Alejandro Requeijo Daniel Montero

Gemma de los Ríos y Estefanía Vera son las viudas de Jorge García Tudela e Isidro Gabino San Martín, los dos policías nacionales asesinados el 11 de diciembre de 2015 en la embajada de España en Kabul. Reciben a EL ESPAÑOL unas horas después de conocer el escrito al que tuvo acceso este diario en el que el embajador responsabiliza a los agentes de los fallos de seguridad que facilitaron el ataque a los talibán. Consideran "indigno" el argumento de "culpar a los muertos que no se pueden defender".

La entrevista tiene lugar en casa de Gemma. A la entrada, el felpudo de la puerta anuncia en inglés amor, risas y vida. En el salón hay fotos de su marido y una placa de sus compañeros reconociendo su sacrificio por España. Ambas mujeres dicen empezar a sentirse desamparadas y dicen que si se archivase la investigación judicial como "un jarro de agua fría". La Audiencia Nacional investiga al embajador y a su número dos por las presuntas negligencias que habrían cometido en cuanto a las medidas de seguridad previas al ataque. Ellas dicen sentirse "indefensas" por el hecho de tener que costearse un abogado, mientras que a los diplomáticos les representa el aparato del Estado.  

    

El escrito de la Abogacía del Estado en representación del embajador dice que los posibles fallos que facilitaron el atentado en la embajada fue responsabilidad del equipo de seguridad, es decir, de los policías entre los que se encontraban sus maridos. ¿Qué les parece?

Gemma: A mi me parece una desfachatez, me parece que es una forma indigna de mostrar lo que esta persona es [el embajador Emilio Pérez de Agreda]. Desde el minuto uno se ha comportado de esta manera, con soberbia. Es una forma de morir matando. Es mucho más fácil echarle la culpa a los muertos que no se pueden defender y creo que está optando por esa opción. Me parece vergonzoso, pero es una cosa más de la actitud de este señor desde el minuto uno.

Hablan las viudas de los policías muertos en Kabul 1

¿Se ha llegado a poner en contacto con ustedes?

Estefanía: Sí, se puso en contacto, pero pasado tiempo. Muchas personas nos dieron las condolencias, ya sea físicamente o a través de un telegrama, como hizo el rey.

Gemma: Fue una carta que de forma repetitiva decía que ya nos había transmitido sus condolencias a través de los compañeros, pero no obstante -y sabemos que fue por una queja que llegó a sus oídos- nos volvía a transmitir sus condolencias. Y las dos recibimos exactamente la misma carta.

Estefanía: Cambiando el nombre del difunto, pero la misma.

Hablamos del embajador, pero la Administración la compone mucha más gente. ¿Se han sentido arropadas o sienten que ya es una cuestión incómoda y del pasado?

Estefanía: En un principio nos sentimos arropadas, pero cuando quieres que salgan los verdaderos culpables que les pusieron en bandeja que pudiesen entrar [los talibán], ahí sí nos vemos un poco desamparadas. En un principio sí nos sentimos arropadas, pero ahora te podría decir que no.

¿Tienen la sensación de que hay interés de cerrar el caso en falso?

Estefanía: Sí.

Gemma: Tenemos la sensación de que es algo incómodo.

Estefanía: No quieren que salga todo porque cuesta mucho dinero, pero luego en hacer los arreglos que hay que hacer se gastaron 5.000 euros. Si yo quiero cambiar mi cocina ya me cuesta más de 5.000 euros, ¿qué me estás contando en una embajada? ¿gastarte sólo eso? Es que no puedes hacer nada.

Hablan las viudas de los policías muertos en Kabul 2

Hay un punto clave en la investigación que son las obras que se hicieron en la azotea los días previos al atentado. En ellas se quitaron unas placas metálicas de seguridad que había en el tejado. Cuando los talibán entraron en la embajada, subieron arriba y la ausencia de esas planchas les facilitaron varios puntos limpios de disparo. Esto es de lo que el embajador responsabiliza a los policías...

Estefanía: (Interrumpe la pregunta). Esa misma semana, el martes, hablo por Skype con mi marido y me explica que los que están entrando a trabajar en la azotea no le gustan en absoluto. Me lo dice, pero como "los de arriba dicen que tienen que entrar esos", tienen que dejarles pasar. Esto fue el martes. El jueves hablo otra vez con él y me dice que han dejado unas placas, ellos se han dado cuenta de todo y me dice: "Espero que mañana vengan y las coloquen". Hablo con él el viernes por la mañana y me dice: "Estos cabrones no vienen hoy, como aquí es festivo no vienen a trabajar y nos han dejado esto así". Estaba nervioso porque sabía que no estaban seguros. Y luego ocurrió el atentado. No son tontos, pero por encima de ellos están otras personas. Aunque ellos tengan la responsabilidad de la seguridad de la embajada, evidentemente si el embajador dice: "Esto se tiene que hacer...". Tienen que abrir las puertas a quien el embajador o su segundo quiera.

Gemma: Eso es tan sencillo como que el máximo responsable de todo lo que ocurría allí era el embajador y los policías allí ejercen una autoridad inferior. Ellos cubren la seguridad de la embajada, pero la máxima responsabilidad la tiene el embajador. Él dirige y hace de la embajada su casa particular.

