"Si nos cogen se llevarán todas las camisetas". Quien habla es Abdoulaye, un senegalés que lleva tres años vendiendo productos falsificados: camisetas de equipos de fútbol, bolsos, ropa interior o zapatillas. A su alrededor, varios viandantes se paran y le preguntan por el precio. Cuando contesta, todos le intenta regatear. "Siempre tenemos un pequeño margen", explica. "Llevaba tiempo detrás de la camiseta del Real Madrid, y aquí la puedo comprar por buen precio", dice un cliente.

Abdoulaye ha puesto hoy su manta delante de las grandes tiendas de Gran Vía, pero suele "cambiar de sitio", siempre a los lugares más transitados. A su lado, una veintena de manteros venden productos similares a los suyos, atentos para cuando haya que correr. De pronto, un aviso: hay que salir de ahí. Rápidamente, recogen sus mantas y se trasladan a otra calle o esperan a que vuelva la calma. "Yo solo quiero trabajar", explica Abdoulaye.

En el mes de junio, la Policía Municipal de Madrid realizó más de 500 intervenciones "por protección a consumidores y usuarios en la vía pública", relacionadas con propiedad intelectual e industrial.

En estas intervenciones, la Policía procede a la identificación de los manteros, la confiscación de los productos e interpone la denuncia. La multa por delitos contra la propiedad intelectual e industrial, según la ordenanza municipal que los regula, se sitúa entre los 150 y los 10.000 euros. En el caso de que en la identificación los agentes detecten que el vendedor no tiene papeles, es llevado a comisaría, lo que cuenta como detención.

Según informan desde el Ayuntamiento de Madrid, se está trabajando por introducir a los manteros en un "programa de empleo" a través de una nueva Ordenanza Municipal de Convivencia.

Los comerciantes critican

Las reclamaciones históricas de los comerciantes pasan por aumentar las intervenciones policiales o por reubicar a los manteros. "Ponen la manta delante de la tienda y los clientes casi ni pueden pasar", reclama una dependienta.

Algo parecido opina un camarero de un restaurante de Gran Vía, que cree que "cuando echan a correr ponen nerviosos a los viandantes". "Si tuvieran un sitio donde estar todo sería mejor, pero no pueden ponerse delante de nuestras tiendas", critica.

Otros, en cambio, no creen que el problema en Madrid sea "para tanto". "Otros años ha habido más conflicto, pero mientras nos dejen espacio no tiene que haber problemas con nosotros", cuenta un vendedor.

Una zona franca en Barcelona

El pasado mes de junio, los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana y la Policía Portuaria iniciaron un nuevo operativo para concentrar a todos los manteros en el Paseo San Joan de Borbó, en pleno barrio de la Barceloneta. El objetivo es "apartarlos" de una zona del puerto donde existe un mercadillo artesanal cuyos comerciantes operan con licencia.

El resultado, un gran supermercado de productos falsificados en una zona muy turística que se alarga durante los 700 metros que tiene el paseo. En ese espacio se amontonan unos 800 manteros que cada vez son más.

El Ayuntamiento de Barcelona, a través de una mesa de trabajo específica, diseñó el año pasado un "plan de reinserción social" para estos vendedores, aunque son pocos los manteros que se han sumado a esta iniciativa. Policías,comerciantes y vecinos consultados reconocen que nunca habían visto tantos vendedores de este tipo en la capital catalana como durante el último año.

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