La mujer estaba inquieta por lo que podía ocurrir con su marido en Siria. El hombre, nacido en Ceuta, se había marchado en 2012 a Siria para engrosar las filas del Estado Islámico: aspiraba a cumplir con los preceptos impuestos por los yihadistas. Para ella sería "un honor" si le perdía en estas circunstancias. Él, en respuesta, afirmó: "Cuando muere un muyahid no le hacen un entierro, ni le dan el pésame; al contrario, le felicitan como si fuera un bautizo, tendrían que decirte 'felicidades'". Poco después, él perdería la vida en un atentado suicida.

La conversación entre marido y mujer, recogida en una sentencia de la Audiencia Nacional, se produjo vía correo electrónico. En ella, el yihadista enumera las recompensas que le esperan al muyahid [persona que muere en el nombre de Alá]: "Verá su lugar en el Paraíso -describe el hombre a modo de testamento-. Estará protegido. Se casará con 72 doncellas en el Paraíso y podrá pedir perdón para 70 parientes suyos".

El informe Estado Islámico en España presentado este martes por el Real Instituto Elcano relata los testimonios de los yihadistas compendiados por la Audiencia Nacional. Con ellos, intenta revelar los motivos que llevan a los radicales islamistas a combatir a Siria e Irak de la mano del Daesh.

Los motivos de radicalización

De acuerdo al documento, el 62,8% de los radicales detenidos en España se implican en los principios yihadistas por motivaciones "ideológicas y utilitarias". Por el contrario, el 23,5% lo hace por motivaciones existenciales e identitarias, mientras que el 13,7% restante es por causas emocionales y afectivas. Los testimonios citados en el informe forman parte de la primera.

"¡Cómo no voy a ir a la yihad si figura en el verdadero hadiz contado por el Profeta que la yihad es la cumbre de la creencia en el islam. Combatir por las causas de Alá es la mejor obediencia", explica otro yihadista español, también nacido en Ceuta, de 31 años.

Le perdona a la primera gota de sangre que pierde, le salva de la tortura de la tumba, le da su lugar en el paraíso, le da la seguridad, le casa con 72 mujeres puras y salva a 70 de sus familiares

Como en el testimonio anterior, también perdió la vida al explotarse en un atentado suicida. E igualmente mandó un correo a su esposa para despedirse de ella. En él, habla de los créditos que, de acuerdo a su creencia, obtendrá un musulmán ante Alá cuando pierda la vida en su nombre: "Le perdona a la primera gota de sangre que pierde, le salva de la tortura de la tumba, le da su lugar en el paraíso, le da la seguridad, le casa con 72 mujeres puras y salva a 70 de sus familiares".

Otro joven marroquí de 26 años, detenido en Madrid en noviembre de 2015, apuntaba a las señales del Juicio Final que veía en la sociedad: "Está muy bien para que volvamos como era antes, a las espadas. Y nos cargaríamos a la gente -advierte, en una conversación con su agente de radicalización-. Es una oportunidad para las personas que han pecado, como yo".

La búsqueda del sentido vital

"Llegué hasta un punto, amigo, que ya me daba igual el mundo, te lo juro, tuve un momento... Odio la vida y hubiera preferido estar muerto". El relato existencial que sostenía a este joven marroquí detenido en Madrid es el reflejo de la segunda causa de ingreso en el Estado Islámico: la búsqueda del sentido vital y la afirmación de una identidad colectiva.

De acuerdo a la conversación que sostuvo en junio de 2015 con el agente del Daesh que lo había introducido en la organización, sólo le quedaba la muerte tras romper con su pareja y perder su puesto de trabajo. Pero, al radicalizarse, halló su sentido vital: "Dedicarme enteramente a Alá".

En el mismo sentido se expresó la prima de una joven de 24 años detenida en Granollers (Barcelona) cuando estaba dispuesta a marcharse de España para unirse al Estado Islámico: "Considero que mi prima ha sido una víctima, quizá porque no tiene personalidad o porque sufre una carencia de identidad por la que todos hemos pasado y superado".

Entre el amor y el odio

"¡Maldita su raza, qué asco! Ya no les trago. Los odio", esgrimía un yihadista que viajaba en el Metro de Madrid al ver a un grupo de jóvenes que iba de fiesta. En una conversación telefónica, cargaba contra "todas las personas que viven en España", a quienes consideraba "criminales". El radical, detenido en la misma ciudad en octubre de 2015, representa a aquellos que ingresan en el Estado Islámico, fundamentalmente, por odio.

Hay que lapidarlos. Me metería con un palo y los partiría

"Hay que lapidarlos. Me metería con un palo y los partiría. Mejor con la espada, para que haya sangre", apuntaba otro radical detenido en Madrid. En esta ocasión, el blanco de su ira era un grupo de musulmanes de orientación sufí, divergente respecto a la rama salafista yahadista que él predicaba.

Pero también hay quienes se radicalizan por amor a una persona que ya forma parte del Estado Islámico. "Antes estaba perdida", resume una joven de Melilla de 17 años que fue detenida en su ciudad en junio de 2014. La chica se había enamorado de un yihadista, una persona que "siempre ha estado relacionada con yihad", de acuerdo al propio testimonio que ella misma ofreció en una conversación telefónica. "Es una alegría que haya visto la verdad y que ame a Estado Islámico y que ame a Abu Bakr al-Baghdado [su líder] y a los muyahidines".

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