El Real Madrid de baloncesto está atravesando un momento realmente complicado de la temporada. Es una necedad intentar ocultar un bajón que es claro en lo anímico y en lo físico. Más allá de los resultados, que están siendo deprimentes, lo que preocupa del equipo son las sensaciones. Las últimas dos muestras dejadas por los chicos de Pablo Laso han dejado a un equipo de leyenda al borde del precipicio que siempre supone la crítica exacerbada. 

El partido contra el Fenerbahçe fue calamitoso. Parecía imposible jugar peor y con tan poco acierto tal y como se hizo en la primera parte del Ulker. Los blancos solo fueron capaces de anotar 17 puntos al descanso. Un registró histórico por lo paupérrimo y que además trajo consigo una derrota que empezaba a poner en duda el liderato en Europa

Las crisis no entienden de imposibles y en El Clásico ante el Barça, el Real Madrid redondeó un partido peor que el realizado ante el conjunto turco. El primer cuarto de los de Pablo Laso seguramente fueron los peores 10 minutos que este equipo ha vivido en la última década. Desde la llegada del estratega vitoriano al banquillo del Palacio de los Deportes, la hinchada blanca no había sentido ese frío helador que dejó el desangelado primer acto de los suyos en el que llegaron a encajar un parcial de 24-0. 

Una derrota muy dolorosa ante el eterno rival que ha abierto heridas que permanecían cerradas. Los críticos más oportunistas siempre están esperando al Real Madrid de Laso a la vuelta la esquina para afilar sus cuchillos cada vez que pueden y ahora no han dejado pasar la oportunidad. Es una realidad tozuda que pueden hacerlo porque el bache es tremendo. Pero no hay que olvidar que esto es un camino largo y que los bajones también se programan aunque nadie quiera perder. Y que en solo unos días se pone en juego una Copa del Rey. Y cuando hay títulos, los de blanco no tienen piedad de nadie.

Tavares pelea un rebote ante Nick Calathes y Dante Exum Real Madrid

 

El bajón físico

Los entrenadores y preparadores físicos planean sus temporadas a largo plazo y dando a sus proyectos una visión global. Lo importante no es volar en octubre o marzo, sino llegar enteros a los momentos de la verdad. Uno de esos llegará en tan solo unos días cuando Granada reciba a los ocho equipos que se van a disputar el primer gran título del curso, la Copa del Rey. Y ahí será el momento de dar la talla. 

Dentro del plan elaborado por el Real Madrid de Laso, este bajón físico estaba pactado. A nadie le gusta perder y mucho menos se puede reconocer delante de medios y afición que eso entra dentro del plan. Pero es una realidad que en el conjunto blanco, teniendo en cuenta las circunstancias, eligieron este momento como el idóneo para afrontar uno de esos valles de la temporada. 

Esto no garantiza ganar la Copa del Rey, pero sí intentar que uno de esos picos de forma llegue en el momento justo. Después de haber sido líder indiscutido de Liga Endesa y Euroliga, ahora los blancos se han desinflado de una forma preocupante cosechando varias derrotas. Algunas de ellas incluso sonrojantes. 

Todo arrancó el pasado 23 de enero cuando el Real Madrid cedió en El Clásico de Liga Endesa contra el Barça en el WiZink Center. Ahí se empezaron a ver las primeras señales de la caída. Una semana después llegó un nuevo tropiezo contra MoraBanc Andorra en casa. Desde entonces, solo se han ganado dos partidos de los últimos cinco y las sensaciones no han sido buenas. Siempre con malos inicios que han obligado a un desgaste extra. 

Ahora, el Real Madrid acumula tres derrotas consecutivas y las últimas dos con partidos realmente flojos. Ante el Barça se evidenció esa falta de chispa llegando siempre un segundo tarde a las ayudas en defensa, a los cambios de marca tras los bloqueos y mostrando debilidad de piernas en los lanzamientos y en la lucha por el rebote. Solo ocho puntos en el primer cuarto y un 2 de 22 en tiros de tres. Datos que evidencian que ese pobre aporte de físico no permitió ni siquiera soñar con la heroica cuando el partido estuvo en disputa en el último cuarto. Además, los de Laso se vieron incapaces de correr al contrataque, uno de los pilares de su juego. 

