En septiembre se celebró la 8ª edición del Global Youth Leadership Forum (GYLF) en el Palacio de la Magdalena de Santander. Un foro internacional referente en el que, desde hace casi una década, se dan cita líderes jóvenes y figuras globales para debatir sobre los principales desafíos que afronta nuestro planeta y tratar de encontrar, con una perspectiva intergeneracional, las mejores soluciones para garantizar la sostenibilidad, desarrollo y prosperidad de nuestras sociedades.

Bajo el título Economic Trends and Global Cooperation, los 150 líderes jóvenes y las 80 figuras globales presentes en la capital cántabra trataron de contextualizar, desde su perspectiva regional y ámbito de responsabilidades, los desafíos que afrontamos. Su objetivo no fue otro que el de abordar soluciones globales que nos permitan seguir reforzando (o redefiniendo) los mecanismos de cooperación internacional que tantas oportunidades han generado en las últimas décadas (a pesar de sus desajustes).

Procedentes principalmente de África, América Latina y Europa, los debates se centraron en reconocer el creciente clima de tensión internacional, derivado de las reivindicaciones de actores geopolíticos consolidados en las últimas décadas, que demandan la reconfiguración de la arquitectura institucional establecida tras la Segunda Guerra Mundial y el reconocimiento de su creciente peso en las decisiones de la comunidad internacional.

Debido a la magnitud del desafío, este es uno de los aspectos que determinará el futuro del mundo en los próximos años. Por ello, resulta imprescindible que las autoridades (públicas y privadas) encuentren un marco de relación global que permita satisfacer a la mayoría de actores, sentando las bases de un contexto que nos permita articular las respuestas adecuadas para dar una solución coordinada a los retos comunes que afrontaremos en los próximos años.

Desafíos como los económicos, sociales, migratorios, medioambientales o tecnológicos no pueden esperar. Y debemos de ser capaces de encontrar las soluciones que permitan dar respuestas a una ciudadanía ampliamente golpeada tras las sucesivas crisis experimentadas en los últimos años (crisis financiera global de 2008, Covid-19, guerra de Ucrania…), que se percibe como la gran perdedora de los procesos vividos. 

No por nada, su desafección hacia las élites e instituciones ha favorecido el caldo de cultivo para el populismo y los problemas de gobernabilidad que vemos actualmente en gran parte de nuestras sociedades.

Por ello, desde el Global Youth Leadership Forum (GYLF) se consideró imprescindible que líderes jóvenes con importantes responsabilidades en todo el mundo pudieran debatir con figuras globales sobre estos temas y tratar de entender cuáles son los peligros para la cohesión, vertebración y gobernabilidad de nuestras sociedades.

Las oportunidades son inmensas, pero la incertidumbre en torno al futuro que ofrece un desarrollo tecnológico aún por dimensionar (con la inteligencia artificial en el centro del debate) nos obliga a reforzar los análisis y consensos para poder establecer un marco jurídico que nos proteja. Así como crear políticas públicas que nos permitan maximizar las ventajas del proceso, incluir al mayor número de ciudadanos en el mismo y cohesionar nuestras sociedades.

La hoja de ruta trazada tras la pandemia sigue vigente. Como lo sigue que la sostenibilidad sea el hilo conductor del desarrollo global que se implemente a través de ambiciosos planes económicos desplegados en las principales economías del mundo (convirtiendo al Next Generation EU en el mecanismo para transformar la UE hacia un modelo verde, inclusivo y digital). 

Resulta imprescindible que, reforzando sus capacidades estratégicas para protegerse frente a futuras crisis, los países no caigan en los cantos de sirena que apelan a la nacionalización y al famoso proceso de desglobalización como base de su prosperidad futura.

Si bien es cierto que el mundo ha cambiado y que la guerra de Ucrania ha visibilizado la consolidación de dos bloques geopolíticos (oriente y occidente), debemos ser conscientes de la cantidad de materias en las que el incremento de la cooperación global y de la interdependencia establecida a lo largo de las últimas décadas; así como los beneficios derivados de la misma, nos hacen pensar que este proceso continuará en los próximos años.

La conclusión final de los debates planteados durante la última semana de septiembre en el Palacio de la Magdalena de Santander es clara: los gobiernos deben mostrar amplitud de miras con una perspectiva global, hacer de la cooperación público-privada la base de sus políticas, incluir al mayor número de ciudadanos para reforzar su legitimidad y sentar las bases del círculo virtuoso (instituciones fuertes, desarrollo económico, generación de oportunidades, educación de calidad, servicios básicos sólidos y políticas sociales) como base de su marco de relaciones para los próximos años.

Vivimos tiempos difíciles, pero resulta imprescindible encontrar las soluciones adecuadas que hagan del reforzamiento de la cooperación global y de la sostenibilidad, las bases de nuestro crecimiento.

Estamos en un momento crítico y no podemos fallar. Nos va el futuro en ello.

*** Jacobo Pombo García es presidente del Global Youth Leadership Forum (GYLF).