León

El fiscal presenta el asesinato de Isabel Carrasco como el fruto de un plan urdido por las tres mujeres que se sientan en el banquillo: Montserrat González, su hija Triana Martínez y su amiga Raquel Gago, que hasta el crimen trabajaba como agente de la policía municipal de León.

Es un criterio que comparten los letrados de la acusación popular y de las acusaciones particulares y que explica por qué el ministerio público solicita la misma pena para las tres: 20 años de prisión por asesinato en concurso ideal con atentado y tres más por tenencia ilícita de armas.

Nadie discute que fue Montserrat quien disparó contra Isabel Carrasco: ella misma confesó su autoría al día siguiente del crimen y refrendó su confesión durante la primera sesión pública del juicio, que se celebra desde este martes en la Audiencia Provincial de León. Su letrado sólo aspira a reducir su pena hasta siete años ayudado por un informe psiquiátrico que no se creen ni las acusaciones ni el fiscal.

La verdadera batalla del juicio se libra en torno al papel de las otras dos acusadas: la hija de la autora del crimen y su amiga Raquel, que declararon este miércoles. La primera sólo respondió a las preguntas del fiscal y a las de su letrado, José Ramón García. La segunda contestó durante más de dos horas las preguntas de todas las partes y desmontó con datos alguno de los argumentos del fiscal.

El juicio prosigue este jueves con la declaración de Pedro Mielgo, el policía jubilado que identificó a la autora del crimen y evitó que huyera en una persecución trepidante por las calles de la ciudad de León. Pero antes conviene repasar las incógnitas que abren las declaraciones de las tres acusadas y que los nueve miembros del jurado deben valorar durante el juicio oral.

1. ¿Ayudó Triana a su madre en el crimen?

La joven asegura que no. Admite que la ayudó a buscar armas en Internet dos años antes del crimen pero dice que a los pocos días intentó disuadirla de su propósito: “Le dije que no podía hacer eso, que ya sabía que lo hacía por mí pero que no buscara ese problema”.

No fue la única vez que Triana percibió los planes de su madre. Unos meses después, se dio cuenta de que su madre había buscado en Internet un revólver con silenciador. “Entonces le dije que si no estaba ya zanjado ese tema”, asegura.

La versión de Triana concuerda con la de Montserrat, que presentó a su hija como una persona que no conocía su plan. Pero no explica por qué a la joven le pareció normal que su madre saliera de casa vestida de invierno en aquella tarde cálida de mayo en que la vida de ambas estaba a punto de cambiar.   

2. ¿Habló con ella antes o después?

No está nada claro. El fiscal cree que la llamada de Montserrat se produce justo después de los disparos y que su propósito es poner sobre aviso a Triana para deshacerse del arma. Ambas aseguran, sin embargo, que esa llamada se tuvo lugar justo antes del crimen y fue el fruto de la ansiedad de Montserrat, que quería advertir a su hija que la esperara en el coche mientras remataba su propósito criminal.

El testimonio de Triana describe la llamada así: “Mamá me dijo: ‘¿Dónde estás? Vete para el coche’. Le dije que estaba en la avenida de Roma y me dijo: ‘La estoy viendo, la estoy viendo. Hoy termina todo esto’. Le dije: ‘¿Dónde estás?’. ‘Estoy donde el ambulatorio’. Me fui hacia allí porque iba a hacer una locura y no quería que hiciera eso”.

No es fácil discernir quién tiene razón sobre un detalle que es importante sobre todo para Triana. ¿Conocía el plan al detalle e hizo lo que estaba acordado o corrió en dirección a su madre para evitar los disparos? La respuesta que el jurado dé a esta disyuntiva marcará la suerte de la hija de la autora del crimen.

3. ¿Por qué se cruzaron sin decir palabra?

Montserrat y su hija sostienen que se cruzaron unos minutos después del crimen en una calle de sentido único muy cerca del Parador de León. Aseguran que la primera arrojó el bolso con el revólver a un garaje y que la segunda lo recogió sin mediar palabra en una escena muy difícil de visualizar.

¿Por qué madre e hija no hablan en un instante tan especial? Según su propio testimonio, Triana intuía que su madre acababa de matar a Isabel Carrasco y su madre quería protegerla. ¿Por qué no hablaron ni siquiera un momento?

“Me crucé y no pude hablar con ella”, asegura la joven. “Mamá estaba pálida, rota. Yo me puse supernerviosa. Ella iba andando deprisa, casi corriendo. Yo fui directa al bolso porque pensé que allí había un arma y me dio no sé qué por si era la pistola de mi padre”. ¿Pensó que la había matado? “Puede”, responde Triana a la pregunta del fiscal.

