Tienen estilos diferentes, pero las dos hacen gala de fuertes convicciones y viven con pasión su compromiso político. Tanto Cayetana Álvarez de Toledo como Manuela Carmena son ferozmente independientes. No han eludido criticar a las estructuras que han servido como paraguas a su actividad política o profesional sin importales el precio, se trate de la falta de democracia interna en el PP, la burocratización de Podemos o la instrumentalización de la Justicia.

Los amigos de Álvarez de Toledo la consideran una "rubia grave". La historiadora, periodista y hasta las pasadas elecciones generales diputada del PP, lo acepta con serena resignación. Lleva años muy preocupada por la situación política de España, que considera muy delicada. Cree que el país que sólo comenzó a conocer de verdad como adulta está en peligro por un populismo de dos cabezas: el nacionalismo catalán y la izquierda que amenaza los consensos plasmados en la Constitución.

La cabalgata de Reyes de Madrid, la primera bajo el gobierno municipal de la alcaldesa Manuela Carmena, colmó el vaso de su paciencia. Abrió su cuenta en Twitter y su frase sobre el traje del rey Gaspar tras el estupor de su hija ("no te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás") se hizo inmediatamente viral en las redes sociales. Este jueves, los retuits o ecos en las cuentas de otros usuarios eran más de 11.600 y más de 7.000 usuarios habían indicado que les gustaba. El comentario y las reacciones fueron recogidos por numerosos medios de comunicación, entre ellos EL ESPAÑOL.

La alcaldesa Carmena sigue el discurso de los Reyes Magos. Mariscal Efe

Muchos se burlaron de ella, otros despreciaron la crítica y algunos la secundaron. Álvarez de Toledo, directora del área internacional de la fundación FAES, que dirige el expresidente José María Aznar, se enfrentaba así en público y abiertamente al icono pop de la nueva política, a uno de los ídolos actuales de la izquierda española que dirige sin ahorrar en gestos la alcaldía de la capital.

Álvarez de Toledo se adentra en la madurez tras dos legislaturas como diputada del PP y un par de años en la sala de máquinas del partido. Carmena ha visto mucha política desde la judicatura, pero asumió sus actuales responsabilidades tras regresar de la jubilación, los paseos en bicicleta y la confección de zapatos.

Las dos son "rubias graves", pero representan a dos Españas distintas, históricamente enfrentadas, que laten más allá del debate entre lo nuevo y lo viejo.

Cayetana: Marquesa y española por convicción

Cayetana Álvarez de Toledo Peralta Ramos es española porque decidió serlo. La hoy décimo tercera marquesa de Casa Fuerte, descendiente directa del segundo duque de Alba, doctora en Historia por Oxford y exdiputada del Partido Popular, adquirió en 2008 la nacionalidad española. Se nacionalizó por convicción.

Hasta ese momento, había viajado por el mundo con el pasaporte francés, por su padre, y el argentino, por su madre. Llevaba ocho años viviendo en España, pero ese 2008 fue determinante en su trayectoria. Entró en el Congreso de los Diputados y se consagró definitivamente a una vocación que entiende como un irrenunciable sacerdocio. La política. Tenía 33 años y un fervor que para muchos recuerda al de un converso.

Después de la segunda derrota de Mariano Rajoy en unas elecciones generales, ese mismo 2008, el Partido Popular celebró un congreso en el que el jefe de filas se consolidó definitivamente. Desde entonces, muy pocos se han atrevido a discutir en público su liderazgo. Álvarez de Toledo es una de las excepciones. Lo ha hecho con artículos en la prensa y en los actos que el PP planteaba como una terapia de grupo, pero donde nadie se movía para seguir saliendo en la foto, como diría Alfonso Guerra. La exdiputada criticó abiertamente el rumbo de partido y paulatinamente se fue alejando del núcleo de poder del PP. Según algunos, ya no representa los valores de la formación y predica en el desierto. Según otros, menos numerosos, es la cúpula actual la que ha perdido la brújula. Quizás consciente de que Rajoy no contaría con ella, el 14 de octubre del año pasado anunció públicamente, a través de un artículo en El Mundo, que había escrito al presidente para comunicarle que no quería formar parte de su candidatura.

