A la espera de poder estrenar nuevas tecnologías de almacenamiento de energía en móviles, los fabricantes se están centrando en mejorar la carga rápida de sus smartphones. La que más avanzada va es Xiaomi, que presentó hace poco una carga rápida que alcanzaba los 200W.

Esta tecnología hacía uso de tres puntos de conexión simultáneos, pero no era inmune a causar degradación en las baterías.

En una ronda de preguntas en Weibo los responsables han explicado cómo afecta este tipo de cargas a nuestros móviles, y qué podemos esperar tras años usándola.

La carga rápida tiene un precio

En la cuenta de Weibo de Xiaomi algunos responsables de la división de I+D han respondido a los usuarios, que les preguntaban cómo afectaría la nueva carga rápida a las baterías.

Según la empresa, los análisis que han realizado demuestran que, en efecto, hay degradación. Tras 800 ciclos de carga a esa velocidad, lo que supone cargarlo una vez al día durante más de dos años, la capacidad de la pila interna sería del 80%.

Es decir, perderíamos una quinta parte de la autonomía. Esta pérdida es muy inferior a la máxima que establece la industria china, que está en el 60% tras un año de cargas. Además, esto no es algo que afecte a Xiaomi, sino a cualquier tipo de carga rápida. Obviamente, mientras mayor es la velocidad, mayor es la degradación.

Por ejemplo, las cargas de 65W que vemos en otros fabricantes arrojan una perdida del 10% en dos años, dejando la capacidad de la batería al 90%. Sin embargo, las cargas rápidas de 120 o 125W arrojan pérdidas similares a la de la carga de 200W de Xiaomi.

Comodidad a cambio de autonomía

Siendo conscientes de esa realidad, el poder cargar un móvil en pocos minutos puede compensarnos para perder un 20% de la capacidad en dos años, un plazo en el que muchos ya empiezan a pensar en cambiar de terminal.

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