Tras año y medio de espera y un regalo histórico de casi 2.000 millones de euros (el 80% de los 2.444 millones de deuda condonada por el Gobierno español el pasado viernes), Raúl Castro ha recibido este lunes a José Manuel García-Margallo acompañado por la ministra de Fomento, Ana Pastor. Una cita y una foto más que deseadas por el ministro de Asuntos Exteriores, que en noviembre de 2014 sufrió el plantón de Castro en La Habana.

En este tiempo, han precedido a los españoles en el competitivo desfile internacional por hacerse con el pastel económico de la Cuba del deshielo los seis grandes países occidentales: Italia (marzo 2015, visita a La Habana del ministro de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni); Francia (mayo 2015, ídem del presidente François Hollande); Alemania (julio 2015, Frank-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores); Estados Unidos (marzo 2016, el presidente Barack Obama) y el Reino Unido (abril 2016, el canciller Philip Hammond).

“Lo importante no es ser el primero sino seguir estando”, subrayan fuentes diplomáticas después del encuentro que ha tenido lugar durante la madrugada española en la última colonia española, que vive una perestroika parcial en el otoño de los hermanos Castro. En la isla caribeña viven 130.000 españoles; España es su primer socio comercial dentro de la Unión Europea (el tercero mundial tras Venezuela y China); más del 90% de las plazas hoteleras están gestionadas por españoles y, lo que es más importante, “todo está por hacer, desde carreteras hasta hospitales, una perita en dulce para nuestras empresas”, en palabras de un empresario hostelero español.

INTERESES EN JUEGO

Una perita demasiado grande -el año pasado el intercambio comercial superó los 1.000 millones de euros- como para dejarla pudrirse en manos de un diálogo político que ha sido difícil durante estos cuatro años de Gobierno del PP. España no ha tenido protagonismo durante esta fase inicial de deshielo que ha llegado a su cénit histórico con el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas con EEUU.

Los empresarios españoles -y los diplomáticos- han visto con creciente ansiedad las idas y venidas de los competidores extranjeros sin que Madrid moviera aparentemente un dedo. Desde Moncloa se coordinó el trabajo de tres ministerios (Economía, Exteriores y Fomento) para atajar la situación. El pasado 19 de abril, el ministro de Economía, Luis de Guindos, despejó el camino para el encuentro de este lunes al presentar en el Congreso de los Diputados el proyecto de condonación de la deuda que ha sido aprobado en Consejo de Ministros el pasado viernes.

“El viaje de Margallo y de Pastor es muy importante: demuestra que España quiere estar presente en el proceso de apertura de Cuba”, señalan fuentes diplomáticas, que minimizan el hecho de que Castro haya tenido esperando a Margallo todo el fin de semana en La Habana hasta confirmar su encuentro del lunes por la tarde (madrugada en España). El ministro no se ha dado por aludido: al salir de la reunión de dos horas y media, ha calificado la cita de “un antes y un después” en las relaciones, y ha hablado del “punto más álgido”.

En 2007, el Gobierno socialista retomó la interlocución privilegiada con la isla y contribuyó al inicio de las negociaciones con la Unión Europea y que han culminado este año con la renuncia a la Posición Común que consiguió Aznar. Eran los años de Zapatero en los que el PP en la oposición se oponía furibundamente al diálogo con las autoridades castristas. Jorge Moragas, hoy todopoderoso mano derecha de Mariano Rajoy en La Moncloa, fue expulsado de la isla. La noticia dio la vuelta a España.

SIN OPOSICION

Nada que ver con esta segunda y cuidadosa visita de Margallo a La Habana, donde ha evitado- como hizo Moragas entonces y como se había hecho hasta ahora- el más mínimo encuentro con la oposición. Ni siquiera una charla en la Escuela Diplomática sobre la Transición española, como hizo en noviembre de 2014. Margallo sigue pensando que esa intervención le costó la cita, y esta vez llevaba la lección bien aprendida: ha pasado tres días enteros (e inocentes) en Cuba esperando a Castro mientras visitaba el buque-escuela Juan Sebastián Elcano; rendía homenaje a un marino español, se reunía con el cardenal Ortega y con la ministra colombiana de relaciones exteriores, y recibía a la ministra Pastor.

Esta llegó el domingo por la noche a tiempo solo para los encuentros de marcado carácter económico del lunes, cuando se hizo con un memorándum de transporte (MOU).

Aunque tarde y con más dinero que cariño, diplomáticos y empresarios concluyen por igual: “El esfuerzo ha valido la pena, no podíamos seguir perdiendo influencia en la última colonia de España”. Antes de regresar a España, Margallo ha insinuado que esta visita facilita el viaje a la isla de Felipe VI. En Zarzuela, de momento, no hay confirmación de una visita que- ésta sí- podría ser calificada de histórica: Juan Carlos I nunca hizo un viaje de Estado a Cuba, aunque sí la pisó en 1999 durante la Cumbre Iberoamericana en la que Aznar se quitó la chaqueta, sembrando las semillas para los frutos que Margallo ha tardado tanto en recoger.

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