Cayetana Álvarez de Toledo, retratada en verano de 2015 en la Gran Vía. Moeh Atitar

Cayetana dio sus primeros pasos en Londres. A los siete años, su madre se llevó a sus dos hijas a Buenos Aires. Allí pasó a ser apodada "la inglesita" por sus compañeros de pupitre, según reconoció a este diario en varias conversaciones mantenidas hace meses para un artículo que no llegó a ver la luz.

A los 18 años volvió al Reino Unido para estudiar Historia en Oxford. Allí, el prestigioso hispanista sir John Elliott dirigió su tesis doctoral y la recuerda hoy, a sus 85 años, "una de las tres o cuatro mejores estudiantes de doctorado" que ha tenido en toda su carrera, según explicó por teléfono e EL ESPAÑOL.

Fue al hacer su tesis doctoral sobre Juan de Palafox, obispo y virrey de Nueva España, territorio español en América a mediados del siglo XVII, cuando descubrió realmente España.

Hasta entonces había estado "marcada por lo anglosajón". Percibía una nación "atávica, cuartelaria, exótica, folclórica, como de leyenda entre Ava Gardner y la Inquisición, entre la Inquisición y los toros", según ella. Una década antes de convertirse en diputada del PP, unos años antes de ingresar en la sala de máquinas del partido, Cayetana tenía "las gafas" del "mito de una España con una relación difícil con la democracia y la modernidad".

El hito de la Transición

A través de su investigación descubrió "una nación que a lo largo de sus 500 díficiles años de historia ha conseguido uno de los grandes logros de la modernidad: vivir juntos los distintos", explica. "Me parecía impresionante esa diversidad, no sólo en la península sino en América, con ingentes territorios. Me llamaba mucho la atención que tras tantas guerras, la República o la dictadura, España hubiera llegado a construir un sistema constitucional en el que todos podían convivir democráticamente. Un sistema que hacía a los ciudadanos libres e iguales".

Hoy, ya sin la condición de diputada, Álvarez de Toledo compagina su actividad en FAES con la dirección de la plataforma Libres e Iguales, un colectivo de políticos, periodistas e intelectuales que se ha significado especialmente en contra del nacionalismo catalán, al que considera un peligro para la democracia.

Álvarez de Toledo ha hecho de la defensa de su idea de España frente al nacionalismo una de sus banderas. La otra es la lucha contra la izquierda a la que ella considera populista. Ha luchado sin cuartel contra José Luis Rodríguez Zapatero en asuntos como el 11-M y las tesis alternativas sobre su autoría, que defendió. Pero, sobre todo, la exdiputada se empleó a fondo en las críticas a la redacción del estatuto de autonomía de Cataluña y la negociación con ETA. Según ella, los años de Zapatero se basaron en tres ejes: "Cargarse el consenso constitucional, que era el fundamento de nuestra convivencia democrática, la negociación con ETA y la memoria histórica. Los tres tienen un objetivo: la perpetuación en el poder".

Hoy sus críticas se dirigen hacia el PSOE por complicidad y omisión, pero han encontrado un nuevo blanco: Podemos y sus formaciones aliadas, que además son nacionalistas e independentistas.

"Pablo Iglesias y compañía son una amenaza para el sistema. El problema es que el PSOE no hace ese análisis y quiere pactar con el adversario del sistema para expulsar al PP del sistema. Quien acabará mandando sobre esa alianza será Podemos. Porque el objetivo de Podemos es ser el PSOE. Pedro Sánchez está cometiendo los mismos errores de Zapatero", según ella.

