No habían pasado ni 24 horas del terremoto cuando los 45 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) aterrizaron en Ecuador. El escenario que se les dibujó era un país arrasado, con barrios enteros que apenas se sostenían sobre sus cimientos. "Será necesaria mucha ayuda para sacarlo adelante", advierte el comandante Iván Herreras, al frente del contingente.

Las autoridades hablan de más de 650 muertos; los militares españoles restan horas al sueño con el propósito de "contribuir un poco a paliar la situación de esta gente": "No sé ni en qué día estoy, entre el jetlag y trabajar día y noche", reconoce, con tono cansado, el comandante Herreras. Pero también lo hace con un tono alegre, abrumado por la bienvenida que les han brindado los ecuatorianos: "Es difícil explicar todas las sensaciones que te transmiten de gratitud en todo momento".

Contingentes de diferentes países han aterrizado en Ecuador para ayudar en las labores de rescate, pero entre España y Ecuador existen lazos culturales y, sobre todo, de idioma.

Eso indudablemente lo hace más sencillo. El idioma, el vínculo histórico y cultural que tenemos con esta gente, nos hace que sea mucho más fácil. Es como si estuviéramos trabajando en casa y eso influye en el grado de implicación. Cuando pasas por la carretera y ves a mujeres y niños con carteles pidiéndote agua... ¡Y lo puedes leer! Y muchas veces no se lo puedes dar...

Una madre y un hijo piden ayuda en las inmediaciones de Canoa. Henry Romero Reuters

El terremoto sacudió Ecuador un domingo con una magnitud de 7,8 grados en la escala de Richter y ustedes aterrizaron allí un día después. ¿Qué es lo que se encontraron?

Hemos visto un país de contrastes. En la situación de la zona de catástrofe es curioso ver, en una misma ciudad, un barrio completamente arrasado con todos los edificios afectados y ninguno habitable, y, al otro lado de la avenida, edificios en perfecto estado. No me atrevo a decir que es un país hundido, pero sí habrá que trabajar mucho y será necesaria mucha ayuda para sacarlo adelante. Hay barrios enteros en Manta arrasados. Canoa, que es donde estuvimos el primer día, ha dejado de existir. Está a la orilla del mar, en una zona turística. Cuando llegamos, no había ni una sola casa habitable. Es espectacular.

En algunas catástrofes naturales, las zonas más pobres resultan las más afectadas. ¿Es esto lo que ha ocurrido en Ecuador?

No es así, ha habido de todo. En muchas ocasiones, los edificios caídos son los más modernos, mientras que las casas de bambú son las que se sostienen. Evidentemente, el pobre lo va a pasar peor, pero ha sido un terremoto para todos.

¿Qué labores han efectuado?

Inicialmente, las labores eran de búsqueda de rescate. Buscábamos personas vivas entre los escombros con perros y herramientas. No hemos localizado a una persona viva, sólo hemos rescatado cadáveres. Los cuerpos, una vez localizados, los sacábamos, porque supone un problema de salud. Una vez que pasamos esa fase inicial, que eran las primeras 72 horas, se entra en otra fundamental, que no es tan crítica: tareas de apuntalamiento de edificios para poder volver a la normalidad y para que no se caigan más edificios provocando más víctimas.

En el Hospital de Chone llevaron a cabo esa labor, que fue crucial para rescatar un material sanitario imprescindible.

El edificio había quedado inutilizado y habrá que derribarlo. Dentro estaba todo el material sanitario, de altísimo valor económico. Lo que hicimos fue valorar la estructura, ver las zonas por las que se podía pasar sin peligro, asegurar los puntos críticos y, en colaboración con una unidad del Ejército ecuatoriano, entrar en el edificio y coger incubadoras, aparatos de rayos… todo tipo de material que es crítico en el país.

Hasta entonces, ¿cómo atendían a los afectados por el terremoto en Chone?

Tenían montado en la puerta un hospital de campaña, que es durísimo verlo. Porque la vida sigue: la gente sigue naciendo y la gente sigue viviendo. No tienen nada, ni un edificio, ni unas máquinas con las que atenderlos. Es muy gratificante poder recuperar ese material.

Efectivos de la UME en la base de operaciones.

Hasta el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, les dio la enhorabuena personalmente por esta operación.

El personal médico de Chone lloraba viendo cómo sacábamos el material sanitario. De esta misión me voy a llevar la sensación de gratitud del pueblo ecuatoriano. Es increíble lo agradecidos que están, cómo se vuelcan, cómo te paran por la calle. En Manta corrió la voz de que un perro de búsqueda había muerto desfallecido por el calor, porque las condiciones han sido extremas. La gente de allí, que no tiene qué comer, venía a traernos lo poco que tenían de agua y de comida, y a preguntar por el perro. ¡Y eso que no era nuestro perro! 

