La Sala Penal del Tribunal Supremo ha condenado a una pareja de amantes a ocho años de prisión ella y a cinco años él por concertarse para asesinar al suegro del hombre, que era un importante empresario. El plan criminal, que incluía también la muerte de otro amante de la mujer, se frustró porque la persona a la que encargaron los asesinatos, a la que ofrecieron 4.000 euros por cada un de ellos, les denunció a la Policía.

Los hechos objeto de condena, confirmados por el Supremo, fueron juzgados por la Audiencia Provincial de Madrid en julio de 2015. Se declaró probado que Ana Belén E. y Jesús M. comenzaron una relación sentimental en 2008, cuando se conocieron en el trabajo que ambos desempeñaban en una empresa funeraria.



Ana Belén estaba casada y mantenía, al tiempo que la relación extramatrimonial con el condenado, una tercera relación afectiva con otro compañero de trabajo, que desconocía que ella era también amante de Jesús.

Éste también estaba casado y disfrutaba, gracias a su matrimonio, del "alto nivel económico del padre de su mujer", un destacado empresario. El suegro "le minusvaloraba ya desde el noviazgo, considerándole sin preparación ni formación, de manera que para mantenerle apartado de sus propios negocios le hizo firmar, previamente a la celebración del matrimonio con su hija, el régimen económico de separación de bienes", declaró probado la Audiencia.

El "resentimiento" que Jesús albergaba contra su suegro "no impidió que disfrutara de la solvencia económica de la esposa conforme a su exclusivo interés, manejando el dinero de aquélla". La esposa vivía "plenamente confiada en su marido", por lo que no comprobaba el uso que hacía del dinero ni sospechaba de la relación extramatrimonial que mantenía con Ana Belén, a la que consideraba una simple compañera de trabajo de su marido.

También Ana Belén se beneficiaba del dinero de la familia de su amante. Se comprobó que disfrutaba de viajes y estancias en hoteles que Jesús cargaba a la cuenta de regalos de su boda. El condenado también abonaba gastos de Ana Belén como gasolina, compras o el teléfono que él le facilitó "sólo para hablar con él”.





El "rencor" hacia el suegro

“Sabedores los acusados de que, a través de la mujer de él podrían seguir manejando el dinero del suegro, animados por el rencor que Jesús M. sentía hacia su suegro y que su amante interiorizó como propio a lo largo de su relación afectiva, idearon acabar con la vida de éste, en la creencia de que de esta manera la hija y esposa del acusado accedería a su parte de patrimonio”, añaden los hechos probados.

A tal fin, en septiembre de 2008 y durante los cuatro meses posteriores, Ana Belén contactó por teléfono con otro hombre a quien conocía desde hacía años, “con quien mantenía una fluida relación incluso con connotaciones sexuales” y de quien ella pensaba que tenía contactos con personas que podían acabar con la vida de otros.

Entonces le manifestó su deseo de acabar con la vida del suegro para disfrutar con su amante de los beneficios de las empresas de aquél.

Ana Belén también le planteó matar a su otro amante en la funeraria, de quien dijo que le acosaba sexualmente y sobre quien manifestó que debería ser el primero en morir porque "podría llegar a sospechar que ella y Jesús tenían algo que ver en la muerte del suegro".



Para cerciorarse de que la petición que le estaba haciendo era seria, el supuesto sicario pidió a Ana Belén dinero por las muertes, a lo que ella accedió. Concertaron que recibiría 4.000 euros por cada asesinato, de los cuales le entregó por adelantado 3.000 euros que Jesús sacó de una cuenta bancaria.

Ana Belén proporcionó al supuesto sicario una fotografía del amante al que quería eliminar y otra de la familia política de Jesús, señalándole quién era el suegro.

Le dio también datos como la dirección de la vivienda y de la oficina del suegro, así como las matrículas de los vehículos que utilizaba. Le facilitó además un juego de llaves de la casa del suegro que Jesús le había cogido a su esposa. Ana Belén hizo saber al sicario que "en esas fechas la alarma de la vivienda no funcionaba".

Ese mismo día, 26 de enero de 2009, el supuesto sicario fue a la Comisaría y denunció los hechos.

Rebaja de la pena



El Supremo ha bajado la pena a la mujer en dos años y al hombre en uno al apreciar la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas del procedimiento, no estimada por la Audiencia de Madrid, que inicialmente condenó a los acusados a 10 y 6 años de prisión, respectivamente.



En una sentencia de la que ha sido ponente el magistrado Alberto Jorge, el Supremo explica que, aunque la instrucción se prolongó tres años, "un tiempo que no puede considerarse desmesuradamente dilatado", debió durar menos porque la investigación no fue compleja.

Lo que sí fue "desproporcionado" fue el tiempo en que tardó en celebrarse el juicio oral desde que el sumario pasó a la Audiencia Provincial (febrero de 2012), desproporción a la que contribuyó el hecho de que la vista se suspendió varias veces por causas no imputables a los acusados.