Sin embargo, falta que el plan de Pablo Laso y todo su equipo se cumpla. Que ese valle termine de superarse y que el equipo llegue repuesto a la disputa de la Copa del Rey. Bajas como las de Gaby Deck o la de Rudy Fernández, que podría perderse el torneo, no ayudan, pero si algo ha demostrado el Real Madrid es amplitud de plantilla y una evidente capacidad de gestión. 

Rudy Fernández animando a los aficionados del Real Madrid EFE

Un problema de base

El actual bajón del Real Madrid se explica desde varios puntos de vista. Uno de ellos es el físico, pero no es el único. También existe una evidente falta de juego colectivo. Y el motivo está en la base. O mejor dicho, en los bases. Durante la trayectoria de Laso al frente del equipo, los blancos han gozado de los mejores playmakers del baloncesto europeo. 

Nombres como Sergio Rodríguez, Facundo Campazzo o Luka Doncic han estado al frente del equipo, dirigiendo la orquesta más afinada del Viejo Continente. Con un buen conductor, todo sale más fluido, más natural, más mecanizado. Y el Real Madrid no ha conseguido dar todavía con esa tecla esta temporada. 

Al frente del equipo hay dos jugadores nuevos que no están dando la talla, un joven proyecto que no termina de explotar y un adolescente con futuro, pero que vive sus primeros días en la élite. Por ello el Real Madrid tiene un problema con sus bases. Ni Nigel Williams-Goss ni Thomas Heurtel están cumpliendo con las expectativas que se pusieron sobre ellos a principios de temporada. De hecho, están recordando a los fantasmas del pasado vividos con Nico Laprovittola, ahora lanzado en el Barça.

El base francés sí acumula una media efectiva de asistencias por partido, pero no ha sido determinante en días grandes hasta el momento. Además, se necesitan de él sensaciones por encima incluso de sus números. Dotes de mando y capacidad de liderazgo, marcar el tempo, hacer suya la situación. Fue una apuesta personal de Pablo Laso después de los problemas que tuvo en Barcelona y de momento no está demostrando lo suficiente como para ganarse un puesto de cara al próximo curso. 

Thomas Heurtel y Pablo Laso, durante un partido.

Por su parte, Williams-Goss tampoco ha dado ese paso al frente. Con menos calidad para el pase, sus fortalezas son otras. Pero no está brillando ni en el tiro ni en la penetración y le cuesta aprovechar la ventaja que generan jugadores como Tavares o Poirier en la pintura. No sabe leer todavía sus movimientos y no se encuentra cómodo jugando al alto ritmo que exige el Real Madrid. Tiene rachas, momentos y partidos, pero carece de la continuidad necesaria. Por eso, el conjunto merengue parece tener dos buenas sillas para terminar siempre sentado en el suelo. 

Con estas carencias en la dirección de juego, el ritmo global del equipo se resiente. No se encuentran buenas situaciones desde el triple y toda la brillantez se reduce por momentos al virtuosismo individual de jugadores como Guerschon Yabusele. Además, esto se hace patente durante muchos momentos porque ni Laso confía en el plan de juego que estos son capaces de imponer.

Con un banquillo plagado de bases, cada vez es más frecuente buscar planes alternativos con jugadores como Abalde, Causeur o Hanga, hombres con capacidad para subir el balón, pero sin haber nacido para ello. Y por detrás aparecen dos talentos de futuro como Alocén y Núñez que todavía no están preparados para tomar las riendas del proyecto. 

Sin piernas frescas y con falta de ideas, estos problemas en la dirección de juego se hacen todavía más llamativos. El Real Madrid está encontrando un problema de base y sin la chispa de otros momentos, todo se hace mucho más cuesta arriba.

Ante el Barça se evidenció que ni siquiera hubo capacidad para ejercer un liderazgo efectivo para intentar construir el espíritu de remontada desde lo fácil. Poco a poco. Potenciando el único punto en el que se estaba ganando la batalla, con Tavares en la pintura. Todo se entregó al milagro del triple porque los encargados de poner en marcha el plan B ni siquiera lo tenían claro. 

