La economía española creció en 2016 medio punto porcentual (0,5) más de lo previsto igualando el 3,2% registrado en 2015. Según el Banco de España (BdE) las perspectivas para mantener esta fase de crecimiento son “favorables” si bien cree que hay dos factores que moderarán el ritmo: el primero, es el impacto de la subida reciente del precio del petróleo, y el segundo, que cree "necesario" que el Gobierno adopte una política fiscal de tono restrictivo (ajuste) para culminar el equilibrio de las cuentas públicas.

Según el Informe Anual de la entidad que preside Luis María Linde, se espera que España recupere este primer trimestre el PIB de antes de la crisis, pero con un 12% menos de empleo. El fuerte crecimiento -1,5 puntos porcentuales (pp) más que el promedio de la Eurozona- ha permitido seguir corrigiendo los desequilibrios de la economía española. Destaca particularmente la mejora de la competitividad, el desendeudamiento de hogares y empresas no financieras y la recuperación del sector inmobiliario.

Las últimas previsiones macroeconómicas del BdE, revisadas en abril, elevaron en tres décimas la estimación de crecimiento para este año, hasta el 2,8%, y que posteriormente se ralentizará hasta el 2,3% en 2018 y al 2,1% en 2019.

Los riesgos que acechan el crecimiento

El optimismo en torno a la economía española está sometido a ciertos riesgos. Un elemento “de especial riesgo” para España es que las principales potencias comerciales del planeta adopten medidas proteccionistas. “Esto resultaría particularmente adverso para una economía como la española, cuya orientación hacia el sector exterior se ha intensificado notablemente desde la crisis”. Además, cabe esperar un impacto directo por la forma que adopten las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea.

Un segundo factor de riesgo es que los niveles de endeudamiento de determinados actores siguen siendo elevados a pesar del desapalancamiento de los últimos años. A pesar de que se ha logrado la capacidad de financiación neta del país, la dependencia del ahorro exterior (deuda) continúa siendo muy elevada según el informe.

Advierte de los efectos de la vuelta a los tipos positivos

La bajada de tipos ha favorecido a todos los sectores, por lo que el regreso a los tipos de interés positivos tendrá el efecto contrario. Pero el impacto no será igual para todos los sectores y no todos muestran el mismo grado de vulnerabilidad. “El impacto de una subida de los tipos de interés podría ser rápido, pero relativamente modesto, en el caso de los hogares y las empresas si… dicha subida se concentra sobre todo en los plazos más largos de la curva de tipos”. Por el contrario, esto afectaría especialmente a las Administraciones Públicas, dado el elevado peso de la deuda a largo plazo. El encarecimiento tendría un rápido reflejo en las nuevas emisiones, pero se notaría menos en el coste agregado.

El hecho de que el ratio de la deuda pública se encuentre en torno al 100% del PIB “subraya la necesidad de trazar un plan de consolidación presupuestaria a medio plazo”. El Banco recuerda que 2016 fue el segundo año consecutivo en que la política fiscal del Gobierno adoptó un sesgo expansivo.  

Un tercer elemento de riesgo viene dado por la reducida rentabilidad de las entidades financieras, rasgo que según el BdE se da en toda la Eurozona.

Elevada dependencia del petróleo

Por último, el Banco advierte que la producción final de la economía española presenta una mayor dependencia del petróleo importado que otros países de nuestro entorno y las oscilaciones del precio tienen un impacto superior sobre los precios al consumo. La entidad advierte que es necesario evitar que las recientes alzas del precio del crudo -que ya han remitido- se trasladen automáticamente a los precios de bienes y a los salarios porque dañarían la competitividad de la economía. Este es uno de los factores que, a juicio del BdE, moderarán el crecimiento en el futuro inmediato.

El Informe señala que hay varios factores que limitan el crecimiento de la economía, el principal de ellos es el elevado desempleo estructural, seguido por el envejecimiento de la población y el reducido nivel de productividad.

En cuanto al desempleo, el Banco advierte de que “un objetivo prioritario” debe ser “favorecer la empleabilidad de los parados de larga duración” para lo que reclama políticas de formación y bonificaciones a la contratación para este segmento específico.

Catálogo de reformas regulatorias, judiciales y educativas

El BdE también subraya que “el envejecimiento de la población supone una limitación al crecimiento potencial de la economía” ya que en el futuro habrá una menor disponibilidad de capital humano al tiempo que habrá presiones alcistas en el gasto sanitario y de pensiones.

Por último, el escaso incremento de la productividad provoca que el crecimiento potencial proyectado sea relativamente reducido. Para elevar dicho potencial de crecimiento el BdE aconseja reformas en el ámbito regulatorio, la eliminación de restricciones en algunas ramas, especialmente del sector servicios,  la mejora de la eficiencia del sistema judicial y la reducción de la excesiva dualidad del mercado laboral. Por último, apunta que “la evidencia disponible apunta a la existencia de un amplio margen de mejora en la calidad del sistema educativo y de fomento de la acumulación de capital tecnológico”.