Las tres acusadas durante el juicio. Efe

4. ¿Conocía Raquel Gago el plan asesino?

La agente de la policía municipal asegura que no conocía los planes de Montserrat y atribuye al azar que estuviera a tan sólo unos metros de la pasarela donde murió la presidenta de la Diputación.

El fiscal señala algunos detalles que siembran dudas sobre esa versión. Raquel recibió esa mañana tres llamadas de su amiga Triana y estuvo en su casa una hora antes del crimen tomándose un té. En torno a las cinco se encontraba en una calle que se ubica a 50 metros de la pasarela y del domicilio de Isabel Carrasco. Según ella, haciendo tiempo por si abría una tienda para comprar unas pinturas que necesitaba en sus clases de restauración.

El jurado tendrá a su disposición algunos elementos para despejar esta incógnita. El más importante es el testimonio de un controlador de la ORA que estaba hablando con ella cuando se le acercó Triana y dejó el bolso con el arma en su Volkswagen Golf.

5. ¿Participó en los seguimientos a la víctima?

El fiscal y los letrados de las acusaciones argumentan que sí sobre la base de un informe pericial que sitúa el teléfono de Carrasco muy cerca de los de las tres acusadas en distintos puntos de la ciudad de León.

Raquel cargó, sin embargo, contra el informe con un ejemplo concreto del 28 de abril de 2014: cinco minutos antes de las nueve, sitúa a Carrasco en el Congreso de los Diputados, dos minutos después en el barrio leonés del crucero y a las nueve en punto en el hotel Villamagna de Madrid.

El jurado escuchará al autor del informe en los próximos días y deberá valorar cuál es su fiabilidad.

6. ¿Por qué tardó 30 horas en entregar el arma?

La agente asegura que no se dio cuenta de que su amiga le había dejado el bolso con el revólver debajo del asiento del copiloto de su coche y que sólo lo vio al día siguiente cuando echó hacia delante el asiento para meter una bicicleta sin desmontar ninguna de sus ruedas.

Esa versión se contradice con el testimonio de una amiga que se montó en el asiento de atrás de su coche unas horas después del crimen y no vio el bolso con el revólver. La acusada asegura que no reparó en el bolso hasta el día siguiente pero su amiga no lo recuerda. ¿Lo había movido Raquel?

No es la única pregunta que suscita su actitud. ¿Por qué abrió el coche con el mando al ver llegar a Triana esa tarde de mayo? ¿No miro lo que le había dejado hasta el día siguiente? ¿Por qué no le dijo ni a sus amigas ni a su colega Eduardo ni a su hermana que ese día había estado en casa de Triana y de su madre y que había visto a la joven en torno a las cinco y media muy cerca del lugar del crimen?

Raquel explicó que su psiquiatra le ha dicho que su reacción fue similar a la de una persona a la que le diagnostican un cáncer: “Son personas que siguen con su vida y sólo unos días después aceptan la realidad”.

7. ¿Por qué Triana se calló el acoso sexual?

La joven no mencionó el episodio hasta enero de 2015, cuando se lo dijo primero a su psiquiatra y luego a su abogado, que ha construido su relato sobre él.

Triana describe en detalle el piso de Carrasco y el modo en que se le aproximó unos días después de que se aprobaran las bases de la oposición en que iba a ganar su plaza de funcionara en la Diputación.

“Esa plaza la habían creado para mí y era para mí”, explica. “Pero como no me quise acostar con ella se encargó de ponerme un tribunal para quitarme esa plaza. Cogió a una persona que ya tenía trabajo en el Ayuntamiento de Burgos y la amortizó luego para que no me pudiera volver a presentar”.

Triana asegura que Carrasco la llevó primero a la cocina con la excusa de que tenía muy buen embutido y le dijo que si quería algo de picar.

Luego fueron juntas al salón y se le insinuó: “Me dijo: ‘¡Ay, cómo sois los de Astorga! ¡Qué bien hueles!’. Entonces se acercó para olerme el perfume y me besó en la boca. Me entró y yo sentí… Me sentí mal. Me sentí así, asustada. Porque yo no quería… Me quiso tocar y me agarró por detrás para que no me soltara. Yo me echaba hacia atrás porque no quería besarla. Me dijo: ‘Tranquila. Quiero estar contigo. Me gustas. No pasa nada’”.

Es un episodio que se sustenta sobre la declaración de Triana y que ningún otro testimonio puede refrendar. ¿Por qué Triana no lo contó antes? “No lo dije antes porque me daba vergüenza. Me sentí tan mal que sólo se lo pude contar a mi madre. A mi padre no se lo dije. Me lo sacó el psiquiatra. No quería abordar esa situación”.

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