Mariano Rajoy ni perdona ni olvida. El presidente del Gobierno ha utilizado el poder que tiene sobre las listas electorales para terminar de ajustar cuentas con los compañeros de partido que alguna vez han cuestionado públicamente su figura. El caso más llamativo ha sido el del histórico Gabriel Elorriaga, que llegó a ser director de campaña del propio Rajoy en las elecciones de 2004. Un puesto que entonces quedaba reservado exclusivamente para los vicepresidentes del Gobierno.

La carrera meteórica del que fue mano derecha de José María Aznar los años que fue presidente se truncó el 26 de mayo de 2008, el día que decidió publicar en el diario El Mundo un artículo criticando públicamente el liderazgo de Rajoy tras su segunda derrota electoral. Faltaba solo un mes para que el PP celebrase el congreso en el que el presidente del Gobierno consiguió por los pelos convertirse en el líder de los populares. Compañeros de partido reconocen ahora en privado que, si no hubiera mostrado una postura "de choque frontal", Rajoy pudo haberle otorgado tanto poder "como el que hoy conserva Soraya Sáenz de Santamaría".

En aquella misiva, el que entonces era secretario de Comunicación del PP no dudó en posicionarse abiertamente contra la candidatura de Mariano Rajoy, a quien acusaba de "no ser capaz de ofrecer un liderazgo renovado, sólido e integrador". Desde su punto de vista, "el líder y su equipo, junto a un correcto análisis de la realidad política en la que toca trabajar, constituyen la base de cualquier estrategia, y de eso es de lo que deberíamos estar hablando. Si falla alguno de esos tres pilares, cualesquiera que sean las ideas que se defiendan, el proyecto fracasará".

Aquellas palabras traicionaron la confianza del candidato Rajoy, que se presentó al Congreso de Valencia en la más absoluta soledad y venció, pese al ninguneo de la vieja guardia del partido que encabezaba la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre. En las listas que el PP ha cerrado este martes, Rajoy también aprovecha para devolvérsela por partida doble a la actual concejal del Ayuntamiento de Madrid, que solo ha conseguido colocar a uno de los suyos, Antonio González Terol, en los veinte primeros puestos. Aguirre ha tenido que tragar también con que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, con quien no siente una especial sintonía, ocupe el privilegiado cuarto lugar en las listas.

Sin renunciar a su carácter de dejar que las cosas caigan por sí solas, Rajoy se tomó su tiempo y fue apartando poco a poco al que entonces era llamado a ser todo en el PP. El 'delfín' Elorriaga fue fulminado del órgano ejecutivo nacional de su partido en el mismo congreso que emergió Rajoy, solo cuatro semanas después de pedir públicamente que "no valen las estrategias reactivas; no valen las soluciones incompletas o escasamente atractivas. Hay proyecto y hay equipos disponible. Y, aunque me pese, Mariano Rajoy no está en condiciones de ofrecer".

Con escaño pero sin peso

En las elecciones de 2011, el PP le reservó de nuevo un escaño en el Congreso, pero Elorriaga fue perdiendo tanto peso en el partido que se centró en su labor como patrono de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el laboratorio de ideas del PP que dirige José María Aznar desde donde siguen llegando las críticas internas más duras hacia Rajoy.

Elorriaga, licenciado en Derecho e inspector de Hacienda, está en estos momentos "reordenando su vida" lejos ya de sus obligaciones como parlamentario. Su compañero y amigo Carlos Aragonés ha corrido mejor suerte y ha conseguido que Rajoy le hiciera un hueco en el Senado. Quien fuera jefe de gabinete de Aznar atraviesa uno de los años más difíciles. Su mujer, Lucía Figar, consejera de Educación con Aguirre y González como presidentes, apareció salpicada en la trama Púnica justo en las semanas que Cristina Cifuentes negociaba con Ciudadanos su investidura y se le cortó la cabeza para desbloquear el pacto.

Aragonés fue uno de los hombres que más influyó en la sucesión de Aznar en favor de Rajoy, pero desde 2008 se había hecho patente su distanciamiento con el líder del PP. Pese a no haber hecho nunca ninguna declaración pública incómoda para la dirección nacional, ésta no le ha dado ningún juego político en la última legislatura, en la que ha trabajado como diputado raso.

El mismo sueldo

Padres de tres hijos y con la exconsejera "muy afectada psicológicamente por su situación con la justicia", según desvelan fuentes cercanas a la popular a EL ESPAÑOL, Aragonés pidió expresamente a Rajoy su deseo "y su necesidad" de continuar en primera línea política. El PP le ha castigado enviándolo al Senado, una Cámara de segunda categoría pero en la que mantiene el mismo sueldo que tenía como diputado: una asignación mensual fija de 2.813 euros más dietas y complementos, según el cargo que ocupe. En este caso, el jefe del Ejecutivo ha tenido en cuenta la estima que le tuvo a Figar, uno de los nombres que más sonaban cuando en Génova ya se buscaba sustituto a Ignacio González.

Ocho años después del congreso más amargo para Rajoy, el líder de los populares entierra al 'aznarismo' cuarenta días antes de jugarse la reválida en la Moncloa. Otros fieles a José María Aznar, como Cayetana Álvarez de Toledo, prefirieron abandonar voluntariamente la primera línea política para no dejar al presidente servirse su propia venganza. El valle de los caídos del PP se completa con otra de las diputadas veteranas, Beatriz Rodríguez-Salmones, que tampoco repetirá, y Vicente Martínez-Pujalte, que anunció previamente que se iba voluntariamente.

Noticias relacionadas