Rosario Porto y Alfonso Basterra han hablado. Durante las primeras jornadas del juicio por la muerte de su hija Asunta han negado de forma categórica su participación en el asesinato de la menor, encontrada sin vida en la cuneta de un camino rural cercano a Santiago de Compostela en septiembre de 2013. Basterra ha sido especialmente virulento en su defensa este viernes. Durante su declaración, ha mostrado un tono bronco y soberbio, con ataques dialécticos dirigidos tanto al fiscal del caso, Jorge Fernández de Aránguiz, como a los "estercoleros de los medios". Desafiante, el padre adoptivo de la pequeña ha negado cualquier participación en el crimen.

Tanto Basterra como Porto se presentaron ante los nueve miembros del jurado popular como dos víctimas; dos padres abnegados con problemas de pareja que han sido acusados de forma injusta por la muerte de la niña. Fue su momento. Intentaron sembrar la duda sobre terceras personas y dejaron por escrito su queja al ser tratados como “monstruos”. A partir del lunes, llega el turno de los peritos, de los testigos y de las pruebas. Es el tiempo para las pesquisas policiales y los informes científicos que quizás refuten los principales puntos de sus declaraciones:

Rosario Porto



Un extraño en la puerta de casa. La noche del 3 al 4 de julio, una persona con pasamontañas entró presuntamente en casa de Rosario Porto y atacó a la menor. “Fui corriendo a la habitación y vi a alguien en casa, cogiéndola por el cuello y me tiré encima de la persona. La niña se puso a llorar. Fui a coger un cuchillo, me acerqué a la puerta y estaba abierta. Ya no había nadie”.



Sin embargo, la tesis de la Fiscalía y del juez instructor del caso, Vázquez Taín, es bien distinta. No existe denuncia alguna sobre el episodio, según la versión de Porto, porque no quería “traumatizar a la niña”, ya que su denuncia de un robo anterior en la vivienda “no había servido para nada”. No consta tampoco factura alguna sobre el cambio de cerradura en la vivienda o reparación de la puerta.

Los agentes encargados del servicio de atención ciudadana prestarán declaración en los próximos días. El objetivo de la Fiscalía es demostrar que el episodio fue en realidad un ensayo, un primer intento de terminar con la vida de la pequeña. Porto mantiene que el encuentro con el agresor le produjo un ojo morado. No fue capaz en su declaración de citar una persona concreta (familiar o amigo) capaz de confirmar este hecho “¿le vio alguien el ojo morado que le había causado el empujón? Sí, algunas personas”, contestó Porto difusa.

Dos versiones sobre la tarde de la muerte. Tras la desaparición de Asunta, Rosario Porto ha dado varias versiones sobre el camino que siguió la menor la tarde de su fallecimiento. En un primer momento, su madre aseguró que la pequeña se había quedado en casa haciendo los deberes mientras ella se marchaba al chalet de Montouto. Sin embargo, los peritos de la Guardia Civil presentarán en el juicio un informe sobre las cámaras de tráfico que grabaron el trayecto. En las imágenes se percibe claramente que Porto no viaja sola en su vehículo.

Los informes del servicio de Medicina Forense de la Guardia Civil que se verán también en los próximos días ratificarán que en los meses previos a su muerte la menor había consumido altas cantidades de sedante

La madre de Asunta ya reconoció ante el juez instructor y con estos datos que la niña en realidad sí que viajó con ella hasta la casa de campo, y que posteriormente la dejó en un punto indeterminado de Santiago. Un lugar que no recuerda. El pasado martes, concretó que la menor se había bajado de su vehículo “En República Argentina […] me dijo que no se encontraba bien, que estaba mareada. Pero parecía estar bien, por eso la dejé en casa sola”. Los informes del servicio de Medicina Forense de la Guardia Civil que se verán también en los próximos días ratificarán que en aquel momento, la menor había consumido ya altas cantidades de sedante.

A la carrera por la papelera. Rosario Porto mantiene que, en su primera visita junto a los agentes en la casa de Montouto, actuó con total normalidad y pidió ir al baño de arriba porque es el único en el que funciona la cisterna. “¿Pasó algo con la papelera? No”. La versión de Porto dista de forma radical con la que aportará –si confirma su declaración ante el juez instructor- el agente encargado de seguir sus movimientos en ese registro. El responsable de la investigación subió con ella a la segunda planta de la casa y mantiene que Porto se inclinó inmediatamente sobre una de las papeleras.

La tesis de la Fiscalía es que la pequeña falleció por asfixia mecánica cuando se encontraba ya en un profundo estado de sedación

Allí la Guardia Civil localizó pañuelos húmeros con el ADN de la menor, una mascarilla y una cuerda similar a la localizada junto al cuerpo de Asunta. La tesis de la Fiscalía es que la pequeña falleció por asfixia mecánica cuando se encontraba ya en un profundo estado de sedación. “¿Se fijó en la papelera? No estaba para papeleras. Me acababan de decir que mi hija había desaparecido muerta”, declaró el pasado miércoles.

Las cuerdas del cadáver. La madre de Asunta negó en todo momento que las cuerdas localizadas en la papelera tuvieran nada que ver con el fallecimiento de su hija. Aseguró que las utilizaba su madre para hacer trabajos de jardinería y que le servían en ocasiones para envolver regalos. Sin embargo, no fue capaz de dar una explicación concreta sobre el hecho de que varios trozos se encontraran en la papelera.

