La de Google fue una carrera trepidante desde que dos compañeros de universidad desarrollaran una manera de realizar búsquedas en Internet. Larry Page y Sergei Brin no imaginaron hasta dónde llegaría la empresa que fundaron el 4 de septiembre de 1998: literalmente, Google se encuentra en cada rincón del mundo. Da igual que enciendas un ordenador como que conectes un móvil, la tele u otro dispositivo inteligente: seguro que alguno de los datos pasa por sus servidores.

Google y los datos, podría decir que mantienen una relación de amor/necesidad tan obsesiva como la de Triky y sus adoradas galletas. La empresa empezó indexando las páginas web para encontrar concordancias con las búsquedas de los usuarios; después comenzó a ganar dinero potenciando los primeros resultados para quien los pagase, ahí entró AdWords; como los anuncios deben ajustarse lo máximo posible al perfil de cada persona Google comenzó a registrar todo cuanto pudo; y en esa constante espiral de avaricia hemos llegado a un punto en el que la imagen de la empresa se encuentra en entredicho.

Basta con nombrar a Google, o ensalzar las bondades de sus servicios, para que muchos critiquen a la empresa por la enorme brecha de privacidad que ha propiciado. Justo ayer conocíamos una de las consecuencias: se habían filtrado datos privados de, al menos, 500 000 usuarios de Google+. Solo es la punta del iceberg: el único modelo de negocio posible en una Internet que es gratis es recabar el máximo de datos para dirigir con precisión cada pequeña inversión de dinero.

Había un tiempo en el que Google era guay, la época del «Don’t be evil»

Recuerdo perfectamente la primera vez que busqué en Google. Lo más habitual en aquella época, cuando nadie conocía Internet y los más afortunados accedíamos a la red usando un módem telefónico, era utilizar Yahoo!; y propuestas más patrias, como Olé y Ozú. Los resultados no eran precisos, incluían una notable cantidad de anuncios y enlaces patrocinados. Por contra, la limpieza de los resultados de Google me dejó alucinado.

Los algoritmos de búsqueda de Page y Brin demostraron ser los mejores, de ahí que Google no solo se haya convertido en el buscador por excelencia, también terminó barriendo a los que dominaban antes de su aparición. Por ejemplo, Yahoo: de ser el número uno a desaparecer, casi literalmente.

Google se estrenó revolucionando lo establecido, una actitud que puso en práctica con cada producto posterior

Con un buscador puedes hacer mucho dinero, AdWords es la prueba, pero Google sabía que una única línea de negocio no era rentable. Nacieron servicios de correo, de comunicación, Maps, Navigation… Y Android, claro. Todos gratuitos, todos pensados para que cualquiera pudiese utilizarlos, con la idea de que se convirtiesen en servicios de uso masivo. La intención está clara: cuantos más datos recabe la empresa mejor podía dirigir la publicidad.

La única suerte que ha tenido Google a la hora de disimular su ansia de datos de usuario es que Facebook no logró ponerse la máscara y a la red de Zuckerberg la cazaron primero. Los escándalos de Cambridge Analytica, todas las filtraciones debido al login inseguro de Facebook, la facilidad que tenían las aplicaciones de conseguir la información de los amigos de cada usuario… elevaron la credibilidad de Facebook a la categoría de zombi de datos. Y Google no quedaría muy alejada.

El «Don’t be evil» nunca fue el mantra oficial de la empresa, sí el oficioso. Pero ya no queda nada de aquel énfasis por proteger al usuario y ofrecerle software adaptado a sus necesidades. No solo lo demuestra con cada noticia, también con la percepción que tienen las personas que conocen la empresa.

Google guarda tantos datos de los usuarios que resulta lógico que desconfiemos

Siempre que en El Androide Libre publicamos un artículo sobre Google, Assistant o cualquiera de las aplicaciones que hacen uso de la Inteligencia Artificial, no falta el comentario criticando la falta de privacidad. Es un aspecto fácil de comprobar y totalmente objetivo: basta con acceder a «Mi Actividad» para descubrir que Google guarda la más pequeña búsqueda que hacemos en Internet. También por dónde nos movemos, qué decimos al asistente… Incluso mantiene activo el micrófono de nuestros móviles para detectar el «Ok, Google». Por no hablar del registro automático de ubicaciones.

Por un lado la empresa facilita servicios de valor al usuario; por el otro dicho usuario deja de ser anónimo para ceder todo lo que realiza con su cuenta. Basta conectar el móvil Android a la red para que el dispositivo comunique multitud de información a la empresa. Localización, estado, WiFi, número de dispositivo, de teléfono…

Nuestro móvil Android es un chivato de toda nuestra información privada

Para usar los servicios de Google debes confiar en que la empresa utilizará los datos acorde con la privacidad que últimamente reivindican. Una privacidad que está cada vez más en duda por hechos como la filtración de datos de Google+, también por las sanciones que la Unión Europea lleva aplicadas a Google en materia de privacidad.

¿Usar los servicios de Google o no aprovecharlos perdiendo con ello gran parte de ventajas a las que nos hemos acostumbrado? Google ha sido más inteligente que Facebook y supo colocarnos apps y funciones de las que ahora no podemos prescindir, como el buscador, Maps, Android o Drive, por ejemplo. De Facebook es fácil borrarse y prescindir de sus servicios, de Google no. Punto para Alphabet.

Google pretende dominar Internet y casi lo ha conseguido

Ya hemos visto cómo la empresa empezó siendo un buscador para terminar dominando el panorama tecnológico con sus apps y servicios. No solo eso, Google domina el Internet que conocemos con una clara salvedad: China. De ahí que la empresa haya perdido todos los escrúpulos para colaborar con el gobierno chino y así poder entrar en el país.

Dragonfly, el buscador de Google para China

Google Chrome es el navegador mayoritario con un porcentaje altísimo: el 60,6 % a nivel mundial; Android es el sistema mayoritario con el 88 % de cuota global; Google Maps es la aplicación de mapas más utilizada; el buscador de Google domina a los rivales con el 92,3 % de cuota; todas las webs pasan por el aro de Google y envían sus páginas en AMP; AdWords no tiene rival… Miremos donde miremos la web es propiedad de Google, nosotros le hemos dado ese poder.

Le dimos el dominio de Internet a Google, ahora no podemos quitárselo

El futuro es incierto en términos de privacidad. Por un lado no hay remedio a la enorme cantidad de datos que deberemos ceder a cambio de los servicios, por el otro empezamos a ser conscientes de lo mucho que nos jugamos si perdemos esa privacidad. Usemos los servicios con inteligencia y preservemos la mayor cantidad de información privada lejos de las empresas: es nuestra mejor arma contra su avaricia.