El panorama que ha dibujado en España el panel de expertos en cambio climático de Naciones Unidas sitúa al país entre una de las regiones más afectadas por los efectos adversos del calentamiento global.

Sequías más largas, temperaturas más elevadas e incendios más frecuentes y agresivos. El problema está ahí y se verá intensificado en las próximas décadas.

El informe pone en negro sobre blanco los desafíos a los que se enfrenta la humanidad y centra las actuaciones de mitigación en una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, en cuestiones particulares como es el caso de los grandes incendios forestales, hace falta una mirada más cercana para saber qué está ocurriendo en nuestros bosques.

Una de las carreteras afectadas por el incendio de Sierra Bermeja. EP

De sobra es conocido que para solucionar un problema, primero hay que detectarlo. Raúl de la Calle, ingeniero forestal y secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (COIFT), detecta en esta entrevista las debilidades que entrañan los paisajes forestales en nuestro país.

Con más de 20 años de experiencia en el sector, el experto avisa de que el cambio climático está provocando que la exposición que tienen los bosques a un gran incendio forestal cada vez es mayor, lo que hace "fundamental" una gestión forestal sostenible.

¿Qué falla en España en cuestión de incendios?

Lo que tenemos que tener en cuenta es sobre todo qué tipo de incendios son los que están provocando una mayor gravedad, los que están fuera de capacidad de extinción y que se producen cada vez con más frecuencia e intensidad en todo el planeta. España lo sufrió en Gran Canaria en 2019 y en Sierra Bermeja (Málaga) este año. Hemos visto también estos incendios en Grecia, en Portugal, en Australia…

"Hay pueblos dentro de las zonas de alto riesgo, pero no hay planes de autoprotección frente a incendios"

Hoy por hoy, no existen medios técnicos ni humanos que puedan apagar incendios de esas características, y eso también lo tiene que saber la ciudadanía. Estamos hablando de incendios que son muy rápidos, muy agresivos, con miles de hectáreas arrasadas y con miles de personas damnificadas.

Partiendo de estas premisas, ¿qué pueden hacer las administraciones con capacidad de decisión para impedir o reducir este tipo de incendios?

En España, particularmente, las competencias en materia forestal están en las comunidades autónomas. Son estos gobiernos los que tienen que tomar esas decisiones. Para nosotros es fundamental que, como ocurre con la pandemia, se escuche a los que saben. Tenemos que cambiar de manera radical las políticas y modelos de gestión forestal que existen en nuestro país.

A nivel internacional también hay entidades como la FAO, y la que más nos afecta a nosotros como es la Unión Europea, que deben poner en marcha políticas de gestión forestal sostenible. Políticas como se hace con la Política Agraria Común (PAC) y el sector agrícola. Deben ser políticas que propicien inversiones y la sostenibilidad de los bosques, lo que va a propiciar también la mitigación del cambio climático.

Trabajos de extinción del fuego en Sierra Bermeja, Málaga.

Hasta ahora no se han impulsado políticas a nivel comunitario en este sentido.

Efectivamente. Es como la pescadilla que se muerde la cola. Pero es que invertir en gestión forestal sostenible no sólo es invertir en tener un paisaje más resiliente a los grandes incendios forestales, sino que vamos a fomentar que nuestras masas forestales crezcan de una manera más saludable, que están menos afectadas por plagas, y ello va a contribuir a fijar CO₂, que seamos un sumidero de carbono más importante.

Hay que tener en cuenta que cuando sucede un incendio forestal, son millones de toneladas de CO₂ las que se emiten a la atmósfera. Mucho de lo que se ha fijado, se pierde en sólo un gran incendio de estas características.

¿Hay zonas sensibles a los incendios forestales en España?

Sí. No solo hay zonas peligrosas, sino que las propias comunidades tienen la obligación de identificar las zonas de alto riesgo de incendios forestales. Son zonas que bien por sus pendientes o los riesgos que puedan existir, tienen que estar identificadas.

Nosotros lo que reclamamos es que, además de identificarlas, se actúe en ellas para bajar ese riesgo. Hay zonas que pueden juntarse parámetros como las temperaturas, la sequedad de la vegetación y, por ejemplo, que exista un episodio de viento, y tienes ya todos los ingredientes que son propicios para que se genere un gran incendio forestal.

Hay pueblos dentro de esas zonas de alto riesgo y, en cambio, no hay planes de autoprotección frente a incendios forestales en esos municipios. Parece que estamos esperando a que ocurran incendios forestales para tomar cartas en el asunto.