Hay una certeza casi absoluta de que las cuerdas utilizadas para atar a la menor y facilitar su transporte son de la misma madeja que las encontradas en la papelera de la casa de Teo

Los peritos del servicio de criminalística de la Guardia Civil presentarán también en los próximos días sus informes al jurado. En ellos, se confirma con una certeza casi absoluta que las cuerdas utilizadas para atar a la menor y facilitar su transporte son de la misma madeja que las encontradas en la papelera de la casa de Teo.

Alfonso Basterra



Los polvos blancos. En la fase de instrucción, fue el propio Basterra quien reconoció al juez que alguna vez le dio a la niña “polvos blancos”, con la excusa de que a la pequeña no le gustaban los medicamentos. Ayer, el padre de la menor asesinada se desdijo de estas palabras, asegurando que en el momento de esa declaración llevaba “seis días llorando. Me paseé noches en lugares donde no dormirían ni las ratas. Por tanto el día de mi declaración judicial no estaba bien”.

La frase es importante para la causa, ya que los peritos de la Guardia Civil presentarán al juicio sus informes en los que fijan la hora de ingesta de los sedantes en una horquilla cercana a la comida de la menor, que ese día se produjo con sus dos progenitores. Además, la tesis de la fiscalía señala a Basterra como la persona que compró 75 comprimidos de Lorazepan en las semanas anteriores a la sedación y muerte de la menor. Su pareja, Rosario Porto, reconoció el miércoles en su declaración que una de las tres cajas de comprimidos comprada por Basterra había desaparecido. 

Alergia y Somnolencia. Son varios los episodios de somnolencia que los testigos incorporados a la causa relatan sobre la menor fallecida. La tesis de la fiscalía estriba en que tanto Basterra como Porto sedaron a su hija de forma continuada, bien para intentar relajar su actividad como niña de alta capacidad, o bien como ensayo para su fallecimiento. Ambos lo negaron. “¿Le dijeron los profesores que la niña había estado dormida? Soy yo el que les informó de que la niña estaba mal. Con la alergia. Es más, les pedí que si empeoraba, que me llamaran. No lo hicieron. Cuando la fui a recoger, la niña estaba mucho mejor”.

Comparecerá también en la sala la pediatra de la menor, que ya confirmó en fase de instrucción que Asunta no tenía ningún episodio de alergia conocido

En los próximos días, comparecerá también en la sala la pediatra de la menor, que ya confirmó en fase de instrucción que Asunta no tenía ningún episodio de alergia conocido y que, por tanto, carecía de medicación prescrita para estos casos. Para realizar el informe de toxicología, los expertos forenses de la Guardia Civil analizaron la posología del cabello de la niña. En sus conclusiones, que se conocerán también a lo largo del juicio, se explica que la menor consumió Orfidal en varias ocasiones desde, al menos, tres meses antes de su fallecimiento. Este será uno de los informes más relevantes de la causa, que la defensa de Porto y Basterra intentará desmontar con el análisis de peritos de parte.

Las alfombrillas desaparecidas. Alfonso Basterra ha reconocido que lavó el vehículo de Rosario Porto varios días antes de que Asunta fuera encontrada muerta. Y reconoce que, en aquella, el vehículo tenía las alfombrillas.

-¿Lavaba usted el coche de Rosario?

-Sí, y pasaba la ITV o el cambio de aceite.

-¿Sacudió las alfombrillas?

-Sí

-¿Cómo es posible entonces que no apareciesen las alfombrillas?

-No lo se

Este episodio está cargado de importancia ya que, según la tesis de la Fiscalía, la menor fue trasladada en el suelo del coche de Rosario Porto desde la casa de Teo hasta el camino rural donde fue localizada. El Ministerio Fiscal mantiene que en semejante estado de sedación, las alfombrillas podían albergar rastros de orina, vómito o cualquier otro fluido cargado de ADN de la menor.

El ordenador desaparecido. El portátil de Alfonso Basterra estuvo tres meses desaparecido, hasta que apareció en la vivienda del padre de Asunta, en un registro celebrado en diciembre de 2013. El problema es que la casa había sido ya registrada en varias ocasiones por la Guardia Civil sin éxito alguno. En este nuevo registro, el portátil apareció en su funda, junto a un mueble de la entrada. Basterra mantuvo ayer que el aparato no salió nunca de su casa. Y negó de forma categórica que pidiera a un tercero que lo custodiara y borrara la información que contenía.

El problema para Basterra vendrá cuando los agentes de la Guardia Civil presenten en el juicio las imágenes tomadas en sus registros anteriores justo en la zona donde apareció el portátil, “¿Buscaron su ordenador? Sí, muy divertido. Dijeron que lo cambié de sitio cuando estaba en Teixeiro. Mi ordenador, como mi móvil, nunca salieron de casa. Estuvieron siempre ahí”, mantuvo ayer Basterra. En su escrito de acusación, el juez instructor recuerda además que el portátil apareció limpio, sin una sola huella dactilar en su teclado y que la Guardia Civil localizó dos de ellas en el disco duro interno. Esas pruebas serán vistas también por el jurado a partir del lunes.