Última vuelta a los apuntes. A la mayoría de opositores que sueñan con una plaza de maestro en la Educación pública les queda menos de un mes para repasar los montones de apuntes que han ido acumulando durante meses. Otros, los que menos de momento, los llamados millennials, aprovecharán estas semanas para revisar las master class en Periscope, preguntar sus dudas de última hora a sus tutores por Whatsapp o hacer un simulacro práctico por Skype.

Serán más de 50.000 los opositores que lucharán por una de las 4.104 plazas convocadas en un total de nueve Comunidades Autónomas (Castilla-La Mancha a la cabeza con 750; La Rioja cierra la lista con 86). El gran grueso de los estudiantes se han preparado los temarios a través de academias especializadas o preparadores, quienes han tenido que adaptarse a los perfiles de los recién licenciados: jóvenes que utilizan los smartphones y las tablets como una extremidad más y tiene una gran movilidad.

Son los millennials, jóvenes nacidos entre 1985 y 1995 aproximadamente, hijos de la generación baby boom que se hicieron mayores durante la entrada en el nuevo milenio en una etapa de prosperidad económica. Y no son pocos: según el Instituto Nacional de Estadística, los nacidos en ese tramo de edad superan los 8 millones.

“Hemos tenido que adaptar nuestros contenidos a los formatos móviles con el objetivo de que en cualquier momento y en cualquier lugar se puedan estudiar, consultar y repasar”, explica a EL ESPAÑOL Víctor Hijonosa, director de la academia Rubicón.

Alberto Sempere tiene 24 años, hace dos que terminó el grado de Educación Infantil y lleva desde el pasado septiembre opositando para lograr un puesto en Valencia. Hay 482 y dice “estar preparado”, aunque “el factor de la suerte también cuenta”.

DE LA PILA DE APUNTES A LAS TABLETAS

El día del primer examen teórico -hay 25 temas posibles y deberá elegir uno a desarrollar de dos que le ofrecerán fruto del azar- habrá dejado atrás nueve meses en los que ha convivido con otros compañeros gracias a las nuevas tecnologías pese a que estos están a cientos de kilómetros. “En un grupo de whatsapp estamos un grupo de alumnos con el coordinador. Ahí podías hacer preguntas sobre el temario y los mismos compañeros respondíamos”, cuenta Sempere a este periódico.

El pasado año este estudiante ya intentó prepararse, pero “la monotonía” acabó con su ilusión. Pasado el verano, decidió apuntarse al modelo online pese a que su padre, también maestro, le aconsejó que no era buena idea: “Me dijo que 'ni en broma, ahí no haces nada, no vas a ir a clase”. Ahora cuando sus padres lo ven con los cascos y la tablet por los pasillos de casa, “más satisfechos” con la decisión, no dejan de sorprenderse: “¡Qué manera de dar clase!”.

Y es que en esta tableta, al igual que en el móvil o el Kindle, Sempere ha llevado los 25 temas siempre encima. “Cuando por la noche me molesta la luz del Ipad lo que hago es abrir los apuntes en el ebook, que facilita más la lectura y así repaso en los últimos momentos del día”.

Lo ha hecho desde Valencia, donde está ahora viviendo con sus padres, y desde Dublín. Allí estuvo viviendo entre noviembre y febrero para mejorar su manejo del inglés. Desde allí, “no sólo podía practicar el idioma, sino que continuaba 'asistiendo' a clase”. Algo que considera “impensable” cuando seguía el modelo presencial, ya que “cuando faltabas los sábados a clase perdías la sesión magistral y las correcciones”.

Correcciones que en este caso se hace a través de un Google Doc. Un documento online conectado al que tiene acceso tanto el alumno como el profesor y en el que los ejercicios o casos prácticos pueden ser corregidos al momento: “Tú escribes el tema o las respuestas y las correcciones del profesor aparecen en rojo al momento”.

ADAPTARSE A UNA EXIGENTE GENERACIÓN

“Esta corriente trata de superar el modelo tradicional de clase-alumno, donde la relación entre docentes y opositores es muy cercana y colaborativa para conseguir optimizar el aprovechamiento de las horas de estudio y la transformación de los estilos de vida y la movilidad de la gente joven”, asegura el director de Rubicón.

Una de las fases más temidas de la oposición es la que exige a los aspirantes enfrentarse a un tribunal para exponer de forma oral una programación y responder a un caso práctico. Para ello, los millennials se preparan con numerosos simulacros por Persicope, Skype o Hangout.

“No sólo te puntúan el contenido, también la comunicación no verbal”, cuenta el joven. Para ello, ha estado enviando vídeos haciendo simulaciones de exposiciones y en otras ocasiones, “que sirve para los que tienen más vergüenza”, a través de herramientas de vídeo en directo como Periscope o Skype. “Me ha ayudado mucho a ganar confianza”. apostilla.

No termina la conversación sin decir que durante estos “largos” meses de estudio ha aprendido más “que durante los cuatro años de carrera”. Dice sentirse listo para lograr la plaza. Los millennials volverán las tornas; comenzarán a pasar de los pupitres a la mesa del profesor para dar clase a las próximas generaciones.

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