Hay fiscalías de medio ambiente que están reclamando a esos municipios y a esas urbanizaciones que cuenten con esos planes de autoprotección, porque en caso contrario, van a actuar contra la persona que no ha tomado esa decisión de autoprotección.

"El de Málaga fue un incendio con capacidad de modificar el clima, impredecible y con focos secundarios extremadamente peligrosos"

Es muy importante. Prácticamente en todo el territorio se pueden dar estos componentes de tener un periodo de sequía amplio, altas temperaturas en época estival, episodios de viento… lo metemos todo en una coctelera y tenemos muchas zonas sensibles en nuestro país y cada vez más, que también es importante.

El cambio climático está provocando que esa exposición que tienen nuestros bosques a un gran incendio forestal sea cada vez mayor.

¿Qué conclusiones se sacaron del megaincendio que se produjo este verano en Sierra Bermeja (Málaga)?

Hemos tenido compañeros en primera línea. Una de las conclusiones es que nos encontramos con un incendio que tenía la capacidad de afectar al clima que se encontraba dentro del perímetro del incendio.

Parte del operativo que trabajó en la extinción del incendio de Málaga. ATBRIF

Es decir, fue un incendio con capacidad de modificar el clima, y eso supone que ese incendio es impredecible y puede generar focos secundarios que son extremadamente peligrosos para los dispositivos de extinción que están allí.

Esa característica la hemos visto en todos los megaincendios de otros lugares a nivel mundial, como puede ser el incendio de Portugal, en el que murieron un montón de personas. Y luego hemos visto incendios tremendos en Australia y en California en 2019. También en Chile, con incendios que alcanzaron una velocidad de propagación y en el que se calcinaron unas 8.000 hectáreas en menos de una hora.

El incendio de Sierra Bermeja, por ponerlo como base, se quedó al final en 10.000 hectáreas en varios días de incendio. Incendios voraces, muy peligrosos e incontrolables.

Lo estamos viendo ahora con la erupción de La Palma, es decir, ¿cómo nos enfrentamos a eso? Pues con un incendio forestal nos pasa lo mismo. Nos enfrentamos a incendios con una altura de llama que puede llegar a los 30 metros y con velocidades de propagación que también se ven influenciadas por el clima que tiene la zona. Y más si ese clima se ve influenciado por el propio incendio, que genera mucha incertidumbre y mucho riesgo. 

Incendio en Sierra Bermeja, Málaga. EFE

¿Crees que estos incendios serán cada vez más probables?

Sí. La gestión forestal que se hace –cuando se hace– es buena gestión. Pero lo que ocurre es que hay una ausencia de gestión. Tenemos un decaimiento de nuestros montes muy llamativo además.

Es fundamental esa gestión forestal para evitar esa continuidad paisajística del territorio. Tenemos que actuar sobre el paisaje evitando esas grandes masas forestales continuas.

¿Y cómo se gestiona esa cantidad de masa forestal?

Se gestiona haciendo tratamientos selvícolas, haciendo quemas prescritas, con sensibilización ciudadana… Porque hoy todavía más del 95% de los incendios tienen detrás una causa humana. Y sin lugar a dudas, impulsar actividades en nuestros montes que sean sostenibles y que eviten el abandono de las zonas rurales.

El hecho de que cada vez tengamos una España que hace menos uso del monte, menos uso de sus productos –no recoge leña, hay menos ganadería extensiva…–, se traduce en que cada vez tenemos una mayor carga de biomasa que no deja de ser combustible en nuestros montes.

"La gestión forestal, cuando se hace, es buena, pero hay una ausencia de ella en nuestro país"

Cuanto más tiempo pase sin actuar… Este año hemos tenido este [el de Sierra Bermeja], pero es que ya está germinando el que se va a producir al año que viene o dentro de dos años.

Se sigue cargando de biomasa a nuestro monte. Si no actuamos, al año que viene habrá más, y más, y más, hasta que se produzca la chispa. Y sabemos que en España, por las características que tiene, los incendios se van a seguir produciendo, bien por negligencias, o bien de forma intencionada.

Lo que hay que hacer es que esos incendios se queden en conatos, en una anécdota.

Sobre todo en un contexto de cambio climático, que también aumentará este tipo de episodios.

Claro. Esto es algo además que es una política que tiene que llevarse a nivel mundial. Por ello, desde COITF creemos necesario impulsar una conferencia de Naciones Unidas sobre los incendios forestales en el mundo, sobre sus consecuencias a nivel global y sobre la adopción de las medidas necesarias.

Deben propiciar un compromiso político y una apuesta por la gestión sostenible de los bosques y de los ecosistemas forestales, porque es donde se concentra el mayor porcentaje de biodiversidad del planeta.

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