“Estoy jodido y no puedo dormir, no estoy tranquilo, tengo la imagen ahí en la cabeza, y bueno, la preocupación de que me puede pasar algo a mi ahora o yo qué sé, a ver si a la madre se le ha ido la olla y dice que he sido yo (...)”. Quien habla es José María Pérez Sanfrutos y la madre a la que se refiere es la de Juan Miguel Ortega, el legendario rey del butrón y favorito de Cásper, considerado el delincuente español más versátil de los archivos policiales. Sanfrutos fue la última persona que vio con vida a Ortega y la conversación fue grabada por la policía solo unas horas después de levantamiento del cuerpo: el 30 de julio de 2009. Siete años después, el sospechoso del crimen está en prisión provisional tras su detención el pasado 5 de mayo.

En 2015, Ángel Suárez, Cásper, ex jefe de la victima, fue condenado a 90 años de prisión por la Audiencia Nacional por torturas, detenciones ilegales, delitos contra la salud pública, amenazas, etc.. pero durante más de dos décadas se le relacionó con butrones millonarios, robo de obras de arte, joyas y droga de grandes narcos. Era el gran jefe.

El pasado día 19, Sanfrutos compareció desde la cárcel de Estremera -mediante videoconferencia- ante el Juzgado de Jerez que instruye la causa. Se acogió a su derecho de no declarar y no fue necesario que la madre de Juan Miguel Ortega lo tuviese que identificar nuevamente como la persona que salió del dormitorio de su hijo con una pistola en la mano diciendo que éste se había pegado un tiro y que él debía irse deprisa pues estaba en “busca”. Pilar ya identificó a José María Pérez Sanfrutos en una fotografía que le mostraron en la Brigada de Policía Judicial de Jerez horas después del suceso.

El arma encontrada por la policía forense en la habitación de Juan Miguel Ortega.

"Eran los que querían matarle"

La madre de Ortega recordaba que “Javi y Jose dejaron una nota manuscrita en la puerta de su domicilio” para su hijo con un número de móvil; recordaba también que al mostrar a su hijo la nota, él le aseguró que tenía miedo porque esos eran los que querían matarle. Horas después estaba muerto en el suelo de su dormitorio y “un tal Jose de Madrid” (afirma la madre en su declaración) salía con una pistola en la mano diciendo que Juan Miguel se había pegado un tiro. Sanfrutos “abandonó de forma apresurada el lugar de los hechos” según el atestado policial al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

Rafaela, la amiga de la familia que también estaba en la casa aquella noche, entró en el dormitorio hasta en tres ocasiones mientras solicitaba la presencia de una ambulancia y alertaba a la policía. Declaró a los agentes que la segunda vez en la que accedió a la habitación, Juan Miguel seguía con vida. Ambas coincidieron en que Sanfrutos llegó a la casa familiar de la calle Fate de Jerez de la Frontera a las cuatro de la tarde. Los dos salieron juntos poco después, estuvieron en un bar de copas donde una testigo los situó y volvieron a las doce en punto de la noche. Tan solo diez minutos después sonó el disparo.

El primer funcionario que llegó al lugar aseguró la Llama del calibre 45 y la dejó sobre la cama. Sanfrutos intentó llevarse la pistola pero la madre y su amiga se lo impidieron por lo que la volvió a dejar junto al cadáver. En la primera inspección del cuerpo, sin entrar en valoraciones; ya reparó en la herida y quemadura de su mano izquierda, además del orificio de bala que presentaba en el pecho. Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Cádiz fueron categóricos en su informe cuando afirmaron que las heridas, la distancia y la trayectoria “ hacen difícilmente posible su producción por la propia víctima empuñando el arma” y que “la etiología médico legal de la muerte debe considerarse homicida”.

Los detalles se iban amontonando sobre la mesa de Homicidios y todas las pistas señalaban en la misma dirección: un tal José, de Madrid, que llevaba un pantalón vaquero, una camisa de colores y que había dejado una nota con su número de móvil en la puerta de la casa la tarde anterior. Para los investigadores la pruebas y testimonios no dejaban mucho margen de tiempo y había que intervenir el número de teléfono lo antes posible.

Obsesionado con su asesinato

El pinchazo del número dio sus frutos y la mañana después del crimen, la actividad del móvil fue frenética “continuas llamadas infructuosas y llamadas del tal Javi a José María” (Pérez Sanfrutos). La Policía no deja claro en sus informes quién es “Javi”, pero está claro que la noche del crimen nadie más acompañaba a victima y sospechoso en aquella habitación.

Los agentes ya habían logrado poner nombre y apellidos al hombre que horas antes había abandonado la escena de un posible homicidio. Ahora se centraban en posicionar geográficamente el móvil y por consiguiente a su usuario, sobre el que pesaban diversos antecedentes policiales y cinco reclamaciones de diferentes juzgados, entre los que destacaban dos ordenes de detención para ingreso en prisión. A las cinco y cuarto de la tarde cuando por fin ambos son grabados, el móvil está en el repetidor más cercano al domicilio de Sanfrutos en Rivas Vaciamadrid.

El principal acusado por el crimen, José María Pérez Sanfrutos.

“Que estaba muy malito (…) que se iba a suicidar, me fui ayer a verle, estuve toda la tarde con él de puta madre y a la una de la mañana me llama, está en la habitación, subo y hace pam”. Para la Policía esta es la coartada que utiliza el sospechoso y así lo indican en su atestado: “De esta manera queda plasmada la intención de José María Pérez de evadir la acción de la Justicia utilizando para ello la cobertura facilitada por el tal Javi”.

En la escucha, la versión es la opuesta al testimonio de la madre y al informe forense que descarta el suicidio.

José María: Desde luego estaba la madre y la madre dijo: vete vete vete, que tú estás como estás, vete llévate la pistola, y dije: yo no pudo llevarme la pistola (…)

Javi: ni se te ocurra llamar a la madre ni nada, claro.

José María: Ya la he llamado esta mañana a ver, oye qué tal, porque claro, yo me fui, y tal, y me ha dicho, no no, ya le están haciendo la autopsia, bah, madre mía, ya te contaré todo mejor, ¿vale?



En aquellos días Ortega, que fue el gran especialista de la organización criminal más polivalente y exitosa de España, pasaba por horas bajas. Su adicción a las drogas, su inestabilidad emocional y algunos altercados que culminaron con varias detenciones, mermaron la confianza de Cásper y los suyos. Juan Miguel se retiró de la circulación después de presuntamente dar un golpe junto al ahora sospechoso de su muerte y terceras personas sin identificar. Cabe destacar que en ninguno de los atestados, informes y declaraciones de este sumario aparece el nombre de Ángel Suárez “Cásper” quien según la Policía ordenó el crimen. En Jerez, a pesar de la distancia no estaba tranquilo. “Él estaba obsesionado con que le iban a matar y se le iba mucho la cabeza con esa idea” recuerdan sus familiares.

Noticias relacionadas