20 años después de que la Francia de Zidane se coronara campeona del mundo, los bleus volvieron a lo más alto de la mano de Kylian Mbappé. Los de Deschamps se confirmaron en la final disputada frente a una Croacia que plantó cara y guerreó pero que, sin embargo, no contó con la fortuna de su lado.

DOS ACCIONES POLÉMICAS ADELANTARON A CROACIA

La final tuvo de todo. El espectáculo reinó en el Luzhniki aunque la polémica tintó de gris parte del éxito conseguido por Francia. El partido comenzó con el dominio de los de Zlatko Dalić. Croacia demostró en el comienzo del partido por qué han llegado tan lejos y pusieron en aprietos a los franceses. Sin embargo, el poderío croata se vería tempranamente frenado por un gol en propia de Mandzukic. Griezmann colgó al área una falta -que no era- en el minuto 18 con la mala suerte de que el despeje hacia atrás del delantero se acabaría colando en la portería de Subasic.

La reacción croata, sorprendentemente, no se haría esperar y una gran acción de Pericia que se perfiló de manera excelente en la frontal, para disparar aún mejor y poner el empate a uno. Sin embargo, Croacia en su desdicha se vería perjudica apenas diez minutos después por un penalti dudoso -vía consulta del VAR- que Griezmann acabaría marcando. Los balcánicos acabarían la primera parte reclamando a Pitana por sus decisiones en los primeros dos goles.

MBAPPÉ ACABÓ CON LA ESPERANZA CROATA 

Ya en la segunda mitad, Francia, con el marcador a favor, se encontraría más cómoda y en el 59' haría el 3-1 de las botas de Pogba. Apenas seis minutos después, Mbappé, quien volvió a ser el mejor, hizo el 4-1. Cuando parecía todo finiquitado, un error de bulto de Hugo Lloris regalaría a Mandzukic un gol y un halo de esperanza a los croatas. No pudieron hacer más los Modric, Rakitic, etc. que acabaron resignados y viendo como Francia volvía a tocar el cielo. El Luzhniki presenció el triunfo de los bleus y la coronación de Mbappé. Ha nacido una superestrella.