Se ha filtrado que el próximo iPhone, el del décimo aniversario, costará 1.000 euros. Con esta escalada en la gama alta, ¿qué harán los Android?

Los precios en las smartphones son cada vez más injustificables, especialmente en el segmento más alto de la tabla. Si comparamos de manera objetiva, es cierto que uno de 600 euros no ofrece lo mismo que uno de 200, pero esas diferencias han llegado a diluirse de tal manera que ya no se aprecia con tanta claridad la barrera del precio.

Un móvil barato ha de ofrecer lo máximo por poco. En el lado contrario, un gama alta ha de ser capaz de tenerlo todo sin ponerle una frontera clara al coste. Y dicha frontera podría marcarla el próximo iPhone, el que será «edición décimo aniversario»: 1.000 euros.

Nos hemos vuelto locos con el precio de los móviles

El precio filtrado del próximo iPhone es la constatación de que tu estatus se define en base a lo que puedes pagar por tus objetos habituales. El coche, la casa, tu vestuario y el móvil, un conjunto de bienes materiales que te hace sentir mejor solo por la sensación de superioridad que te da el permitirte objetos con los que la mayoría solo sueña.

El precio de un móvil no solo se pone en función de sus características, también del estatus que proporciona

Nunca me ha extrañado que se le dé importancia al móvil que se utiliza a diario: yo se la doy. Como principal nexo entre la soledad y la comunicación, el smartphone se ha convertido en el centro de nuestra actividad social, intelectual y de entretenimiento. Confiamos en él para recordar citas, teléfonos, nos comunicamos y transmitimos nuestros valores según qué marca y modelo utilizamos.

No voy a criticar si el iPhone es o no merecedor de alabanzas porque cada uno aprecia un valor que va más allá del marcado por sus materiales, diseño y software, pero sí que pienso quejarme de esa falsa sensación que relaciona lo caro con lo bueno. Basta ya. En serio, basta ya de jugar con las aspiraciones de la gente solo por maximizar los beneficios de una empresa.

Nos hemos vuelto locos con el precio de los móviles. Pero no es de ahora, llevamos ya varios años asistiendo a la escalada en el coste de los móviles, especialmente los que representan a la marca. Si un fabricante quiere que su producto se vea de calidad no solo basta con fabricarlo así, ha de ponerle un precio estratosférico. Y lo peor es que nos lo hemos creído.

La calidad no tiene por qué ser acorde con el precio, pero nuestro cerebro no piensa igual

Sin conocer nada de dos móviles, y manteniendo una apariencia idéntica, la sensación es que el más caro es mejor. «Por algo será» repite Pepito Grillo en nuestra cabeza. Lo tenemos interiorizado. Y se aprovechan de ello.

Ningún móvil vale 1.000 euros. Ni siquiera 600

A no ser que esté hecho a mano y con materiales como oro y piedras preciosas, en cuyo caso ya no sería un móvil, pasaría a ser un despropósito. Desarrollar un nuevo dispositivo es caro, poner la fabricación en marcha, llevarlo a todas partes del globo, enchufar la maquinaria de promoción… Estamos de acuerdo, cuesta mucho dinero. Pero de ahí a pretender engañarnos con un precio muy por encima de las prestaciones va un rato largo.

Poner a la venta un móvil de alta gama es muy caro, pero ni mucho menos tanto como nos cobran

Si realmente se hacen realidad los rumores, y se sitúa un nuevo techo para los gamas alta que rebase la gama de los 1.000 euros, no hay duda de que los fabricantes con Android se apuntarán a la moda. «No vamos a ser menos», pensarán. Como decía, se apoyan en la falsa realidad del estatus y de que los objetos caros son mejores. Algo erróneo, ya lo hemos visto con móviles como el OnePlus 3T: puede fabricarse un producto de altísimas prestaciones y calidad a un coste razonable. Y ganar dinero.

Modelo Precio de fabricación Precio de venta (de salida en EEUU) Margen de beneficio*
Pixel XL 266,74€ 717,84€ 62,84%
Samsung Galaxy S7 (32GB) 238,03€ 559,15€ 57,4%
Samsung Galaxy S6 Edge (64GB) 271,12€ 746,77€ 63,7%
Apple iPhone 7 (32GB) 209,84€ 605,82€ 65,4%

No hay que subirse al DeLorean para comprobar que la línea de los 1.000 euros está muy cerca para los Android. HTC U Ultra, en torno a los 759 euros; Samsung Galaxy Note 7, salió por 859 euros; Samsung Galaxy S8… ¿Más de 800 euros? Todos para la versión básica, porque si duplicamos capacidad, los precios suben sin que haya verdadera consonancia.

La mayor parte de las veces no sabemos lo que nos cuesta verdaderamente un móvil, algo de lo que se aprovechan los fabricantes y las operadoras. Por ejemplo, en Estados Unidos es habitual venderlo en torno a los 200-300 dólares y luego repercutir el resto en la tarifa, una estrategia que ha facilitado las sucesivas subidas del iPhone. En España se lleva el pago a plazos. No solo abonas una fortuna por tu móvil, también te atas a portabilidad y, por lo general, a una tarifa exagerada.

Si quieres aparentar tendrás que pagar

Todo se reduce a esto. Puedes esgrimir los ecosistemas, que si tienes las aplicaciones en un sitio o en otro o, incluso, que ya te acostumbraste a un modo concreto de realizar las acciones, pero todo se reduce a lo que te guste o no dar envidia con tu móvil. Especialmente cuando se sube la barrera psicológica de los 600 euros: no olvidemos que equivale al sueldo de mucha gente.

No se trata de ridiculizar al que se gasta su dinero en lo que más le gusta, cada uno puede hacer lo que quiera. Lo que no me parece bien es que los fabricantes abusen de su atracción como marca para exprimirle todo el jugo a quienes confían en ellos. Todo tiene un límite, espero que pronto se alcance: ningún móvil justifica una fortuna.

Seamos sensatos. Es lógico que deseemos lo más nuevo y probar lo último en tecnología, yo el primero, pero cuanto más accedamos a pasar por caja con precios abusivos más subirán dichos precios. Siempre hay opciones. Y, afortunadamente, cada vez más económicas sin que haya que sacrificar la cartera.