Dos jóvenes en el paro, con pocos ingresos, aburridos y con fuertes creencias islamistas, intentaron comprar en enero de 2015 dos pistolas Smith and Wesson en la armería Top Gun del barrio madrileño de La Ventilla. El presidente de la mezquita de Peña Francia, a la que habitualmente iban a rezar, les alquiló un coche para la meditada compra. La operación, que no pudieron consumar, dejó un rastro que este lunes les ha llevado a la Audiencia Nacional para ser juzgados por un presunto delito de pertenencia a organización terrorista por el que la Fiscalía pide nueve años de prisión y que sean expulsados del país cuando hayan alcanzado el tercer grado.

Yassim El Mourabet, Abdessadek Essalhi y Walid Oudra son tres jóvenes nacidos en distintas ciudades de Marruecos (Carque, Casablanca y Kasba Tadla, respectivamente), que no han cumplido los 35 años. Los tres se han criado en Madrid, entre los barrios de Lavapiés y Embajadores, aunque "detestan" la sociedad occidental y les gustaría "quemar infieles" o "atravesarles con una espada". Así se desprende de las conversaciones telefónicas que mantenían entre ellos rastreadas por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y que este lunes se han expuesto en la primera sesión del juicio que seguirá este martes y el próximo 18 de diciembre.

Los tres han argumentado durante su declaración que se trata de "maneras de hablar" e incluso uno de ellos, Abdessadek Essalhi, las atribuye a "estar fumado" y bajo los efectos de la cocaína. Sin embargo, los investigadores les dan tanta validez, que sitúan a los tres jóvenes en el estadio inmediatamente anterior a la consumación de un atentado. 

En una de esas conversaciones telefónicas, mantenida el 9 de junio de 2015 entre Abdessadek Essalhi y Walid Oudra, manifestaron sus intenciones de lanzar una granada y asesinar a pedrazos a quienes acudían a rezar al centro sufista 'Al-Huda' situado debajo del entonces domicilio de Oudra, en la calle Mantuano del barrio madrileño de Prosperidad. El sufismo es una rama mística del Islam rechazada por otros grupos radicales. En la conversación mantenida entre ambos, se podía escuchar a Oudra contarle a Essalhi: "Serán hijos de puta, no entiendo. Se supone que son cultos, se han criado aquí, a estos les hace falta una explosión, te lo juro. ¿Sabes lo que les voy a hacer? Le voy a fabricar una granada artesanal y luego llamaré al FBI y les diré: 'esos son los terroristas' y así recogen a estos hijos de perra de aquí". 

En otra de las conversaciones interceptadas por los investigadores, los dos jóvenes sostienen un intrigante hilo en el que hacen alusión a los atentados como una vía para limpiar el pecado. Hablan de "la hora que ha llegado" según dicen los skeikhs (jeques) en los vídeos que ven en redes sociales. Este lunes, no han sabido darle explicación: 

Essalhi: Ya está, va a comenzar, va a comenzar. Te lo juro, hermano. Esto nos pone contentos a nosotros, en tanto que musulmanes.

Oudra: Está muy bien, para que volvamos a las espadas, ¿verdad?

E: Uhhhh, Abdessadek, te juro que no me importaría, de verdad.

O: Y nos cargaríamos a gente

E: ¿Sabes por qué? Es una oportunidad para la gente que han pecado, como yo.

El captador, el guía espiritual y el alumno

Los dos testigos que han prestado declaración este lunes en el juicio, -miembros de las fuerzas de seguridad que detuvieron a los jóvenes y se incautaron de más de 35.000 euros y un ordenador con diverso material relacionado con la Yihad de su domicilio-, han explicado el papel que tenía cada uno de ellos.

Atriuyen a Yassin El Mourabet el rol de enlace con miembros del DAESH en otros países. Como prueba, han mostrado fotografías suyas con Ayoud El Khazzani, autor del atentado en el tren Thalys de Amsterdam a París detenido en 2015 y miembro del grupo 'Sharia4Belgium', ilegalizada en Bélgica. 

El Mourabet vivió durante un tiempo en la misma casa que Essalhi. Se conocieron siendo todavía niños porque jugaban juntos al fútbol en el barrio de Embajadores. Essalhi estuvo en un centro de menores y cuando salió, entablaron una fuerte amistad. Ahora aseguran que han roto su relación porque el segundo se ha cambiado de domicilio. Oudra, el más joven de los tres, tenía a Essalhi como su maestro y guía espiritual. A raíz de su amistad con él comenzó a cambiar su modo de vestir, a dejarse una barba larga y negra como suelen llevar los salafistas, dejó a su novia y encontró en Alá y la lucha contra los infieles su refugio. Este lunes, cuando Essalhi prestaba declaración, se podía observar cómo Oudra asentía a todo.

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