplomática.

Pero además de un conocimiento enciclopédico, se divertía como un joven más en movida madrileña. Allí aparcaba a los grandes filósofos para disfrutar inconsecuentemente, también él, en los guateques de la época. Todo ello aunque a la legua cantase el formalismo de sus trajes grises, siempre con chaleco, que llevaba 40 años vistiendo y que le confeccionaba el mismo sastre. En eso, decía, era "conservador". Otra paradoja más. 

"¡Rockeros! Quien no esté colocado... ¡Que se coloque! ¡Y al loro!", proclamó en el Palacio de los Deportes y para la posteridad (y para salir, en pleno 2018, en Cuéntame). Era 1984 y contribuía a insuflar aire fresco en unas instituciones casposas que acompañaban poco a poco a la apertura de una sociedad con ganas de libertad.

El alcalde más querido de Madrid

Tierno Galván murió con las botas puestas, como alcalde de Madrid, en enero de 1986, aunque ya no era alcalde sino que el protagonismo en el consistorio lo llevaba Juan Barranco, que después tomaría el testigo.

Al bastón de mando de Madrid llegó sin haber ganado las elecciones en 1979 (lo hizo Unión de Centro Democrático, UCD), pero con el apoyo del Partido Comunista de España (PCE) e hizo a Ramón Tamames teniente de alcalde. Los madrileños lo recibieron con cautela, pero acabaron adorándolo.





"Madrid era una ciudad que no tenía personalidad. Daba vergüenza a mucha gente decir que era de Madrid porque no significaba nada", llegó a reconocer en una entrevista. "Los que decían que eran de pueblos castellanos o andaluces" podían decir que "tenían raíces y, por lo tanto, contenido y peso". Por eso las fiestas, la autoestima y la apertura de la ciudad al mundo estuvieron entre sus prioridades.

Su muerte echó a los madrileños a la calle para rendirle tributo en el sepelio más concurrido que se recuerda en la capital. Pero sus méritos no se limitaron a su preparación intelectual, su compromiso por las libertades o su sarcástica oratoria, expresada en célebres bandos (aquí los principales). 

Según rememoraba Tamames para un reportaje que publicó EL ESPAÑOL con motivo del 30 aniversario de su muerte, los principales logros de la ciudad fueron la creación de IFEMA, la regulación de la Unidad Alimentaria de la capital - Mercamadrid - y los 26 convenios de arreglos con los distritos que rehabilitaron el urbanismo a nivel de barrio. También impulsó la creación del primer Planetario de España. Pero el broche de oro fue el plan de saneamiento integral. Por fin se dejaron de verter residuos urbanos al río Manzanares. Muchos vecinos respiraron aliviados. 

Testigo del destape

Tierno Galván acumula un sinfín de anécdotas fruto de un agudísimo ingenio. Le gustaba que le llamasen Viejo profesor mucho antes de ser mayor, tenía fama de gustar a las mujeres, pero estuvo casado durante 41 años y hasta su muerte con la misma: Encarni Pérez Relaño, con quien tuvo un hijo y una hija, esta última muerta con tan solo seis meses de edad

En 1978, en una entrega de premios, fue testigo del destape de la actriz Susana Estrada, que mostró un seno. "No vaya usted a enfriarse", le recomendó mientras era retratado por El País, uno de los periódicos que marcó la nueva época.

Eran otros tiempos... o quizá no tanto. Esto es lo que decía de la juventud, a la que siempre se sintió cercana: "La juventud actual, que es magnífica, sincera, clara, transparente, que dice las cosas como siente, que es independiente, solidaria entre sí, que tiene cultura cada vez mayor en el orden general... Esta juventud es participativa socialmente pero políticamente no quiere participar porque le parece estéril la lucha por el poder y en el poder, le parece superflua". ¿Les suena?

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