No era la primera vez que Julieta acudía a una sesión de depilación láser. Era la tercera ocasión en la que esta joven de 21 años se sometía al proceso de estética, pero esta vez notó a los pocos minutos que algo iba mal: “Sentía que me ardía, que me abrasaba viva. Como si hubiesen cogido 50 cigarros y los iban quemando uno a uno sobre mi cuerpo”.

Esta madrileña estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas relata a EL ESPAÑOL su calvario vivido desde que el pasado año se compró un bono de depilación láser en un Centro ELITE de medicina estética en el centro de la ciudad. Después de hacerse las pruebas oportunas para comenzar el tratamiento, acudió a una primera y segunda sesión “sin problema alguno”.

El problema llegó en la tercera cita con el láser. La esteticista no era la misma que le había atendido las primeras ocasiones y a los pocos instantes de comenzar el tratamiento, notó cómo se abrasaba: “En un primer momento pensé que era el dolor normal, pero la chica que me lo hacía debió de notar que algo no iba bien porque paró y me aplicó una crema refrescante”.

Tras ello, siguió. Y entonces llegaron aquellos “50 cigarros que se quemaban en mi cuerpo”. “Era un dolor insoportable”, recuerda. Terminó “la tortura” y salió, siempre según su versión, corriendo para su casa. “Me desnudé y empecé a contar quemaduras. "Era interminable", explica. Prueba de ello, efectivamente, son las fotografías que Julieta ha mostrado a este periódico para comprobar la veracidad del caso.

No sólo las fotografías. El propio centro medico, días después reconoce a través de la doctora del centro, tal y como se recoge en el parte médico que tiene documentado la joven de 21 años, que la paciente presenta “lesiones compatibles con quemaduras de primer grado posteriores a sesión de depilación láser”.

Para corroborar el diagnóstico, la chica acudió a un especialista dermatólogo del hospital de la Princesa de Madrid, que en la misma línea anterior, consideró que el láser le había provocado “quemaduras de primer grado que le han impedido hacer vida normal”.

“No podía moverme, me costaba vestirme, me veía obligada a cubrir la zona quemada con gasas y luego ponerme la ropa, era una pesadilla, me tiraba el día llorando”, explica.

La clínica, que depende de los centros de estética Cristina Álvarez, “lamenta” en conversación con este diario las quemaduras que sufrió la joven. Analizan que de sus “más de 50.000 clientes” nunca habían tenido otro caso igual. “No fue fallo de la máquina porque posteriormente siguió funcionando sin causar daño alguno”, afirman desde la dirección de la empresa.  

Foto: Pablo Cobos

Comenzó entonces el segundo vía crucis de Julieta. Ahora el legal. En un primer término, intentó solucionar el asunto, junto a su padre abogado, de forma extrajudicial, a través de un acuerdo entre la clínica y la víctima. Desde el centro ELITE le remitieron a la compañía de seguros Allianz y desde allí una respuesta, que tachan de “indignante”.

“Nuestro cliente no es responsable de nada y puede usted reclamar como considere oportuno”. Para tal afirmación, concreta, que decían basarse en los documentos de consentimiento que Julieta firmó antes de someterse al tratamiento “El consentimiento se otorga para que se haga bien la depilación, no para que le produjeran 50 quemaduras”, dice el padre, Enrique Sánchez-Quiñones.

“¿Quiere ello decir que Allianz y los centros ELITE pueden queda impunes por el hecho de una joven haya firmado un consentimiento sobre los riesgos del uso del láser? ¿En qué cabeza cabe dar la autorización para que le quemen a uno cinco decenas de veces?”, se pregunta el abogado. Un documento que, por cierto, la empresa se ha negado a dar -un copia al menos- a la chica.

Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo amistoso, padre e hija emprendieron la reclamación por la vía judicial para pedir una compensación por los daños sufridos. Acudieron a los juzgados de instrucción para interponer la denuncia pero “la sorpresa” llegó cuando, “sin practicar ningún tipo de diligencia, como un examen forense de la joven o toma de declaración de la persona que utilizó el láser”, el juzgado archivó la causa al considerar que no existía delito. Posteriormente, la Audiencia confirmó el archivo.

Y eso que la valoración del forense hizo del siniestro se desprende lo siguiente: 8 puntos de secuela, 10 días impeditivo y 80 no impeditivos. Esto, traducido a cifras, suma un monto de 11.429 euros, que es la cantidad que reclaman a la compañía.

Desde la clínica hacen referencia a las “continuas amenazas” que llevan sufriendo por parte de Sánchez-Quiñones “desde hace meses”: “Al padre sólo le ha importado desde el inicio el dinero”. “No vamos a ceder a las amenazas, insultos y al chantaje al que nos lleva sometiendo este señor”, añaden. Además, desde la empresa aseguran que van a tomar medidas legales por la actitud mostrada por parte del padre durante este tiempo.



“Es todo absurdo, estamos en un callejón sin salida, no sólo para resarcir el daño producido a mi hija, sino para que esto no le vuelva a pasar a ningún posible consumidor o cliente de ELITE”, apostilla el abogado.

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