Después de obligar a los fabricantes de smartphones a usar el puerto USB-C, la Unión Europea ha puesto su objetivo en los cargadores que aún no utilizan el estándar más reciente.
Los que llevamos un tiempo escribiendo sobre tecnología nos acordamos del infierno que podía ser algo tan sencillo como recargar nuestros dispositivos; cada fabricante usaba su propia conexión y era necesario tener un cargador diferente para cada aparato.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, en parte gracias a la industria, y en parte a las regulaciones europeas que han llevado a los fabricantes a usar USB-C de manera exclusiva en todos sus nuevos modelos.
De esta manera, incluso marcas que tradicionalmente se han separado del resto del mercado, como Apple, no han tenido más remedio que adoptar USB-C; sin embargo, aún queda un elemento muy importante que no ha dado el salto: el cargador.
Es fácil encontrarse aún muchos cargadores que siguen usando la conexión USB-A en exclusiva, especialmente entre los que aún se incluyen en algunos dispositivos; el motivo es simple: son más baratos de producir.
Sin embargo, como todos los smartphones modernos usan la conexión USB-C, eso significa que necesitamos un cable de USB-A a USB-C para poder usar el cargador, y por lo tanto, el estándar no se cumple en espíritu ni en la práctica.
La Comisión Europea se ha propuesto eliminar este resquicio en las reglas, y ha anunciado una revisión de los requisitos de fuentes externas (EPS por sus siglas en inglés) para obligar a los fabricantes a implementar USB-C en todos los cargadores.
La nueva regulación supondrá que todos los cargadores deberán tener al menos una conexión USB-C; de esta manera, podremos usar un cable USB-C a USB-C para cargar nuestros dispositivos sin importar la marca o modelo de cargador que tengamos.
Además, será obligatorio que los cables sean desmontables y no fijos; con esto se pretende evitar que el requisito de USB-C pueda ser evitado simplemente uniendo el cable al cargador.
Ejemplo de cargador que cumple la nueva regulación europea, con puerto USB-C además de USB-A
Hay que aclarar que esta nueva reglamentación no prohíbe el uso del puerto USB-A tradicional; sólo indica que el cargador debe tener al menos un puerto USB-C, pero los fabricantes pueden meter más puertos de otro tipo si quieren.
La Comisión Europea también ha actualizado los estándares de eficiencia energética que deben tener los cargadores, con el objetivo de reducir los consumos eléctricos innecesarios.
En concreto, los cargadores de hasta 240 W de potencia ahora deberán seguir unos requisitos mínimos de eficiencia energética, especialmente si soportan el estándar USB-PD de carga rápida por USB-C.
A eso hay que sumar que los cargadores de más de 10W deberán cumplir nuevos estándares de eficiencia en cargas parciales, que eviten pérdidas innecesarias de energía cuando cargamos nuestro dispositivo.
La Comisión Europea calcula que estas modificaciones reducirán el consumo energético total de los cargadores en un 3%, y las emisiones de gases de efecto invernadero en un 9% para el 2035.
Los fabricantes tendrán tres años para adoptar estos cambios; a partir del 2028 todos los cargadores que se vendan en la Unión Europea tendrán que seguir estas reglas. Además, la Comisión Europea ha reconocido que esta regulación debe ser actualizada de manera regular para acomodarse a las nuevas tecnologías, por lo que no descarta más cambios.