Un PP que no defiende sus convicciones

La militante del PP ha dejado de tener responsabilidades en el partido no por creer excesivos algunos de sus postulados sino porque los considerta pusilánimes. "Nuestra posición prácticamente residual hoy en el País Vasco y Cataluña no se debe a nuestra firmeza democrática sino a su abandono. En Cataluña, Ciudadanos ha venido a sustituir al PP con un discurso de más confrontación con el nacionalismo, percibida como más nítida. Muchos ciudadanos que antes votaban al PP se han pasado a votar a Ciudadanos. En el País Vasco ha ocurrido lo mismo. Desde que el partido decide girar, abandonar una posición de confrontación y de alternativa, los votos caen en picado", explicaba hace unos meses en conversación con este periódico. Según ella, "lo moral es lo eficaz".

Para la exdiputada, es la defensa de la actual Constitución y no su modificación la que resolverá los problemas de España. Cree que la "retórica sobre la reforma de la Constitución es enormemente frívola, pueril y débil por parte de quienes la promueven. 'Hagamos una reforma y ya veremos cómo la cerramos', parecen decir. ¿Verdaderamente resuelve los problemas de España una gran reforma constitucional? ¿Sí o no? ¿Resolvería el paro? ¿La politización judicial? ¿La corrupción? ¿La falta de democracia en los partidos? ¿El problema territorial? La respuesta es "no" a cada uno de esos capítulos. Sobre todo al último".

Álvarez de Toledo cree que existe una "convergencia" entre "el populismo de Podemos y el populismo nacionalista. Y los dos dicen que este sistema es un fracaso porque venía tutelado por el franquismo. Eso es falsificar la historia. Eso es lo que subyace. Y a eso hay que contraponer toda la contundencia".

Manuela Carmena: la política de gestos

La respuesta de la alcaldesa a Álvarez de Toledo fue, por supuesto, con otros dos tuits. Evitó citarla e incluyó un emoticono de sonrisa y guiño, en contraste con la rotundidad del "jamás-jamás" de la exdiputada del PP. Su reacción incluyó una apuesta por un Madrid "más justo y diverso". "Tomamos tan en serio las tradiciones que las actualizamos y diversificamos para que sigan importando", dijo también. La polémica probablemente haya refrescado un acontecimiento biográfico que la propia Carmena contó en un libro que publicó en 2014 y que EL ESPAÑOL incluyó en un artículo sobre ella cuando era candidata a la alcaldía.

Carmena sigue la cabalgata de Reyes. Mariscal Efe

Cuando tenía ocho años, a Manuela Carmena le hablaron de los Reyes Magos. En el colegio de monjas francés donde estudiaba, Madame Sainte Esperance pidió que los padres de las alumnas hicieran un donativo para que los niños de las chabolas de Madrid también recibieran algún juguete. "Nos dijo que los Reyes Magos no iban nunca a llevarles regalos a los niños pobres". La monja les advirtió de que era "imposible que con esos vestidos tan preciosos y con esas capas de terciopelo y armiño" puediesen entrar en los barrios donde viven los pobres, "llenos de barro y suciedad".

La revelación quedó grabada en la mente de la hoy alcaldesa, implicada en la cabalgata como su equipo de Gobierno, que la defiende. Desde el consistorio se explica que ya que nadie sabe como iban los Reyes Magos, hoy sólo puede existir un debate sobre la "idea creativa" y el atrezzo, "tan válido como cualquier otro" como puede ocurrir "en cualquier otra actividad", según fuentes municipales citadas por EFE. Del mismo modo que una misma ópera puede representarse con vestuario de época o futurista, los Reyes Magos pueden vestir atractivos ropajes hipster, túnicas rosas con aves, como el controvertido Gaspar, o los azules eléctricos y las plantas que lucía Melchor.

Refugiados y orgullo gay

La alcaldesa no pretendía que la cabalgata fuera polémica, pero sí que fuese diferente, que hubiese contraste con las de los años de gobierno del PP y que reorientase el simbolismo. También ha ocurrido en otras ciudades, donde se ha recurrido a reinas magas y otras innovaciones que han causado una gran polémica pública.

Así es Carmena. De izquierdas, con un perfil público abierto y dialogante (pese a algunas sombras), que contrasta con la beligerancia intelectual de Álvarez de Toledo. La alcaldesa es, además una fervorosa creyente en los gestos, no como complemento a su acción política sino como uno de sus pilares.

