David Soler Crespo Jorge Barreno

Sira tiene 38 años y no puede levantarse de la cama. Necesita ayuda, unas piernas que ella no puede utilizar. Hace doce años empezó a tener problemas. Iba al fisioterapeuta, hasta que empezó a dejar de andar. En 2007 le diagnosticaron esclerosis múltiple.

Dos años antes había dejado de trabajar como profesora en Rivas-Vaciamadrid, donde vive. "A pesar de dejar el trabajo decidí no mudarme, no quería cambiar a mi niña de colegio". Alba sonríe al escuchar su nombre en el sofá. Tiene seis años y nació una vez diagnosticada la enfermedad. "A mí si me pasa algo no me importa, pero cuando tienes una hija, si ocurre algo ya no eres solo tú".

Por ella decidió contratar a Raquel, de 27 años, a través de la plataforma Familiados. "La primera vez que utilicé la aplicación fue el primer día de vacaciones de mi hija, el pasado mes de junio. En ese momento pensé: 'no puedo estar sola'". Sira llevaba buscando con urgencia una cuidadora que estuviese con ella por las mañanas, ya que su marido Fernando trabaja y no puede hacerse cargo.

La aplicación Familiados le puso en contacto con Raquel. "La elegí yo a ella, la conocí y me pareció fantástica". Raquel está estudiando integración social y tiene el título de atención sociosanitaria. Ella está estudiando pero el dinero nunca viene mal: "Mi padre lo escuchó por la radio y me dijo que me apuntase. En diciembre tuve mi primer cliente, una señora con alzheimer. Luego estuve con otra con cáncer y poco después conocí a Sira, que es genial". 

Familiados, el blablacar social

Contratar a un cuidador por horas

La empresa nace tras una experiencia de uno de sus fundadores, Roberto López. Su abuelo se cayó y tuvo que estar ingresado unos días en el hospital. Por las noches no podía quedarse e intentó encontrar a alguien, lo cual fue harto difícil.

"A raíz de esta experiencia pensó 'Oye, ¿no sería mejor si puedo tener en mi móvil una aplicación en la que diga donde estoy y me señale a los cuidadores cercanos?'", dice Ernesto Bravo, el CEO y compañero en esta aventura. "Queríamos que nos saliera como en TripAdvisor un hotel o en BlaBlaCar un conductor, cada cuidador con su titulación, disponibilidad, precio, valoraciones, etcétera". El BlaBlaCar del cuidado a ancianos y personas con discapacidad.

Desde el pasado mes de diciembre operan en Madrid. "Los cuidadores llegan en menos de una hora, nosotros no estamos para solucionar a largo plazo, sino para urgencias", afirma Bravo.

A los cuidadores les exigen un título en enfermería o similar o experiencia previa para poder apuntarse. A partir de ahí, cada uno se va valorando según las experiencias. Sira tenía miedo al principio, pero le tranquilizaba ver las valoraciones: "Yo pensé: esta gente tiene que cuidar su trabajo. La página me ha dado tranquilidad", dice.

Raquel, el perfil de cuidadora

Raquel está encantada con Sira, que le ha hecho contrato: "Es como estar en familia". Jorge Barreno

Mujer, española, joven y con titulación. Raquel cumple todos los requisitos del prototipo de cuidador que hay en la aplicación. "También tenemos chicos y gente extranjera, pero son menos", asegura Bravo. El precio por hora lo ponen los cuidadores, aunque el mínimo son ocho euros. 

Raquel ayuda a Sira con las tareas del día a día. "Para levantarme, para hacer la cama...", dice. Raquel asegura que asiste en lo que puede: "Ayudo a cocinar, bajo a la niña a la piscina... es como estar en familia".

La plataforma ofrece el perfil del cuidador según el tipo de necesidad que se tenga: "Si solo necesitas a alguien para compañía no hace falta tanta titulación", dice Bravo. Sin embargo, asegura que también cuentan con perfiles más técnicos como médicos o enfermeros que se ofrecen para ayudar en temas de sanidad. "A esos no les llames a no ser que sea algo relacionado con su profesión", asegura.

Una aplicación donde no reserva el cliente

Sira reservó el primer servicio de Raquel a través del ordenador. Lo hizo ella, algo que muchos ancianos no pueden o saben hacer. Bravo no considera un problema que trabajen con clientes que no estén al día en materia de tecnología: "Muchos de los que nos reservan son los hijos o nietos del cliente, ya que no tienen experiencia con dispositivos móviles".

Hace poco Raquel acabó el curso y tiene libre hasta septiembre. Encantada con sus servicios, Sira decidió hacerle un contrato. "Era fantástica y dije: mira voy a necesitar a alguien todos los días, así que voy a hacerte un contrato. Creo que no supone tanto coste económico, la gente tiene una idea equivocada de contratar a alguien", asegura. 

"Familiados está ahí para la última hora, no para el largo plazo", dice Bravo. Asegura que el caso de Raquel es un ejemplo de los beneficios que puede traer a los cuidadores. "Si hay una buena experiencia y se necesita más de seguido el cuidador, puede acabar contratado por el cliente que conoció a través de la aplicación", aunque matiza que ahí "nosotros ya no entramos".

Sira, siempre acompañada

Raquel acompaña a Sira por las mañanas y su marido está por la tarde, pero la que está todo el día con ella es Caramba. Es ella quien nos abre la puerta, al llegar, con el hocico. Mueve la cola y se tumba a dormir: "Es muy lista, cuando llega alguien se relaja porque sabe que no es tan necesaria".

Caramba tiene ocho años y es una labrador de asistencia de la Fundación CANADD, que ofrece animales a gente con discapacidad. Le quedan dos años para jubilarse y lleva un año ayudando a Sira: recoge el teléfono del suelo, custodia la puerta y le protege cuando sale a la calle con su silla eléctrica.

Caramba ayuda a Sira a abrir la puerta o recoger el teléfono del suelo. Jorge Barreno

Sira respira tranquila. Se siente tranquila. La casa está limpia, la comida hecha y cuidadora y cuidada hacen un puzzle para la niña. "Es el tercero, dos ya los hemos acabado".