¿Cómo es su día a día en un escenario así?

Durante los primeros días trabajábamos 24 horas. Hay que aprovechar el tiempo que se tiene, no se puede descansar mucho, porque cada hora que pasa es crítica para alguien que está bajo los escombros. Se empieza a trabajar con todos los equipos y poco a poco se empieza a habilitar turnos para descansar. Porque, al final, si el rescatador no está en condiciones, más que ser parte de la solución se convierte en parte del problema. Una vez que acabamos la fase de búsqueda y estamos en otros trabajos menos críticos, tenemos un trabajo más centrado en el marco diurno.

¿Y cómo se organizan para permanecer descansados y operativos?

Aquí amanece un poco antes de las seis de la mañana y, con la luz, nosotros ya estamos en pie.Tenemos personal que se encarga de la logística y de la alimentación, así que desayunamos en la base y, enseguida, ya estamos en los vehículos. Nos dirigimos hacia la zona que hemos delimitado el día anterior con la ONU o con las autoridades ecuatorianas. Trabajamos en zona hasta que se va la luz, que es sobre las 18.30 o 19.00, y entonces replegamos.

Es importante también ver los tiempos de desplazamiento. Porque si en el mapa ves la distancia entre localidades, que es corta (60 km entre Manta y Canoa), luego hay que ver las condiciones del camino. Nos hemos encontrado con carreteras partidas, con una grieta de 50 metros que la dividía por el medio. Eso también son tiempos que vas acumulando.

También será difícil de gestionar la moral...

Todos queremos venir aquí. Pasamos el año entero trabajando para estas situaciones. Recibo llamadas de todos mis compañeros para decirme qué suerte tengo y qué envidia.

¿Usted cómo se enteró de que tenía que viajar a Ecuador?

Sabía que había habido un terremoto. En ese momento enciendo todas las alarmas y estoy pendiente. Me avisan de que es posible que tengamos que desplegar y, como jefe del contingente, aviso a todo el personal para que estemos en prealerta. Hasta que por fin nos dan el aviso definitivo. Y nada, muchos besos de los niños y despedida de la mujer: “Ten mucho cuidado y llama cuando puedas”. En mi caso, ese “cuando puedas” fue 48 horas después. 

¿Cómo se prepara uno para esa situación?

Tenemos varias campañas o actividades: incendios, inundaciones, nevadas, búsqueda y rescate… Un día a la semana hacemos instrucción específica de búsqueda y rescate. Practicamos con las herramientas para que, una vez llegado el caso, sepamos cortar un bloque de hormigón, hacer un agujero en una pared para entrar... Un dato curioso es que, para entrar en un edificio afectado por un terremoto, lo más seguro es hacer un agujero en forma de triángulo y entrar por él. Eso es algo que la gente no suele saber. Ese tipo de cosas son las que tenemos que aprender y después practicar.

Hablaba de que Ecuador necesitará mucha ayuda para sobreponerse. ¿Cuánto tiempo será necesario para que el país comience a tener una vida normal, si es que esto es posible?

De esto me temo que no puedo decir nada. No tengo la información ni el conocimiento. En la zona en la que hemos estado trabajando la gente lo está pasando mal, porque no hay agua ni comida. Las infraestructuras están muy dañadas.

Y el operativo de la UME, ¿hasta cuándo se quedará allí?

Las tareas de búsqueda y rescate empiezan en el momento de catástrofe y vienen durando entre una semana y diez días. Para un equipo de búsqueda, más allá de diez días, no es habitual que se quede. Podría quedarse en labores de asesoramiento a la autoridad, no lo sé. Si Ecuador necesita de nuestro apoyo...

En parte tendrán ganas de regresar a casa.

Es una situación encontrada. En parte todos deseamos volver, pero la empatía que sentimos hacia toda la gente que nos encontramos… Es difícil explicar todas las sensaciones que te transmiten. Nos dan las gracias o, como dicen aquí, "bendiciones". Eso te hace poner en la balanza las ganas de volver a casa y, por el otro, todos estos sentimientos.

Efectivos de la UME en las labores de reconocimiento de edificios. Luis Ortiz Defensa

*El operativo español desplegado en Ecuador está compuesto por 45 efectivos de la UME y 12 bomberos del ERICAM (Comunidad de Madrid), además de seis perros -cuatro, de búsqueda de heridos, y dos, de búsqueda de cadáveres-.

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