Faltaban apenas unas semanas para las elecciones de diciembre de 2015. Varios mandos policiales charlaban sobre la incertidumbre electoral y los cambios que se darían en la Policía ante un posible relevo en la Moncloa. Asumían que todos los puestos de poder en el Cuerpo serían sustituidos. Todos menos uno: Enrique García Castaño. “Podría gobernar Podemos y El Gordo seguiría en su puesto”, bromeaba uno de los presentes. Sirva la escena para medir la imagen de intocable que siempre ha acompañado a este comisario y también la magnitud de la decisión del ministro Zoido de dejarle caer. Este martes le fue comunicado su cese. Este veterano policía había empezado a acumular ya demasiadas polémicas.

Eso a pesar de que el puesto en el que García Castaño aglutinó su máxima influencia en los últimos años estaba muy lejos del foco mediático. Raro es el acto institucional en el que se deja ver y, sin embargo, pocos son los altos cargos policiales o políticos a los que no conoce personalmente. Y quien no le conoce, al menos ha oído hablar de él, quizá por su mote en el Cuerpo: El Gordo. Hasta este martes, era el responsable de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO), una estructura clave integrada dentro de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional con sede en el complejo policial de Canillas, donde se ubican los órganos centrales de la Institución.

En su despacho entraban todos aquellos que necesitasen algún tipo de sistema de escuchas u otros medios técnicos para realizar sus pesquisas policiales. La UCAO, además, también se dedica a la gestión de fuentes. Información es poder y por su posición este comisario tenía conocimiento de cualquier baliza que se instalase o el último testimonio relevante de un confidente.

De la DEA hasta el Mossad

Sus relaciones en el marco de sus funciones al frente de la UCAO abarcaban desde las empresas de telefonía hasta servicios de información extranjeros, incluyendo el Mossad israelí o la DEA de Estados Unidos, por citar solo algunos con quienes guarda buena relación. De una forma u otra, las principales investigaciones de la Comisaría General de Información pasaban por su mesa, incluyendo destacados operativos antiterroristas contra ETA, que contribuyeron a la derrota operativa de la organización criminal. También en materia de terrorismo yihadista.

Son muchos los responsables policiales con los que ha trabajado García Castaño, siempre en labores de Información. La última vez que este mando fue apartado de su puesto fue durante la primera legislatura de Zapatero, cuando perdió la confianza de su entonces superior en la Comisaría General, Telesforo Rubio. Fue destinado a un puesto sin contenido específico dependiente de la DAO, pero al poco tiempo volvió a su despacho de siempre, a su mesa de siempre con montones de papeles apilados unos encima de otros.  

Muy distinta de la relación con Telesforo Rubio fue la que mantuvo con el último director adjunto operativo (DAO) de la Policía, Eugenio Pino, quien creó una unidad especial de Inteligencia centrada en investigar casos de corrupción que afectasen a políticos nacionalistas. Este mismo martes, El Independiente informaba de que García Castaño fue la persona que facilitó la grabadora con la que se registraron las conversaciones entre el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el exjefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso. Según esta información, el comisario prestó el dispositivo a petición del ex número dos de la Policía, Eugenio Pino, y con el consentimiento del propio ministro, que niega estas informaciones.

42 años en el Cuerpo

García Castaño lleva 42 años en el Cuerpo (ingresó en 1975, el mismo año de la muerte de Franco) y apenas unos días ha tardado el sucesor de Pino, Florentino Villabona, en comunicarle su cese. Villabona ha sido la apuesta del nuevo ministro Juan Ignacio Zoido para dirigir la Policía. Su nombramiento fue acogido con escepticismo entre muchos sectores policiales porque sólo le quedan nueve meses para jubilarse. Otros, en cambio, vieron en esa circunstancia una oportunidad para tomar decisiones comprometidas sin necesidad de casarse con nadie. Durante el acto de su toma de posesión, celebrado el pasado miércoles, Villabona explicó así sus objetivos: "Dejar el terreno aún más llano a quien le suceda".

