El exbanquero Mario Conde montó una auténtica estructura societaria y utilizó una marañas de cuentas bancarias para mover de un sitio a otro dinero obtenido sin justificar y que los investigadores sospechan que proviene de lo robado en Banesto. Además, utilizó familiares y testaferros para ocultar su dinero y disfrutarlo sin hacer saltar las alarmas. Este uso llegó al punto de emplear una cuenta de su mujer fallecida para sufragar gran parte de sus gastos diarios.

En 1999, Lourdes Arroyo abrió una cuenta, después de que enviaran a la cárcel a Conde, para pagar los gastos de la casa. Como tenían todas las cuentas bloqueadas por la Justicia, pidió a su cuñada, Paloma Jiménez López de Arenosa, que le abriera una cuenta siendo ésta la titular y Arroyo la persona autorizada.

Según contó la propia Jiménez a la Policía, ella lo hizo como un favor a su cuñada, pero cuando ésta murió quiso cerrar la cuenta. Sin embargo, ni su hija Alejandra ni el propio Conde quisieron, dado que a través de ésta se pagaban todos los gastos de la vivienda del ex presidente de Banesto, así como la cuota de Club de Golf La Moraleja, el mantenimiento del yate, la seguridad privada, un seguro de sanidad privado o la televisión digital.

Estándares próximos al lujo

En vida, Arroyo se encargaba de hacer ingresos en efectivo en la cuenta de La Caixa para pagar todos sus gastos y tras su muerte, quien tenía esa función era Alejandra Conde, con un dinero que no está acreditado que se haya obtenido a través de sus rentas y trabajos. La mujer fallecida de Conde llegó a ingresar hasta 342.000 euros en metálico de procedencia desconocida.

Así consta en un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía fechado en 2012, año desde el cual se investigaba si Conde, declarado insolvente tras su condena por la Audiencia Nacional, estaba blanqueando los 25 millones de euros sustraídos de Banesto y que nunca fueron devueltos.

La investigación demuestra el elevado tren de vida de Conde, con jardineros, conductores o cocineros, imposible de pagar con los ingresos declarados tras salir de prisión, es decir, beneficios por sus libros publicados y sus intervenciones televisivas. Para mantener este nivel, “con connotaciones propias de estándares próximos al lujo”, lo que parece que ideó Conde fue sufragarlos a través de diversas cuentas, con testaferros, y entradas de divisas internacionales ordenadas por sociedades que en último término los investigadores creen que él o algún miembro de su familia está detrás.

Engañó a la Mutua

La cuñada de Lourdes Arroyo intentó desvincularse de la cuenta abierta a su nombre. Aunque reconoce que ella la abrió, aseguró a la Policía que ella no tenía la clave para hacer movimientos en ésta y que no sabe la procedencia de los ingresos en efectivo realizados. Para ello, entregó unos correos electrónicos entre ella y Alejandra Conde pidiéndole el cierre de la cuenta después de que la Policía le citara a declarar como testigo en 2012, y después de que ya le hubiera reclamado el cierre. Sin embargo, tras la investigación continuada por la Guardia Civil con el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, Jiménez no se ha librado de ser investigada como presunta testaferros de los Conde.

A través de esta cuenta también se pagaban los seguros de los coches utilizados por el exbanquero. En este caso, la Policía hace constar que a pesar de que su mujer falleció en 2007, uno de los vehículos utilizados por Conde tenía el seguro con la Mutua Madrileña y estuvo a nombre de Lourdes Arroyo por lo menos hasta 2011, según consta en el recibo de pago. Para los agentes el hecho de que estuviera a nombre de Arroyo “resulta bastante sorprende, si tenemos en cuenta que al parecer lleva fallecida desde septiembre de 2007”.