Ante esta situación, es inevitable que de cara a la próxima temporada el retorno de Facundo Campazzo sea casi una prioridad. El Real Madrid necesita volver a tener a uno de los mejores creadores de juego de toda Europa y, hoy por hoy, Heurtel y sobre todo Goss no han demostrado poder serlo. Si el argentino se pone a tiro, Juan Carlos Sánchez, Alberto Herreros y todo su equipo estarán en la obligación de intentarlo para volver a darle las riendas de un equipo que no encuentra sinergias ni automatismos positivos. 

Facundo Campazzo dando indicaciones en un partido de los Denver Nuggets Reuters

La 'Tavares-dependencia'

Sin un físico que les permita brillar. Atascados en el triple. Con problemas en la dirección de juego. Y con las preocupaciones empezando a germinar. Así es como se encuentra un Real Madrid que ahora mismo depende más de Tavares que nunca. El caboverdiano no solo está siendo el mejor del equipo en lo que va de temporada, sino que demuestra estar un punto por encima de todos sus compañeros. 

No solo no le afecta ese bajón físico, sino que se crece en la adversidad. Ante el Barça volvió a completar un partido de ensueño con 25 puntos y 6 rebotes para 35 de valoración. No registró fallo en el tiro y fue la gran amenaza que tuvo el equipo de Jasikevicius. Pero el Madrid no supo explotarlo de manera efectiva.

La remontada pasaba por aprovechar más su figura en la pintura para sacar ventajas sobre Sanli y Davis. Pero fue una opción que se potenció poco en los momentos de la verdad. Era la base del juego fácil que necesitaba el equipo para sumar y crecer. Había una clara 'Tavares-dependencia'. 

El Real Madrid está pecando este curso de depender demasiado de su estrella. Cierto es que es el jugador más determinante de Europa. Pero los blancos necesitan otras vías para generar peligro. Además, 'Edy' tiene un límite y cuando a él también se le baja la persiana, el equipo sufre más de la cuenta. Laso necesita encontrar, en lo que se recupera el tono físico, alternativas en anotación y en ataque para que Tavares tenga un respiro. 

Poirier comenzó el curso siendo una gran segunda opción, pero se ha contagiado del letargo que vive el resto del equipo. Yabusele está realizando una temporada de ensueño, pero necesita dar más en los días importantes. Ante el Barça no ha conseguido aparecer y el viernes volvió a estar totalmente desaparecido, sobre todo en ataque. Y desde fuera se necesita elevar los porcentajes de tiro para ser una mayor amenaza.

Yabusele durante un partido de esta temporada con el Real Madrid ACB Media

Si Tavares siembra el pánico dentro, aumenta la atención sobre su defensa y los tiradores se liberan. Si ellos también están finos, el equipo rival tiene imposible llegar a todos los flancos de peligro con su defensa y por ahí se generan muchas más opciones de peligro. Los Llull, Rudy, Causeur, Abalde y compañía tienen que dar un paso adelante desde el triple para liberar también a 'Edy' de esa presión extra que le supone la 'Tavares-dependencia' que ahora mismo existe. 

El pívot está promediando en la máxima competición 12,5 puntos, 7,5 rebotes y 2 tapones por partido para casi 21 de valoración. Números que le aúpan en la carrera por el MVP y que hablan de su importancia. Pero necesita con urgencia no sentirse tan solo para poder repartir responsabilidades y ganar en salud. 

Estos son algunos de los problemas que muestran el mal momento que atraviesa el Real Madrid. Una crisis que han agravado los últimos resultados y la imagen dada. Pero que pueden ser parte de una ruta marcada para llegar al momento de la verdad de nuevo en la cresta de ola. En cuanto regrese la chispa, probablemente en la Copa, y se recupere el rigor defensivo y el vigor ofensivo, el Real Madrid volverá a volar. 

[Más información: Facundo Campazzo y un nuevo 'caso Gaby Deck': fracaso en la NBA y ¿regreso al Real Madrid?]

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