Atendiendo a esta decisión, García Castaño no entraba en sus planes para la nueva Policía. Fuentes conocedoras de la decisión explican el cese en la acumulación de escándalos que afectan a este comisario principal (máximo rango en el escalafón). Uno de los más recientes fue la publicación en el diario Público de una grabación suya en la que, entre otras cosas, descalificaba a su superior en la Comisaría General de Información, Enrique Barón. Por estos hechos se le ha abierto una investigación interna que aún no ha concluido, según las fuentes consultadas.

La primera vez que el nombre de García Castaño sonó con fuerza en los medios de comunicación fue en 1995, y tuvo que ver con el llamado Informe Véritas, realizado por funcionarios policiales para desprestigiar al juez Baltasar Garzón. El comisario fue entonces vinculado a la elaboración de este informe, a pesar de mantener una estrecha relación con el ex magistrado de la Audiencia Nacional, que se ha prolongado hasta estos días.

Asuntos polémicos

Sólo en los últimos años, su nombre había vuelto a los medios de comunicación en otros asuntos polémicos como las grabaciones sobre el ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, hablando sobre la investigación del ático de Marbella que fueron desveladas por El Mundo. Enrique García Castaño fue uno de los comisarios que se reunió con el mandatario popular en una cafetería de la Puerta del Sol junto al comisario José Villarejo. Tras estas revelaciones, González fue apeado de la carrera electoral por su propio partido.

Antes de eso, su nombre también saltó a las portadas en el marco de la investigación sobre el caso Faisán, por el chivatazo policial a la red de extorsión de ETA. También trascendió una conversación suya con uno de los policías investigados al que trató de tranquilizar avisándole de su amistad con el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.

Otro de los episodios protagonizados por el comisario cesado tiene que ver con la investigación del 11-M. Su equipo fue el primero en conocer la posible implicación de terroristas islamistas en el atentado ocurrido en Madrid en 2004, ya que su unidad se encargó de cotejar con las empresas de telefonía la compra de la tarjeta SIM de la mochila que no llegó a explotar en Vallecas. Ellos fueron los primeros en saber que el teléfono estaba a nombre de un ciudadano árabe, lo que descartó la autoría de ETA.

ETA y el 11-M

Sin embargo, en el juicio sobre el caso, el exdirector de la policía Agustín Díaz de Mera mantuvo la existencia de un informe que acreditaba la vinculación de la banda terrorista con el ataque. Díaz de Mera atribuyó esa información a una fuente anónima dentro de la Policía y se negó a revelar su procedencia, pese a la insistencia del juez Javier Gómez Bermúdez. Tanto fue así que el tribunal le abrió un procedimiento por desobediencia judicial y una multa. Días después, el exdirector de la Policía remitió un escrito al tribunal en el que, tras pedirle permiso, revelaba que la supuesta fuente de ese informe fue el comisario García Castaño.

Tras ser citado a declarar, la versión del comisario fue diametralmente opuesta a la de su superior. García Castaño mantuvo que Díaz de Mera le pidió dar su nombre al tribunal, ya que "lo había pasado muy mal" porque estaba "presionado políticamente", a lo que el comisario se negó: "No me podía pedir que dijera algo que no es cierto", aseguró al tribunal, dejando en evidencia al ex alto cargo de Interior. “Le decía a Díaz de Mera: 'Agustín, no hay ninguna relación con ETA'”, mantuvo el comisario en su declaración. "Te estás equivocando".

Fuentes oficiales aseguran que su cese aún no está firmado oficialmente, aunque él mismo ya ha hecho saber a su entorno los planes que los nuevos responsables de la Policía tienen para él en una comisaría zonal. Un cargo muy alejado de las cotas de poder e influencia que ostentó durante años este comisario al que aún le quedan tres años para jubilarse.