En el libro de visitas que pidió el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz se aprecia que entraban personas a vender joyas y objetos de artesanía. ¿Era habitual ese trasiego?

Gemma: En el libro de visitas está la prueba. Sí, había una mercadeo continuo.

Estefanía: ¿Qué pasa? Si el funcionario que está allí dice que no, entonces hay amenazas de que te vas para España o te ponen una excusa para decirte que no vales y por tanto vuelves. ¿Qué haces?, tragar.

Gema de los Ríos en su casa de Madrid donde vive con sus hijos.

¿Sus parejas les comentaron los meses previos los problemas de seguridad que tenía la embajada?

Gemma: Ellos sabían que eran un blanco fácil y que estaban en una situación de alerta continua máxima. Que estaban expuestos. El embajador, que vivía en la green zone [de máxima seguridad], pues no veía esa peligrosidad puesto que no la vivía.

Estefanía: Gabi era la segunda vez que estaba allí y cuando se fue de Kabul la primera vez hizo un escrito y lo presentó. Él fue uno de los que hizo por que mejorara la embajada. Por lo tanto se sabía de sobra. Es cierto que en ese momento había otro embajador.

Gemma: Esto se viene denunciando desde 2008. Antes hubo otro embajador que fue el que se negó a vivir allí y se trasladó a la green zone y después llegó este embajador, que adquirió las mismas responsabilidades y obligaciones que el anterior y es el que el 11 de diciembre estaba ejerciendo junto con su número dos, Oriol Solá.

Estefanía: El número dos sí que no se ha puesto en contacto con nosotras para nada.   

La investigación judicial está encallada a la espera de una prueba clave, el mensaje que mandó la Agregaduría francesa de Defensa y que alertaba a los responsables de la embajada de un riesgo de atentado ¿Qué esperan de esa investigación y del juez Pedraz? 

Estefanía: Yo ya no sé lo que espero, pero lo que me gustaría es que le quiten de cualquier cargo público.

¿Al embajador?

Estefanía y Gemma: A los dos (en referencia al embajador y a su segundo).

Estefanía: No le voy a desear sufrimiento ni nada porque a nadie se le desea eso. Pero si que no quiero que esté ejerciendo ese cargo ni ninguno porque no lo ha hecho bien. No se lo merece.

 

¿Les parece válido el argumento de los investigados y los ministerios del Interior y Exteriores de que notificaciones como la que mandó ese día la Agregaduría francesa eran “muy habituales y poco concretas”?

Gemma: Creo que no. Creo que se podría investigar si eso es verdad, si hay tantas alertas.

Estefanía: No obstante, es como si en un centro comercial amenazan con que hay una bomba, el protocolo es evacuar. Si hay otra llamada, vuelven a vaciarlo. Como si hacen 50 llamadas. Esas cincuenta veces tienes que activar el protocolo de seguridad. No me vale eso de que "como han avisado tantas veces y no ha pasado nada pues esta vez no hago nada". Se tiene que hacer siempre.

Estefanía Vera reside en León, pero aprovecha cualquier viaje a Madrid para visitar a su amiga. Jorge Barreno

El presidente del Gobierno salió públicamente a decir que no había fallecidos justo antes de un acto de campaña. ¿Cómo vivieron esas horas?

Gemma: En esos momentos no estaba en plenas facultades. No era consciente de lo que salía. Creo que fue un poco fruto de la desinformación. Creo que ni ellos sabían lo que estaba ocurriendo y se vieron abocados a salir a decir algo. Pero esto es una percepción mía.

Estefanía: Yo ni lo vi. No soy de ver la televisión.

Pese a que ha quedado acreditado que España era el objetivo, hay informes de Inteligencia en la causa que siguen manteniendo que aquello era un ataque contra la casa de huéspedes de al lado.

Estefanía: Es que todo era lo mismo. Eran tres edificios. En la casa de huéspedes de al lado se entraba por el mismo sitio.   

 

El embajador está siendo defendido por los servicios jurídicos del Estado. Sin embargo, quienes perdieron la vida también fueron dos funcionarios públicos y ustedes se han tenido que buscar un abogado. ¿Se sienten indefensas?

Estefanía: Hombre, pues si. Además es un coste económico. Pero estamos a la espera de lo que haga el juez.

 

¿Y cómo les sentaría la noticia de que el juez decidiese archivar el caso?

Estefanía: Pues mal porque son constantes altibajos para nostras

Gemma: Como un jarro de agua fría. Uno más. Me parecería indigno, una vergüenza.

(Estefanía rompe a llorar y pide parar la entrevista, que se retoma pasados unos minutos).

Gemma: Si hubiese habido cambios, aunque sea el embajador... Pero es que no se ha hecho nada. Evidentemente el edificio que reventaron no lo pueden usar, pero no lo pueden usar porque está reventado, si no estoy segura que lo seguirían utilizando. En alguna ocasión me han preguntado el por qué y es porque en días, en meses, en horas puede haber otra mujer de un policía denunciando lo mismo.

Parece que se ha impuesto el relato de Exteriores. ¿No echan de menos cierto apoyo del Ministerio del Interior?

Gemma: Totalmente. Cada uno desempeña una función y el que manda es el diplomático.