El expresidente de Murcia abrió este miércoles un fuego interno en el Partido Popular que nadie se atreve a arreciar. Alberto Garre, un histórico político murciano que no fue incluido en las listas electorales del 24M, se siente con las manos libres para decir a Mariano Rajoy lo que muchos comparten en privado pero callan en alto: que dé un paso a lado para facilitar una gran coalición. En Génova, sin embargo, dicen que no existe una guerra interna, aunque no pueden ocultar que hay altos cargos que apuestan claramente por una regeneración inmediata que permita mantener el poder.

Los que reman por la renovación en la cúpula del PP están convencidos de que, sin Mariano Rajoy, Albert Rivera apoyaría un gobierno liderado por los conservadores. El tono que utilizó el líder de Ciudadanos en la investidura fallida de Pedro Sánchez revolvió en sus escaños a los 122 diputados del Grupo Parlamentario Popular, que escuchaban atónitos cómo Rivera les animaba a rebelarse contra su líder.

Mariano Rajoy es consciente de que se cuestiona permanentemente su liderazgo desde que el 20D consiguió el resultado más pobre del PP desde 1989. El líder del PP matiza sus palabras cuando se le pregunta si volverá a encabezar la lista conservadora si se celebran las elecciones. “Si mi partido quiere”, dice siempre, aceptaría. Los estatutos, sin embargo, no deja lugar a dudas: el presidente del partido es el candidato a la Presidencia del partido. “Si Rajoy incluye ahora el matiz 'si mi partido quiere' es porque tiene dudas”, reconocen fuentes cercanas al líder conservador.

Desde que Sánchez no consiguió el respaldo del Parlamento hasta el 2 de mayo, fecha límite para que se disuelvan las Cortes, el líder del PP cuenta con un período de tiempo lo suficientemente amplio como para tomar una decisión firme que dé un empujón a las negociaciones, ahora totalmente paralizadas por el “tapón” que supone ser él el candidato. Nadie descarta que Mariano Rajoy se tome vacaciones en Semana Santa y “decida, cuando esté con su familia y alejado de todo el ruido, qué es lo mejor para él: si merece continuar haciendo caso omiso a las constantes críticas, o retirarse”, añaden las mismas fuentes.

El líder del PP es consciente de que Pedro Sánchez ha sabido aprovechar mejor que él la situación endiablada que se quedó tras las elecciones generales. “Jugó mal sus cartas, se equivocó y los españoles lo ven ya como parte del pasado. Ahora solo puede cruzar los dedos para que la izquierda no pacte y se disuelvan las Cortes”, reconocen las mismas fuentes. Rajoy “tiene una paciencia infinita. No va a entregar su cabeza a cambio de nada. ¿Por qué no se sacrifica Sánchez, que también cosechó el peor resultado electoral de la historia del PSOE?”, se preguntan los marianistas más fieles.

Un folio en blanco

Los conservadores creen que el líder del PP solo se sacrificaría en el caso de que hubiera un pacto sobre la mesa y se dudara de quién debería liderar esa gran coalición. El “problema” es que los socialistas ni siquiera quieren sentarse a negociar con los conservadores, que piden un folio en blanco y empezar de cero. Sánchez quiere imponer el pacto de El Abrazo y negociar sobre la base que ya firmó con Ciudadanos. Además, insiste en que él es el candidato porque se apunta los 40 diputados de Ciudadanos y el voto de Ana Oramas que consiguió en su fallida investidura.

El Grupo Parlamentario Popular recuperó el aliento cuando escucharon hablar en el turno de réplica a Mariano Rajoy contra la candidatura de Pedro Sánchez. “Hizo un discurso extraordinario. Sacó el excelente parlamentario que lleva dentro. Estuvo irónico y a la vez contundente”. Sin embargo, muchos de sus diputados destacan otro detalle que pudo pasar desapercibido: el aplauso que él mismo dedicó a su bancada, con el pulgar en alto, cuando todos sus compañeros le arroparon con un sonoro aplauso al finalizar su intervención. “Nunca antes había respondido con un aplauso. ¿Era una despedida?”, se extrañaron en la bancada azul.

Una decisión "personal"

En el PP ven “prácticamente imposible” conseguir un acuerdo de gobierno previo a decidir quién lo encabeza. “Si ni siquiera quieren sentarse con nosotros, ¡cómo le vamos a entregar el trofeo!”, se indignan. Otra cosa es qué decisión “personal” tomará el propio presidente del Gobierno en funciones, “si se ve con fuerzas de continuar en esta pelea absurda que no conduce a ninguna salida”. El carácter hermético del presidente, “muy reservado para sus coas”, provoca que todo sean meras especulaciones. “No hay nadie que sepa qué va a hacer. Si tiene algún plan, solo está en su cabeza”.

El equipo cercano al presidente insiste en que hace cuatro años, cuando Rajoy llegó a la Moncloa, solo se hablaba de cómo sacar a España de la crisis. Consideran que es “muy injusto” que se vaya ahora “como un mal presidente” y pase a la historia como el primer líder “que no consiguió la reválida”. Por eso creen que solo “si se lo pidiera su mujer o su padre daría un paso atrás”.

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