La jueza más mediática del País Vasco, Garbiñe Biurrun, acaba de rechazar por segunda vez encabezar una candidatura electoral de Podemos. Desestimó la oferta de concurrir a las elecciones generales del 20-D y ahora ha declinado igualmente hacerlo como candidata a lehendakari en los comicios autonómicos vascos del próximo octubre. Al final han podido más sus circunstancias personales y profesionales que sus deseos de participar en política desde la primera línea.

Su negativa deja de momento a la formación morada sin una cabeza de cartel capaz de rivalizar con el tirón de los candidatos del PNV, Íñigo Urkullu, y EH Bildu, Arnaldo Otegi, y somete a la organización de los círculos a la realización de primarias con incógnitas por despejar. La primera de ellas es si seguirán buscando entre personalidades de la sociedad civil o promocionarán a alguien desde dentro.

CANDIDATA DE CONSENSO

De haber aceptado la propuesta, también Biurrun tendría que haberse sometido a un proceso de elección interna, pero el mayoritario consenso que recaba su figura lo hubiera convertido en un trámite más que en una barrera.

La prueba de su gran aceptación es que sectores enfrentados han visto en ella “la mejor candidata posible” y han tratado de convencerla para que dé el salto a la política en dos ocasiones.

En julio de año pasado el entonces secretario general de Podemos, Roberto Uriarte, le ofreció aspirar al Congreso de los Diputados. La magistrada rechazó la propuesta pero dejó una puerta abierta que la actual dirección, encabezada por Nagua Alba, se apresuró a cruzar. Antes incluso de que se formalizara el pasado 8 de abril, la apuesta oficial de Podemos se había convertido en algo más que un rumor.

Con su nombre sobre la mesa durante tantos meses la divulgación de la oferta abrió un intenso compás de espera, gestionado directamente por la magistrada, que no ha quebrado su silencio hasta este martes en el que ha respondido en sentido contrario al que muchos esperaban.

En función del tiempo transcurrido, su negativa ha constituido una notable sorpresa y un contratiempo para la formación morada vasca que proyectaba recibir este viernes con ese triunfo en la mano al secretario general del partido, Pablo Iglesias, que visita por primera vez Euskadi tras la suspensión de un acto en la campaña del 20-D.

RAZONES PROFESIONALES

En un comunicado conjunto, firmado por Biurrun y Podemos, se intuyen algunas de las claves de la decisión adoptada y las dudas que ha tenido que despejar la magistrada tras un periodo de reflexión calificado en la propia nota de “intenso y difícil”.

En ella se afirma que asumir el “apasionante reto” ofrecido por Podemos “le obligaría a renunciar a compromisos personales, sociales y profesionales que no puede eludir, por razones que quedan dentro del ámbito de su intimidad”.

Garbiñe Biurrun (Tolosa 1960), casada y con dos hijos, es magistrada de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), cuya presidencia ocupa desde 2009 y para la que fue reelegida en 2014. Desde su cargo ha mostrado especial sensibilidad hacia la clase trabajadora afectada por la crisis económica al afrontar juicios colectivos por despido y ha sido objeto de las críticas de la patronal por su interpretación de las leyes.

La carrera judicial no es compatible con el ejercicio de la política y tendría que haber renunciado a su plaza sin tener garantizado su retorno al mismo puesto. Un argumento que a la fuerza habrá tenido que sopesar frente a la alternativa de disputar la Lehendakaritza y en caso de no alcanzarla ejercer como parlamentaria vasca a lo largo de los próximos cuatro años.

COMPROMISO CON PODEMOS

Biurrun ha optado por la Judicatura pero asegura que “seguirá compartiendo” con Podemos Euskadi “espacios de encuentro y de trabajo” en el ejercicio de sus “derechos de ciudadanía”, aunque dentro de los límites que su profesión le impone.

No es la primera vez que invoca esos derechos para adentrarse en un terreno vedado a los jueces. En 2014 quiso formar parte de la Comisión para Impulsar el Proceso de Paz, promovida por Lokarri, y se vio obligada a elegir ante la advertencia de incompatibilidad del Consejo General del Poder Judicial. Posteriormente, en 2015, el órgano de los jueces le impidió integrarse en el Consejo de Dirección de Gure Esku Dago, un movimiento a favor del derecho a decidir, por la imposibilidad de compatibilizar su puesto con actividades que “menoscaben” la imparcialidad de los miembros de la Judicatura.

