Imagen de archivo de un lobo junto a una de las señales de peligro por radioactividad en Chernóbil.

Imagen de archivo de un lobo junto a una de las señales de peligro por radioactividad en Chernóbil. iStock | Reuters

Historias

Los lobos mutantes de Chernóbil y su resistencia al cáncer: las claves del estudio de Princeton que lo explica

La investigación de Cara Love, de la universidad estadounidense, lleva una década estudiando la resiliencia de estos cánidos 'radioactivos'.  

13 febrero, 2024 02:16

Los lobos mutantes de Chernóbil podrían ser resistentes al cáncer. Y eso, a pesar de los elevados niveles de radiación a los que se ven expuestos: seis veces más altos que el límite seguro para los seres humanos. Un estudio liderado por la científica evolutiva Cara Love, investigadora de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, así lo confirma. 

[La vida resurge entre las cenizas de Chernóbil mientras el mundo afronta su sexta extinción masiva]

Casi 38 años después del accidente nuclear, las mutaciones en los lobos, perros y otros animales que rondan la zona exclusión —deshabitada desde aquel fatídico abril de 1986— son la norma. Eso sí, como ya se explicó en ENCLAVE ODS, la radiación ni ha provocado animales con dos cabezas ni patas extra, ni nada por el estilo. 

Lo que sí ha sucedido en Chernóbil es que la naturaleza se ha abierto paso en estas casi cuatro décadas. La zona próxima a la central ha experimentado una ostensible regeneración del ecosistema vegetal, lo que ha provocado el asentamiento de muchas especies, como los lobos que vienen estudiando Love y su equipo. 

En conversaciones en el pódcast científico Short Wave, de la emisora de radio pública estadounidense NPR, Love reconoce que las poblaciones de lobos en la zona de exclusión de la central ucraniana multiplica en siete veces los ejemplares que se pueden encontrar en cualquier otra zona protegida colindante con Bielorrusia. Y eso, a pesar de que, explica, "han estado expuestos a niveles de radiación mayores que en la zona de exclusión". 

Y esto, asevera en el mismo programa de radio el biólogo Shane Campell-Staton, compañero de Love, "brinda una oportunidad para descubrir cuáles son los impactos de la exposición crónica, de baja dosis y multigeneracional a la radiación ionizante" en los lobos grises que viven un ecosistema como el de Chernóbil.

En Chernóbil desde 2014

Así dio comienzo una investigación de 10 años que, ahora, la Universidad de Princeton ha publicado. Y es que el sistema inmune de los animales que habitan la zona de exclusión parece haber desarrollado una especie de superpoder: son resistentes a las células cancerígenas. 

[Germán Orizaola (Uniovi): "Dos semanas en Chernóbil igualan la radiación de dos vuelos ida y vuelta a EEUU"]

La hipótesis inicial de Love y Campell-Staton era clara: con el paso de los años, los ejemplares de lobo que sobrevivían eran aquellos capaces de "soportar" los altos niveles de radiación sin desarrollar cáncer u otras enfermedades. "Esos son los lobos que procrean y pasan sus genes de generación en generación", afirman los autores del estudio. 

Para demostrarlo, el equipo de Love colocó un collar especial a diferentes lobos que viven en la zona de exclusión y sus inmediaciones. En él, incluyeron un dosímetro para medir la cantidad de radiación a la que están expuestos los lobos. Estas mediciones las combinaron con análisis de sangre y pruebas genéticas a todos los ejemplares. 

Además, tomaron como referencia a otras manadas de lobos grises de zonas protegidas de Bielorrusia y del parque nacional de Yellowstone, en EE. UU. Love lo explica en NPR: "Nos fijamos en la composición de las células de la sangre […], porque son indicativas de diferentes tipos de estrés o enfermedades". 

"Contando el número de las diferentes células inmunes de cada individuo fuimos capaces de identificar las señales de estrés por radiación en los lobos de Chernóbil", continúa. Y concluye: "También buscamos diferentes parásitos e infecciones patógenas dentro de esta población en comparación con las poblaciones de referencia para obtener ratios de enfermedad". 

De esta manera, los investigadores dieron con los genes que permiten a estos lobos grises soportar la radiación y sus efectos perniciosos en la salud. 

¿Cuestión de genes?

El resultado de este estudio a largo plazo es claro: "Las poblaciones que evolucionan más rápidamente en Chernóbil tienen genes que desempeñan algún papel en la respuesta inmune al cáncer o diversos tumores en mamíferos", asevera Campell-Staton. 

El cáncer es una enfermedad estrechamente ligada al accidente nuclear de esta central ucraniana. Por ejemplo, explica Love en NPR, "los perros de Chernóbil tiene ratios de cáncer más elevados que aquellos que viven fuera de la zona de exclusión". Lo mismo, asegura, sucede con los lobos. 

Sin embargo, explica la investigadora, "estos últimos, además, muestran mayores niveles de resiliencia". Por tanto, "el impacto del cáncer no es tan alto". Los genes, añade Campell-Staton, tienen mucho que ver con la situación del lobo. Aunque, matiza, no todo es cuestión de genética. 

El científico pone el foco en que "no hay humanos en Chernóbil". Y esto, dice, podría ser clave: "Un lobo en el área de exclusión tiene que lidiar con el cáncer como enfermedad, pero no con las presiones humanas, como la caza". Eso, asegura, también facilita que sean los ejemplares más fuertes los que se reproduzcan y, por ende, su genealogía tenga mayor resistencia a la enfermedad.