La tecnología le dio a José Ramón prado Bugallo, el narco conocido como Sito Miñanco, una cortina de humo frente a las investigaciones judiciales. Y la tecnología fue también su ruina, ya que un micro de ambiente instalado en el chalet que el capo gallego utilizaba los fines de semana en sus permisos penitenciarios fue una de las principales fuentes de información para vincularle presuntamente con dos importantes envíos de droga a España.

Desde que los agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (ODYCO) comenzaron a seguirle los pasos en 2016, se dieron cuenta de que Miñanco y varios de sus subalternos utilizaban un sistema opaco para sus comunicaciones. Una red de teléfonos encriptados comprados en el extranjero, que trabajan bajo sus propios servidores con comunicación cifrada y que nada tenía que ver con las redes de telefonía convencionales.

Por eso, el sistema era un agujero negro para SITEL, el sistema de intervenciones telefónicas que usa la Justicia española. Y por eso la Audiencia Nacional autorizó a que los agentes entraran en el chalet de Vilagarcía de Arousa que el capo solía utilizar los fines de semana y pusieran un micrófono de ambiente.

El sistema funcionó ya con el expresidente de la Comunidad de Madid, Ignacio gonzález. Cuando los agentes de la Guardia Civil detectaron filtraciones y confirmaron que González se sentía vigilado, las intervenciones telefónicas dejaron de dar resultado. Fue entonces pidieron autorización judicial para instalar un micrófono de ambiente en su despecho profesional. Así, los investigadores pudieron escuchar al exresponsable del Partido Popular hablar directamente del manejo de dinero negro con su hermano o de distintas operaciones que ahora investiga el Juzgado de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional.

En el caso del narco gallego, las escuchas le vinculan presuntamente con la introducción de 3.800 kilos de cocaína en un barco llamado Thoran, abordado por la policía española el 1 de octubre de 2017. Además, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, en las conversaciones intervenidas Miñanco habla personalmente con un subalterno sobre el problema que el decomiso de 616 kilos de droga en un contenedor mercante les ha supuesto con sus proveedores de América Latina. Las escuchas le relacionan también con el envío de 63 kilos de marihuana a Alemania.

Teléfonos encriptados, un clásico

En el caso de la red destapada por la UDYCO, con 43 detenciones en varios puntos de la geografía española, fue la confirmación de que Miñanco y los suyos utilizaban un sistema opaco de comunicaciones el que motivó la autorización de la instalación del micro. Un dispositivo de ambiente que fue retirado por los operativos en el registro que el pasado lunes se autorizó en esa misma vivienda. 

El uso de sistemas de encriptación es un clásico en muchas de las investigaciones por tráfico de drogas que se siguen en la Audiencia Nacional. Pero no son las únicas. En la investigación del caso Malaya contra al corrupción política en el ayuntamiento de Marbella, el principal acusado, Juan Antonio Roca, ya utilizaba en el año 2005 un teléfono encriptado con un sistema de secrafonía; un añadido que se conectaba a su teléfono y cifraba sus conversaciones con varios subalternos con terminales similares. Las charlas e instrucciones entre ellos eran absolutamente opacas, pero no las que los investigados hacían con terceros. Con sus parejas o con otros colaboradores. Así los agentes pudieron trazar de igual forma los movimientos y los planes de Juan Antonio Roca, que terminó condenado.

En diciembre de 2015, diez años después, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil desbarató en Belanmádena (Málaga) otra importante red que controlaba desde España el tráfico de cocaína en media Europa. Lo hacía también gracias al uso de teléfonos encriptados, que se modificaban en la parte de atrás de una tienda de colchones que servía de tapadera. Según las investigaciones judiciales, desde la Costa del Sol se controlaba el envío de estupefacientes al menos a 13 países.

Mucho más que Whatsapp

En la actualidad, existen varios sistemas de cifra de comunicaciones que dificultan la labor policial. Incluso las aplicaciones más comunes como Whatsapp o Telegram trabajan con un nivel de encriptación básico en sus comunicaciones. Sin embargo y según fuentes conocedoras de la investigación, Sito Miñanco utilizaba un sistema mucho más opaco, que no deja rastro en las redes convencionales de telefonía y que trabaja con unos terminales especiales que se adquieren en el extranjero. 

Según expertos consultados por EL ESPAÑOL, hay dos grandes empresas que se disputan el control de este mercado. Silent Circle, con base en Suiza, y GoldLock, de tecnología israelí.

La primera es una empresa que ofrece tanto encriptación por software para teléfonos convencionales, como su propio sistema con terminales, capaces de trabajar fuera de las redes telefónicas convencionales y de no dejar rastro. Esos teléfonos, fabricados en un primer momento en España, reciben el nombre de BlackPhones y son capaces, por ejemplo, de impedir que el micrófono de los terminales se pueda encender de forma remota para utilizarlo como sistema de escucha.

El segundo es un programa informático similar que promete un cifrado de calidad "militar" para comunicaciones convencionales pero no requiere de terminales específicos. 

Además, otros proveedores ofrecen servicios similares para cifrar las comunicaciones de grandes empresas gracias a los servicios de voz por IP. Es el caso por ejemplo de Indra, la empresa española encargada de cifrar las comunicaciones de los miembros del Gobierno español gracias a uno de sus sistemas de encriptación, que se instala en los propios terminales. 

Teléfonos para los vigilantes en cada alijo

Según adelantó El País, el micro instalado en la vivienda de Vilagarcía de Arousa sirvió para interceptar en septiembre una conversación entre dos de los detenidos este lunes, considerados subalternos de Sito Miñanco. En ella, ambos hablaban de comprar una pistola para que fuera utilizada por el capo gallego. Uno de los investigados por el intento de compra de esta arma se comunicaba con el capo gallego por medio de uno de estos teléfonos encriptados. 

Según las investigaciones judiciales, la red de capo gallego utilizaba los terminales para blindar sus comunicaciones cuando preparaban las entradas de droga a la costa gallega desde los buques nodriza que la transportaban. Tanto los avistadores como los organizadores de la logística utilizaban este sistema de comunicaciones cifradas, para el que el narco habría invertido 700.000 euros y que se instalaba también en las planeadoras para que su personal recibiera instrucciones. El objetivo era tanto tener a las patrullas de la policía y Guardia Civil localizadas como coordinar la entrada de los alijos en el momento más sensible: el de desembarcar los fardos. Para dificultar su identificación, todos los miembros del operativo recibían un nombre en clave que era utilizado siempre para referirse a ellos.