"Arsa, no corras más que te va a dar un golpe de calor", dice Yago. "Muy bien, muy bien", le contesta el cabo Miguel Ángel Sánchez Ortega. Su cuerpo azabache corretea sin parar bajo los casi 40 grados que caen sobre el jardín del Servicio Cinológico de la Guardia Civil en El Pardo, en Madrid.

El cachorro, de ocho meses, se tumba en la hierba y empieza a jadear sin parar. "El jadeo lo hacen para bajar la temperatura, no es sólo porque estén cansados", asegura Ortega. El cabo lleva treinta años en la unidad canina de la Benemérita y conoce a los más de 200 perros que se encuentran en las únicas instalaciones que las Fuerzas de Seguridad tienen para ellos.

Arsa es el primer animal que Yago ve en casa. Fue gracias a su hermana, Sandra, que se empeñó en tener un perro. Arsa lleva ya cinco meses con ellos, pero en noviembre les dejará para trabajar detectando bombas, alijos de drogas o descubriendo dinero de contrabando. "La gente piensa que el dinero no tiene olor, pero sí huele", dice el guardia civil.

Adopta un cachorro de la Guardia Civil

Plan Fénix

El cabo Ortega comenzó en 2008 a trabajar con el Plan Fénix. "Antes no se miraba la socialización del animal, pero es muy importante que previamente a ponerlos a trabajar conozcan los ruidos de una estación de autobús, del metro...", dice el fundador del programa. Además, durante épocas de crisis económica, cuando el presupuesto se limita, como ha ocurrido en los últimos años, es un alivio. "De momento sólo operamos en Madrid, aunque recibimos llamadas hasta de las Islas Canarias", asegura el guardia civil.

El programa pone a disposición de familias crías que aún no tienen edad de trabajar y necesitan empezar el contacto con la calle, lejos del Servicio Cinológico. "Consiste básicamente en exponer al cachorro a todas esas circunstancias de la vida cotidiana para que luego no acusen la presión ambiental y puedan dedicarse a su labor exclusivamente", añade el cabo primero Eduardo, responsable ahora del Plan Fénix.

Los tres primeros meses de vida Arsa los pasó en las instalaciones de la Guarda Civil, donde hay hueco para tres camadas a la vez. El 1 de marzo la fueron a recoger Jacobo Díaz y Belén Esteve, sus padres para los próximos nueve meses. "Yo era anti-perro", admite la madre. "Ahora el tiempo libre que podamos tener se lo dedicamos al él", señala su marido.

Arsa corre en el Servicio Cinológico de la Guardia Civil Jorge Barreno

Perfil de la familia

El perfil del adoptante que se busca para el Plan Fénix es simple: "Queremos a alguien que se pueda ocupar del animal de forma continua", dice el cabo Eduardo. "Si luego han estado en otros tipos de adiestramiento tipo ONCE, suman puntos, al igual que si tienen capacidad para poder desplazarse al monte o son activos", asegura.

Tanto Jacobo como Belén trabajan, pero se compaginan para atender a Arsa. Él se despierta, le da de comer y la saca a pasear a las 06:30. A las 07:00 despierta a Sandra, que la vuelve a bajar a las 07:15, y lleva a sus tres hijos al colegio antes de ir a trabajar en su puesto como empleado de Bankinter. Durante el resto del día, hasta que vuelven los niños del colegio, es Belén, anestesista en el Hospital Puerta del Hierro, la que se ocupa de Arsa. "Me he dejado hasta el gimnasio a mediodía", asegura entre risas.

Para acertar con la familia de acogida, la Guardia Civil hace una entrevista presencial a las familias, en las que preguntan por sus hábitos e informan de sus responsabilidades. La familia Díaz-Esteve estuvo dos horas hablando antes de poder conocer a Arsa. "No es un perro de compañía", asegura el cabo Ortega, que cuenta que es típico encontrar "familias puente": "Son los que no han tenido perro y no quieren meter la pata. Según le ha ido la experiencia deciden luego adoptar uno o no".

El cabo Miguel Ángel Sánchez Ortega con la perra Sara, bajo su cargo en la unidad de drogas Jorge Barreno

Practicar los sentidos

Durante el periodo de adiestramiento se intenta que los perros desarrollen los sentidos que luego utilizarán para el trabajo. "La idea es que empiece a utilizar la nariz. Hay muchas técnicas, pero una es hacerle buscar la comida. Al principio se la pones al lado, luego más lejos, luego no le dejas que la vea", explica el cabo Ortega. "El siguiente paso sería con los juguetes. Lo ve, luego se lo escondes y ya tiene que utilizar otra referencia que no es la vista, que no deja de ser el trabajo que va a tener", añade.

Arsa, de momento, parece que va por buen camino. "Te descubre un bocadillo debajo de la arena, pelotas de tenis con una facilidad enorme, e incluso paseando me pilló un cruasán bajo la hierba y más lejos descubrió un donut que me trajo con la boca", dice asombrado Jacobo. A Belén le sorprendió el primer día que se puso a oler una maleta con anestesias. "Estaban completamente cerradas pero ella lo detectó".

Entre un 60% y 70% de los perros acaban sirviendo para trabajar en una unidad operativa de la Guardia Civil. "El más listo es el que no sirve", dice entre risas el cabo Ortega. Porque a los canes que no pasan las pruebas los ofrecen en adopción a través de la ONG Retired Dogs 112. También a los jubilados: un perro trabaja de media hasta los ocho años pero los hay que llegan a los once.

"Todo son facilidades"

La Guardia Civil facilita todo lo necesario para el cuidado y bienestar del animal, desde los sacos de 18 kilogramos de pienso hasta un cuenco de tamaño específico y la correa.

Además, el Servicio Cinológico tiene servicio veterinario por la mañana, al que acudieron cuando Arsa vomitaba y cuando cojeaba debido a que se raspó la almohadilla de la pata de tanto correr, y una línea de atención las 24 horas en caso de urgencia. "Todo son facilidades", dice Jacobo. "Además, si te quieres ir de vacaciones también puedes dejarle aquí", añade Belén. Arsa ha pasado dos semanas en el Servicio Cinológico mientras ellos estaban fuera de España, algo que el cabo Ortega corrobora: "A nosotros siempre nos la pueden dejar". 

Jacobo asegura que toda la familia soltará una lágrima cuando la tengan que devolver, pero que son conscientes de que es algo temporal: "Sabemos para qué lo tenemos y que no es nuestro", dice. "Además, sabes que va a tener un adiestramiento especial para la seguridad de todos. Te llevas la experiencia de vivir con un perro y si además puedes ayudar y sentirte útil, por qué no". 

La familia Díaz-Esteve al completo con Arsa Jorge Barreno