Por ese motivo, desde que llegó al consistorio, Carmena no dudó en colgar del palacio de Cibeles una gran pancarta que daba la bienvenida a los refugiados. Se convirtió en una de las protagonistas de la manifestación del Orgullo LGTB y no dudó en acabar el año cediendo a los sin techo la sede del consistorio con la celebración de una inédita cena de Navidad.

Más allá de gestos, Carmena, que en febrero cumplirá 72 años, si algo tiene es trayectoria. Asegura que no milita en Podemos sino que simplemente aceptó el ofrecimiento de sus dirigentes de ser la candidata de la plataforma Ahora Madrid. Como Álvarez de Toledo, defiende la Transición, pero ella además la vivió. "Mi generación fue la que empezó a soñar hacer posible la democracia", recordó en numerosas ocasiones durante la campaña electoral. "Cuando dicen que somos antisistema, tenemos que decir que eso no es verdad. Que la humanidad ha avanzado gracias a que ha habido utópicos y que la democracia era entonces una utopía".

Si en el país laten dos Españas, Carmena ha estado buena parte de su vida en una de ellas: en el sistema de una de ellas. Ingresó en el Partido Comunista en la década de los años 60 y llegó a ir en sus listas a las elecciones de las Cortes constituyentes. Carmena era una de las abogadas laboralistas del despacho de Atocha. Se salvó del atentado que en 1977 mató a cinco compañeros gracias a una casualidad: un cambio de despacho con un compañero.

Después se dedicó a la judicatura desde 1981. Fue una magistrada heterodoxa y llegó al decanato de los jueces madrileños, donde tuvo una gran contestación por parte de buena parte del personal de los juzgados. Mientras que unos la acusaban de tener sus propias leyes, ella defendía una justicia diferente.

Criticada como jueza de vigilancia

Como juez de vigilancia penitenciaria fue muy criticada y sus compañeros la acusaban de situarse sistemáticamente del lado de los presos condenados por delitos de terroristas, según fuentes que conocen bien esa etapa. En 1990 rechazó la alimentación de forzosa de reclusos en huelga de hambre pertenecientes al Grapo, algo que fue visto como un intento de reagruparlos. Su criterio fue desautorizado por la Audiencia Nacional. Carmena es partidaria de una política penitenciaria diferente y ha criticado al sistema y al elevado número de reclusos, que considera excesivo.

Fue vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de Izquierda Unida y allí se rebeló contra su funcionamiento y vicios a través de gestos como por ejemplo la renuncia al coche oficial. También ha sido relatora del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de la Organización de las Naciones Unidas y asesora del Gobierno socialista vasco. Siempre ha estado unida a la izquierda, primero al PC y más tarde en la órbita socialista, llegando a integrar el patronato de la Fundación Alternativas, el laboratorio de ideas del PSOE.

Desde que llegó al poder en la alcaldía de Madrid, Carmena ha defendido la remunicipalización de servicios que ahora prestan empresas privadas como el de la limpieza, aunquie el proyecto continúa en el limbo. También la creación de un banco público ha quedado en suspenso. Entre sus propuestas más polémicas están un concurso infantil para ver qué niños recogen más colillas o cooperativas de madres para limpiar colegios, iniciativas que han sido matizadas o desmentidas poco después.

Ha sido protagonista de mil y una polémicas, muchas de ellas aprovechadas al máximo por sus oponentes políticos. Sin embargo, el caso que afecta a su marido, el arquitecto Eduardo Leira, podría tener más recorrido. Una jueza de Segovia ha admitido una querella contra ella al ver indicios de delito de fuga de capitales en el matrimonio, que presuntamente habría cambiado su situación patrimonial para que Leira se declarase insolvente y no tuviese que compensar a varios trabajadores por la extinción de su contrato

Carmena ha evitado desautorizar el referéndum de autodeterminación que Podemos defiende para Cataluña y se ha puesto de perfil frente a las políticas de Pablo Iglesias. Los grandes retos de Madrid siguen pendientes, como la bajada significativa del desempleo, la limpieza o el alivio de la deuda. Pero los gestos continúan.

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