Cuando en este país la política era cosa de hombres feos, católicos y sentimentales, los remordimientos derivados del oficio se expiaban en la intimidad relativa de los confesionarios. Ahora que la gestión pública se dirime en los platos de televisión y en las corralas de Twitter, los sentimientos de culpabilidad se redimen Salvados con Jordi Évole dando hostias en forma de preguntas casuales.

Allí se fueron la noche del domingo, a los platós de La Sexta, que viene siendo el Juicio Final de la política, José Luis Rodríguez Zapatero y Artur Mas con el propósito de disputarse un indulto imposible. Es decir, allí se fueron a dirimir a empellones dialécticos quien de los dos jodió Cataluña y España, en qué momento entrambos convirtieron un problema conllevable’ -que diría Ortega- en un callejón sin salida;  -para más señas, el Callejón del Gato.

Artur Mas y José Luis Rodríguez Zapatero, entrevistados por Jordi Evole.

Mosen Évole lo tenía francamente fácil, una vez lograda la hazaña de ayuntarlos frente a las cámaras, cuestión ésta de raigambre freudiana en la que probablemente el complejo de culpa de Zapatero -que hizo un ida y vuelta recién llegado de Mozambique- resultó más determinante que la mala conciencia de Mas, que a fin de cuentas es un político amortizado en el peor sentido del término y jugaba en casa -o en lo que quede de ella dada la fianza que le reclama el Tribunal de Cuentas.

La escenografía recogida y en penumbra resultaba adecuada para el íntimo intercambio, pero fueron tantas las veces en las que uno y otro se interrumpieron, y tan determinados y poco amistosos los gestos recriminatorios, que, en algún momento del programa, hubiera sido más oportuno encender unos buenos focos y sustituir la mesa confidencial por un tatami.

1.- Serrat y la pistola humeante

No hacía falta buscar la pistola humeante porque ya la señaló en el prólogo Joan Manuel Serrat, que quizá también buscaba su propia absolución -en su caso de la tribu indepe- porque tiene complejo de falso progre y de botifler: “¡Pues claro que sí!” -enfatizó ante Évole- le gustaría votar en un referéndum pactado.

Évole: “Ellos dos tienen que ver un mucho en todo esto…”

Maestro Serrat: ... “A Zapatero sí que se lo voy a decir. Él dijo en un mitin con Maragall en 2003 que los catalanes seríamos lo que quisiéramos ser. ¡Fue él quien abrió la caja de Pandora! No he vuelto a un mitin… Lo que siento es dónde nos han llevado esas aguas. A qué lodos hemos ido a parar”. [¡Absuelto, maestro!].

Una vez puesta sobre la mesa la pistola humeante aquello, por momentos, semejó un remake extraño de las últimas escenas de El cazador, aunque ninguno apuntaba a su propia sien.

2.- Zapatero se chiva.

El ex presidente preguntó a Mas si podía “decir la verdad” sobre la negociación del Estatut y, acto seguido, aseguró que fue idea del catalán pasar el término nación del articulado al preámbulo: traición a la patria de ese petit país. Mas se defendió insistiendo en que el afeite del Tribunal Constitucional fue el auténtico pecado original que dio origen a la crisis de Estado que ahora sufrimos.

3.- Évole le hace un favorcito a ZP.

Zapatero, que había venido a hablar de su libro, a buscar pues su sola redención, se encontró con la ayuda inestimable de Évole, que puso un vídeo de Bono dejando a Mas como un auténtico fenicio.

Dentro vídeo: “Y Mas le dijo a Zapatero: Tú ve poniendo más dinero que yo iré quitando lo de nación”. [Hablaban de financiación].

El ex presidente catalán respondió atónito: “Eso es una absoluta falsedad, eso es falso”, mientras Zapatero le atizaba con deleite dos cejas circunflejas y una sonrisa de patada voladora.

4.- El derecho a decidir.

Al parecer, la mala conciencia es el alimento nutricio de los hombres de Estado. Zapatero subrayó que la soberanía nacional no es divisible, restó relevancia al recorte del Estatut en el Congreso y en el TC, y terminó de conciliarse con su pasado como muñidor del desastre advirtiendo de que para él “el derecho a decidir es pretensión de separar”.

5.- Lo referendos... sólo cuando se ganan por paliza.

La conversación derivó entonces hacia el valor político y democrático de las consultas: para Artur Mas, intocables; para ZP un instrumento de división. Mas le recordó que él también convocó un referéndum para ratificar la Constitución Europea, a lo que el socialista contestó que la suya fue una consulta “para ratificar” porque había un gran consenso. La democracia decorativa del pragmatismo.

6.- ¿Es España un régimen autoritario?

Artur Mas sacó a relucir su vía crucis procesal, su inhabilitación, el encarcelamiento de los Jordis, los dossiers de las cloacas del Estado y hasta las porras de Guardia Civil el 1-O: “¡A mí, a mí me han perseguido, a mí!” A lo que Zapatero respondió impostando una indignación campanuda, casi de derechas. “¡Me ofende que digan que vivimos en un régimen autoritario”.

El asunto del autoritarismo se extendió hacia si el resultado del 21-D será respetado. ZP no cayó en la provocación de Mas y aseguró que "por supuesto Rajoy aceptará el resultado". Ver para creer, ZP echándole un cable a Rajoy en lugar de meter puya para 'socializar' la inquina secesionista hacia un rival fácil. 

7.- ¿Ha resurgido el nacionalismo español?

Artur Mas no tiene ninguna duda de azuzar otro de los mantras del victimismo nacionalista. Zapatero lo redujo a “episodios muy minoritarios y poco reseñables”.

8.- Últimas palabras

El presentador y director de Salvados pidió unas palabras para el día D.

Artur Mas dijo: “Fair play”.

Zapatero, a su manera: “Talante”.