La magistrada ha eludido explicar su decisión más allá del comunicado, pero en él considera “decisiva” la irrupción de Podemos en política para aspirar a “un modelo de sociedad más justo” y expresa textualmente que “comparte la visión de cambio de Podemos Euskadi”. Su afirmación parece estar dirigida a disipar cualquier duda sobre que la existencia de algunas diferencias con los planteamientos de la formación morada haya podido contribuir al rechazo de su oferta.

Biurrun, tertuliana habitual de EiTB, discrepó públicamente hace unos días en la televisión vasca con el secretario de Organización de Podemos Euskadi, Lander Martínez, que insistió en el objetivo estratégico del partido de desalojar al PNV de Ajuria Enea como condición ineludible del cambio. La jueza no dudó en tachar ese discurso de “exclusión” de “poco positivo” y defendió la posibilidad de poder pactar también con el partido de Ortuzar.

Sus palabras obligaron a matizar su posición a la cúpula directiva de Nagua Alba, que minimizó las diferencias y encajó las objeciones de Biurrun como una muestra más de su espíritu independiente.

En un reciente artículo, en el que el ex secretario general de Podemos Euskadi, Roberto Uriarte, defendía la apuesta por la magistrada, se refería a esa independencia de criterio como una de las cualidades que avalaban su elección. Citaba además su decidida defensa de los derechos sociales, su postura crítica con los excesos de poder y su figura como punto de encuentro con el nacionalismo, afín a la vocación de “transversalidad” de la formación morada. Un papel de “puente” que también le reconocían desde EH Bildu al valorar la posibilidad de confrontar con Biurrun en las urnas.

Uriarte añadía una quinta razón, que ahora se desvanece, al considerar que podría ser la primera mujer en llegar a Ajuria Enea.

CON MUCHO GANCHO

A Grabiñe Biurrun se le identifica con la alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, porque ambas son juezas, vinculadas a Jueces para la Democracia, de la que ha sido portavoz en el País Vasco, y comparten una biografía de mujeres de izquierdas, feministas y comprometidas con los movimientos sociales y los derechos humanos.

La trayectoria de la magistrada tolosarra está marcada además por la existencia de ETA y sus consecuencias. A la Carmena vasca el terrorismo le ha tocado sufrirlo de cerca, así como la complejidad del intrincado laberinto político de sus comunidad natal, donde se ha posicionado de forma reiterada sin ocultar sus planteamientos ideológicos y sus puntos de confluencia con el nacionalismo.

El ente público vasco de comunicación le proporciona, a través de EiTB y Radio Euskadi, su principal atalaya mediática y es una mujer muy conocida por sus opiniones, que no se limitan al terreno jurídico. Antes de ser jueza estuvo afiliada a Euskadiko Ezkerra y a CCOO; ha sido miembro de Gesto por la Paz, organización ya desaparecida; y participa en Lokarri, red ciudadana por el acuerdo y la consulta, y en Amnistía Internacional.

La hemeroteca da cuenta de su prodigalidad en múltiples causas, como el derecho a la vivienda o la despenalización del cannabis, y del apoyo a una campaña de Ezker Batua - la formación integrada en Izquierda Unida- y a su líder Javier Madrazo.

Exigente a la hora de condenar y reclamar el fin de ETA, al igual que el resto de jueces estuvo obligada a llevar escolta tras el asesinato de su compañero José María Lidón en 2001. Vivió durante años como miembro de un colectivo amenazado, pero esa circunstancia no le ha impedido ser crítica con algunas decisiones judiciales - ilegalizaciones de la izquierda abertzale, “Doctrina Parot” o "caso De Juana"- y posicionarse en contra de la dispersión de presos y la actual política penitenciaria del Gobierno central.

Con su candidatura, bien recibida también en Izquierda Unida, Podemos Euskadi podía aspirar a repetir su triunfo de las pasadas generales, donde fue el partido más votado, y pescar en casi todos los caladeros electorales, no sólo en los del PSE-EE y EH Bildu.

Su condición de euskaldún, su carácter vasquista y su acreditada defensa del derecho a decidir contribuía a crear el perfil idóneo para contrarrestar el regreso de Otegi e incluso para rebajar las expectativas en las urnas del PNV, que en los últimos sondeos corrige los resultados del 20-D y relega a a Podemos a un segundo puesto en la Cámara vasca.

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